Un mes había pasado desde que empecé a trabajar en la mansión de Adrián y Eric. Aunque me había adaptado bastante bien a la rutina, el ambiente seguía siendo un campo de misterio y expectativas. La casa seguía siendo un lugar impresionante, lleno de lujos que nunca había imaginado. Mi día a día consistía en limpiar, organizar y mantener la casa en perfectas condiciones, y había llegado a conocer bien a los miembros del personal.Juan, uno de los empleados de la casa, era una figura que siempre me había resultado interesante. Era un hombre de mediana edad que había estado trabajando aquí durante años. A menudo lo veía haciendo tareas variadas, y aunque era cordial, había algo en su actitud que me parecía extraño. Con el tiempo, me di cuenta de que su comportamiento tenía más profundidad de lo que inicialmente supuse.
La relación entre Adrián y Eric y el personal parecía funcionar con una rutina bien establecida, pero Juan no parecía encajar del todo. Él estaba claramente frustrado con la llegada de nuevos empleados y, aunque lo intentaba ocultar, su resentimiento era palpable.
Esa tarde, mientras limpiaba el salón, escuché un murmullo de conversación en la cocina. La Sra. Martínez, la ama de llaves, estaba en conversación con Juan. Decidí acercarme para ver si necesitaban ayuda, pero me detuve al escuchar fragmentos de la conversación.
—No entiendo por qué Aurora recibe un trato especial —dijo Juan, con un tono que denotaba molestia—. ¿Acaso es por su llegada reciente? Siempre ha habido un trato justo para todos.
—No es así, Juan —respondió la Sra. Martínez—. Ella simplemente está en periodo de adaptación. No podemos tratar a cada empleado igual, especialmente cuando se está adaptando a un nuevo entorno.
—Pero es frustrante. Llevo años aquí y nunca he recibido ese tipo de consideración —dijo Juan, con una mezcla de resentimiento y enojo.
Me sentí incómoda escuchando esta conversación. Sabía que Juan había estado en la casa por mucho tiempo, pero nunca imaginé que se sintiera de esa manera. Decidí volver a mi tarea, tratando de no pensar en la conversación que acababa de oír.
Más tarde, mientras pasaba por el pasillo, me encontré con Adrián en una conversación con un visitante. El hombre, de aspecto elegante, parecía tener un aire de autoridad. Adrián lo recibía con una sonrisa amistosa, pero la conversación era formal y distante.
—Gracias por venir, Jonathan. Como siempre, aprecio tu atención a los detalles —dijo Adrián con un tono profesional.
—Siempre es un placer trabajar contigo, Adrián —respondió Jonathan, con una sonrisa calculadora—. Pero me gustaría saber más sobre los recientes cambios en la casa.
Adrián asintió y respondió de manera evasiva, manteniendo la conversación en términos generales. No pude evitar escuchar parte de la conversación, pero me di cuenta de que se trataba de temas financieros y de administración que no entendía completamente.
Cuando el visitante se fue, Adrián se dirigió hacia la biblioteca. Decidí seguirlo discretamente, curiosa por la razón de su preocupación. Entré en la biblioteca y lo encontré revisando algunos documentos.
—Aurora, ¿todo bien? —preguntó Adrián, al verme entrar.
—Sí, solo estaba revisando algunas tareas —respondí, tratando de sonar natural.
—Perfecto. —Adrián sonrió
Justo en ese momento, Juan apareció en la puerta de la biblioteca. Su expresión era seria, y parecía estar buscando una oportunidad para hablar con Adrián.
—Adrián, necesito hablar contigo sobre algunos asuntos relacionados con el personal —dijo Juan, con un tono que denotaba urgencia.
Adrián asintió y se volvió hacia Juan, dejando la conversación con él. Decidí salir discretamente, sintiendo que no debía estar en medio de su conversación.
Esa noche, mientras limpiaba el vestíbulo, no podía dejar de pensar en la conversación entre Juan y la Sra. Martínez, y en la reunión que había presenciado con Adrián. La atmósfera en la casa estaba cargada de tensión, y aunque intentaba concentrarme en mi trabajo, no podía evitar sentir que había algo más detrás de la fachada perfecta de la mansión.
Cuando terminé mi tarea y me preparé para ir a dormir, me encontré con Juan en el pasillo. Su expresión estaba cargada de una mezcla de emoción y frustración.
—Aurora —dijo, con una voz más suave de lo habitual—. ¿Podemos hablar un momento?
—Claro, Juan —respondí, intrigada.
Juan me llevó a un rincón apartado, lejos de las áreas principales de la casa.
—Sé que has notado la diferencia en el trato hacia ti —comenzó—. No es justo para los demás que recibas un trato especial. Todos trabajamos duro aquí.
—No era mi intención causar problemas —dije, intentando defenderme—. Solo estoy tratando de hacer mi trabajo lo mejor posible.
—Lo sé. —Juan suspiró—. Pero hay cosas que no sabes sobre esta casa. Adrián y Eric tienen sus propios secretos, y no todos aquí están contentos con la forma en que se manejan las cosas.
Su declaración me sorprendió y me dejó con más preguntas que respuestas. Sabía que había una dinámica complicada en la casa, pero no entendía del todo el alcance de los problemas que Juan mencionaba.
—Gracias por avisarme, Juan. Lo tendré en cuenta —dije, sintiéndome confundida pero agradecida por la información.
Mientras regresaba a mi habitación, mi mente seguía ocupada con las palabras de Juan. La casa de Adrián y Eric estaba llena de secretos y tensiones, y mi curiosidad solo crecía. Me preguntaba si alguna vez descubriría la verdad detrás de la fachada perfecta de la mansión, o si terminaría atrapada en un mundo de misterios y celos
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Trilogía del Deseo
RomanceEn la ciudad de New York, Adrián y Eric, una pareja esposos exitosos , buscan a alguien para unirse a su extenso equipo de personal doméstico en su elegante hogar. Aurora, una joven en necesidad urgente de empleo, es recomendada por un amigo y acept...