Capítulo 48

390 51 4
                                    

Carlos

-¡Por favor!, ¡déjalas!, ¡basta!. - Le gritaba a esa señora.

Esa señora que llegó solo a quitarnos todo.

-¡Callate!, ¡eres un niño malcriado!. - Me gritó.

Siguió golpeando a Ana y a Blanca.

-¡Las lastimas!. - Le dije.

Sus sollozos se escuchaban más fuertes.

-¡Me quedaré con el dinero de su padre y ninguno resivira nada!.

-¡Por favor para!. - Era Ana.

-¡A ustedes los mandare a un internado y nunca regresarán!.

-¡Duele!. - Fue Blanca.

-¡Déjalas!, ¡suéltalas!. - Le seguía gritando.

-¡Te dije que te callaras!. - Se acercó a mi.

Y empezó conmigo, golpe tras golpe, bofetada tras bofetada, arañazos tras arañazos, jalón gran jalón.

-¡Eres un maldito!, ¡tu madre no pudo criar a alguien decente!, ¡por eso se murió antes!. - No me dolían sus golpes, me dolían sus palabras.

-¡Dejalo!. - Grito Blanca.

-¡Por favor!, ¡lo lastimas!. - Siguió Ana.

-¡Son una familia de desgraciados!, ¡lloran por alguien insignificante!. - Palabras que dolían cada vez más.

Nuestros sollozos se escuchaban cada vez más fuertes.

-¡Ese jodido jardín asqueroso lo voy a quemar!.

-¡Ustedes son niños malcriados!

-¡No merecen nada!

-¡Me quedaré con su dinero!

-¡No son nadie!, ¡su madre nunca los quiso!

Golpe, golpe, golpe, golpe...

En un momento deje de sentirlos, no sentía nada, solo un hormigueo recorrer mi cuerpo.

-Para... Por favor para... No diremos nada. - Susurraba con las pocas ganas que aun tenía.

-¡Son desgraciados!.

-¡¿QUÉ TE PASA LUCÍA?!. ¡SUELTA A MI HIJO EN ESTE MOMENTO!. - Era papá, había llegado antes del trabajo.

-Y-yo... Ca-Carlos... Es-escúchame. - Trataba de formular algo.

-¡Alejate de ellos!. - Le gritó y la señora me soltó, caí al piso. Pude ver a papá poner detrás de él a mis hermanas.

-¡LARGO DE MI CASA AHORA!. - No se movió. - ¡AHORA!. - La señora salió corriendo.

Papá se acercó conmigo.

-Todo estará bien, te llevaré al hospital, aguanta hijo mio, por favor. - Escuchaba lejano su voz y de pronto cerré los ojos.

Sentía una brisa, algo suave debajo de mi, moví mis manos para sentirlo, era pasto.

Abrí mis ojos, estaba en un campo lleno de flores, a unos cuantos metros pude ver a alguien, sabía quien era.

-¡Mamá!. - Corrí a ella y me recibió en sus brazos. Solté a llorar, me aferraba a ella, no quería soltarla.

Sabía que estaba soñando y no quería despertar, quería estar con ella.

Nuestros GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora