Capítulo 36

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Lance

En cuanto todos bajamos de la camioneta agarre la mano de Fernando y lo arrastre conmigo, claro, el no puso tanta resistencia.

-¿Por qué empezamos primero?. - Pregunte.

-Unos helados. - Fue lo que me dijo.

-Excelente. -

Estuvimos buscando un lugar perfecto para comprarlos. Un señor algo grande los vendía en un pequeño puesto. Perfecto.

-Oh Bonjour. Oh buenos días.

-Bonjour. Buenos días. - Conteste yo.

-¿Que voudra le couple?. ¿Qué va a querer la pareja?. - Me pregunto el señor con una sonrisa y no pude evitar ruborizarme.

-Deux glaces s’il vous plaît. Dos helados por favor. - Le respondí.

-Vous n’êtes pas un couple, n’est-ce pas ? Eh bien, encore. ¿No son pareja verdad? Bueno, aun. - Dijo el señor mientras servía los helados.

-¿Comment le sais-tu? ¿Cómo lo sabe?. - Le pregunté desconcertado.

-Tu as rougi quand j’ai dit que vous étiez en couple mais il t’a donné des yeux d’amour. Te sonrojaste cuando dije que son pareja pero el te ve con ojos de amor. - Me dijo mientras me daba un helado.

-Eh bien, j’espère que cela ne prendra pas longtemps. Bueno, espero que no se tarde. 

-Oh l’amour Oh el amor. Eh bien, j’espère que ce sera bientôt le cas. Bueno, espero que lo haga pronto. Et que votre amour soit comme ceci, glacial, doux et le début de nombreux rendez-vous. Y que su amor sea como este helado, dulce y el comienzo de muchas citas. - Me entrego el último helado y le di una sonrisa.

-¿Combien cela coûterait-il? ¿Cuanto sería?. - Le pregunte.

-Rien. Nada. Et que votre amour soit comme ceci, glacial, doux et le début de nombreux rendez-vous. Y que su amor sea como este helado, dulce y el comienzo de muchas citas. - Antes de poder darle las gracias se fue con su carrito tocando una pequeña campana.

-¿Dé que hablaron?. - ¿Como le explico?.

-Nada, desea que nos apuremos a recorrer París y nos deseo un buen helado. - Claro.

Satisfecho con mi respuesta empezamos a caminar, sin rumbo, entrelazo nuestras manos y no pude esta más que satisfecho.

-¡Mira!, ¡mira!, ¡hay que ir!. - No deje que hablara cuando ya lo tenía arrastrando.

Era un chico que dibujaba a las personas, era muy joven, no debe de pasar de los quince.

-Bonjour. ¿D’où viennent-ils? Buenos días. ¿De dónde son?. - Dios que bonito es.

-Il vient d’Espagne et je viens du Canada El es de España y yo soy de Canadá. - Conteste.

-Hablo un poquito español. - ¿Qué dijo?.

-Hola chico. ¿Nos puedes dibujar?. - Le contesto Fernando.

-Voy hacer lo que pueda. - Le contesto con un ligero sonrojo.

Fernando y yo nos acomodamos en una posición cómoda y nos quedamos ahí, es abrazaba mi cintura mientras yo ponía mis manos arriba de las suyas y recoste mi cabeza a donde alcanzaba de su cuerpo. El chico nos daba pequeñas sonrisas y regresaba al papel para hacer los trazos.

Eso era, un hermoso momento que siempre recordaré, que estará grabado en mi memoria, en la memoria del Señor y la experiencia y dibujo del chico, una huella, algo plasmado que me hará recordar que no es un sueño, el está conmigo.

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