Capítulo 41 : Conexiones

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Aurora:

Después de aquella intensa noche con Eric y Adrián, la rutina diaria volvió a tomar su curso. Sin embargo, había algo que no podía dejar de lado: hablar con mi tía sobre mi situación. Sabía que ella notaba mis cambios, mi felicidad y la manera en que mi vida había dado un giro.
Una tarde, mientras preparábamos el almuerzo juntas en la cocina, decidí que era el momento adecuado para abrirme con ella.

—Tía, necesito contarte algo —le dije, tratando de encontrar las palabras adecuadas mientras picaba verduras.

Ella me miró con curiosidad, pero también con esa ternura que siempre me había mostrado.

—Claro, mi niña. ¿Qué pasa? —respondió, deteniendo lo que estaba haciendo para prestarme toda su atención.

Tomé una respiración profunda y comencé a hablar, tratando de ser lo más honesta posible.

—Desde que llegamos aquí, mi vida ha cambiado mucho. Sabes que al principio fue difícil, pero ahora... las cosas son diferentes. Me siento más feliz, más completa. Y eso es gracias a Eric y Adrián.—

Mi tía asintió, esperando que continuara. Me sentí agradecida por su paciencia.

—Ellos han sido más que jefes para mí. Me han brindado apoyo, amor y un hogar. Hemos desarrollado una relación... especial. Una relación que va más allá de lo profesional.—

Vi su expresión de comprensión. Sabía que esto no era fácil de digerir, pero necesitaba que ella entendiera.

—Tía, ellos son importantes para mí. Me enamoré, de los dos. Y sé que esto puede sonar extraño, pero es lo que siento. No quiero ocultártelo más.—

Ella me miró en silencio por un momento, procesando mis palabras. Finalmente, habló con una voz suave pero firme.

—Aurora, siempre he querido lo mejor para ti. Si ellos te hacen feliz y te tratan bien, entonces tienes mi apoyo. Solo quiero verte feliz y segura.—. Sentí una oleada de alivio y emoción. Saber que tenía su apoyo significaba el mundo para mí.

—Gracias, tía. Tu apoyo es muy importante para mí. —Le di un abrazo fuerte, sintiendo que un gran peso se había levantado de mis hombros.

Después del almuerzo, decidí pasar un tiempo con mi hermanito. Él estaba en su habitación, jugando con algunos juguetes que Adrián y Eric le habían regalado. Me senté a su lado y le revolví el cabello con cariño.

—¿Cómo estás, campeón? —le pregunté, sonriendo.

Él me miró con esos grandes ojos inocentes y sonrió.

—Bien, princesa Aurora. Me gusta mucho esta casa. ¿Podemos quedarnos aquí siempre?—

Su pregunta me conmovió. Sabía que había pasado por mucho, y quería asegurarse de que se sentía seguro y feliz.

—Claro que sí, pequeño. Aquí estamos a salvo y felices. Y quiero que sepas que siempre haré todo lo posible por ti. Todo lo que hago es por ti. Te quiero mucho.—

Le di un beso en la frente y lo abracé. Sentí sus bracitos alrededor de mi cuello y supe que, sin importar lo que pasara, siempre estaríamos juntos.
Pasamos un buen rato juntos, jugando y riendo. Estos momentos eran los que realmente apreciaba, los que me recordaban por qué hacía todo lo que hacía.
Más tarde, esa noche, mientras me preparaba para dormir, pensé en todo lo que había sucedido. Hablar con mi tía y mi hermanito había sido un paso importante. Me sentía más conectada con ellos y más segura de mis decisiones.
Adrián y Eric habían cambiado mi vida de maneras que nunca imaginé. Y ahora, con el apoyo de mi tía, sabía que podía enfrentar cualquier cosa.
Cerré los ojos, agradecida por la familia que tenía y la nueva vida que estábamos construyendo juntos. Me levanté y me dirigí a la cocina, donde encontré a mi tía preparando el desayuno.

—Buenos días, tía —le dije, dándole un abrazo.

—Buenos días, mi niña. ¿Dormiste bien?

—Sí, muy bien. Gracias por todo, tía.
Ella sonrió y asintió.

—Sabes que siempre estaré aquí para ti, Aurora. Siempre.

Ese día, mientras trabajaba como secretaria de Adrián, sentí una nueva determinación. Sabía que tenía el apoyo de mi familia y que estaba construyendo algo hermoso con Eric y Adrián.
El día pasó rápido, y pronto nos encontramos todos en la mesa para la cena. Esta vez, se sentía diferente. Había una nueva cercanía entre nosotros.

—¿Cómo estuvo tu día, Aurora? —me preguntó Adrián, mientras pasaba la ensalada.

—Muy bien, gracias. Me estoy adaptando cada vez más a mi nuevo rol. ¿Y el tuyo?

—Muy productivo. Estamos avanzando mucho en los proyectos. Pero lo mejor del día es siempre volver a casa y estar con ustedes—

Trilogía del Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora