Charles
-Mamá. -La llame ya que no sabía que era lo que estaba pasando.
-Callate. -Me respondió con un tono que lo reconocía fácil, toda mi vida fue así.
-¿Cuánto por el muchacho?. - Un hombre de traje, de gran edad le había preguntado a mi mamá.
-No lo se, solo lléveselo, es todo un dolor de cabeza para mi. - No entendía nada lo que decía.
Sentí que unos brazos empezaron a rodear mi pequeño cuerpo, yo gritaba, pataleando y rasguñando a la persona para tratar de escapar y correr a encerrarme a mi cuarto. Vi que un maletin se le fue entregado a mi mamá estrechando la mano del señor.
Empecé a ver borroso, no sabía si era por las lágrimas en mis ojos o me hicieron algo para empezar a desmayarme.
Desperté en un cuarto oscuro, en una cama, no reconocía nada, todo estaba cerrado, seguía con la ropa que tenía, escuche que alguien más estaba sollozando, gire mi cabeza en busca de ese sonido, había otra cama con un bulto, era una persona.
-H-Hola... - Trate de llamar a la persona que estaba a un lado mio.
Escuche que los sollozos pararon y al fin pude ver su cara, era un chico muy guapo, al parecer de mi edad, tenía pecas muy bonitas.
-Hola... - Tenía un acento raro, no es de aquí.
-Mi nombre en Charles, ¿Cómo llegaste aquí?. - Le pregunté para conocernos y poder salir de aquí.
-Sergio, unos señores me trajeron aquí, mi mamá les dio permiso creo... - Bien, al parecer no fui el único.
-¿Y tú? - Me pregunto.
-Lo mismo... - Era verdad, al parecer tenemos algo con las mamás.
-¿De dónde eres? Si puedo saber... - Dije con un poco de timides ya que no sabia si le incomodaba.
-México, mi tierra. ¿Y tu? - Lo dijo con una enorme sonrisa que me hizo sonreír, se sentía muy orgulloso.
-Soy de Mónaco. - Lo dije con el mismo tono que el.
Solo nos sonreímos hasta que escuchamos unos toques en la puerta para que después entrará un hombre vestido de negro, nos sacó a los dos del cuarto y nos llevo a un salón donde había otros tres niños más. Sergio y yo nos mantuvimos juntos todo lo que podíamos.
Los otros tres niños se acercaron a nosotros.
-Soy Lance. - Un niño pequeño con un cabello chocolate y ojos cafés nos dijo.
-Soy George. - Un chico un poco más alto que nosotros, ojos color azul, rubio nos dijo con una sonrisa muy bonita.
-S-soy Oscar.- Un chico muy lindo y tímido nos dijo.
-El es Charles y yo Sergio, pero me pueden decir Checo. - Gracias Checo, era muy miedoso para hablar con personas nuevas.
-Un gusto saber que no éramos los únicos. - George nos dijo.
Después de presentarnos todos y saber que nuestras madres nos odian, llego un señor.
-Bien, empezarán sus clases. - Un señor nos dijo pero realmente nadie comprendió nada.
Espalda recta, cabeza en alto, libros en la cabeza, latigazos, golpes, sin comida, equilibro, perfecto, perfecto, perfecto, perfección...
Se una cara bonita, cuerpo bonito, caminata angelical, espalda recta, un error y vas al cuarto oscuro, sin comida, sin agua, latigo, golpes, quemaduras, cortes.
Se perfecto, perfección.
Después de unos cuantos meses estábamos en el salón de nuevo, practicando.
-Ahgg...- no pude evitar quejarme, mi cuerpo dolía, no era cómodo el como estaba, libros pesados en mi cabeza y todavía las heridas de la última vez seguían abiertas.
Todos estábamos en diferentes posiciones con los libros arriba, llevábamos horas y sabía que ya no aguantaría más, nadie.
Deje de sentir los libros en mi cabeza y escuche un golpe seco en el piso, deje caerlos. El pánico me empezó a invadir cuando vi que un señor grande se empezó a acercar de mi con un látigo.
-¡No, no, no, por favor, se lo suplico! - Decía tratando de soltarme de el. Era inútil, no cambiaría nada.
Me evento a la cama boca abajo sin cuidado alguno y empezó a romper mi playera por la espalda. Mis gritos se escuchaban, me desgarraba la garganta, golpe tras golpe, hasta que estuvo satisfecho.
-Tienes que ser perfecto. Todos lo tienen que ser. - Escuche la voz del señor viejo decir.
Sollozaba en el cuarto con mi espalda descubierta, ensangrentado, heridas aun no sanadas. Solo deje caer los libros de mi cabeza por error.
No se permiten errores. Cometí uno y ahora recibí mi castigo.
No era el único que los recibía, todos al cometer un error también, era lo mismo de siempre. Ser perfecto.
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Nuestros Guardaespaldas
RandomCinco modelos, sus nombres, Charles Lecrerc, Sergio Pérez, Oscar Piastri, George Russell y Lance Stroll, una salida ocaciona que tengan un guardaespaldas personal. ¿Qué pasara con ellos?. Un juego hay dentro de todo esto ¿lo podrás resolver?