Aurora:El sol de la mañana ilumina suavemente la habitación mientras observo a Amy y Enzo jugar en el suelo.
Un año ha pasado desde que estos pequeños llegaron a nuestras vidas, y el amor que siento por ellos crece con cada día. Amy, con sus ojos azules como los de Eric y la actitud vivaz de Adrián, corre detrás de su peluche rosado, riendo con toda la inocencia de su corta edad. Enzo, en cambio, con los ojos verdes de Adrián y el temperamento reservado de Eric, se concentra en apilar unos cubos de madera, su pequeño rostro lleno de seriedad.
—Mira a Enzo —comento con una sonrisa mientras lo veo tan enfocado—
—Parece que se toma su misión muy en serio.—
Adrián ríe suavemente y me envuelve en un abrazo desde atrás.—Es igual que Eric, siempre tan meticuloso.—
—Y Amy es toda tú, siempre tan alegre y llena de energía —añade Eric, que se sienta a mi lado, observando a nuestra pequeña princesita.
La felicidad que siento en este momento es indescriptible. No puedo evitar recordar el año que hemos pasado juntos, viendo crecer a nuestros hijos y construyendo nuestra familia. Me acuerdo de las primeras veces que los sentimos moverse en mi vientre, de las noches sin dormir y de los días llenos de risas y nuevas experiencias.
—Todavía no puedo creer que ya tengan un año —murmuro, acariciando suavemente la espalda de Adrián
—Ha sido un año increíble.—
—Y apenas es el comienzo —responde él, besándome el cuello con ternura.
Hoy es un día especial.Después de haber esperado un año, ha llegado el día de nuestra boda. Un día que he soñado durante tanto tiempo, pero que también me llena de emociones encontradas.
Mientras Adrián y Eric comienzan a los mellizos, yo me pierdo en mis pensamientos, recordando a mi madre. La tristeza me invade al pensar que ella no estará presente en un día tan importante para mí. Me gustaría tanto que pudiera conocer a Amy y Enzo, ver en qué me he convertido, y estar aquí para compartir este momento.
Cierro los ojos y me veo nuevamente en esa habitación de hospital, hace tantos años, cuando mi madre murió dando a luz a mi hermanito Pablo. Fue un día lleno de dolor y confusión, y desde entonces, he sentido su ausencia en cada momento importante de mi vida. Hoy, su ausencia se siente más fuerte que nunca.
—Nena, ¿Estás bien? —la voz de Eric me saca de mis pensamientos.
—Sí, es solo que... estaba pensando en mi madre —respondo con un suspiro.
Adrián se acerca y me toma de la mano.
—Sabemos lo mucho que significaba para ti. Pero hoy ella está contigo, en tu corazón y en todo lo que has logrado.—
—Tienes razón —digo, intentando sonreír
—Sé que estaría feliz de verme hoy, de ver lo que hemos construido juntos.—Eric se arrodilla frente a mí, acariciando mi rostro con sus manos cálidas.
—Ella estaría muy orgullosa de la mujer fuerte y amorosa en la que te has convertido. Y nosotros también lo estamos.—Las palabras de Eric y Adrián me reconfortan, llenando mi corazón de un calor que alivia el dolor de la pérdida.
Miro a Amy y Enzo, que ahora juegan juntos, y siento una profunda gratitud por la familia que he encontrado en ellos.
Después de un desayuno tranquilo, comenzamos a prepararnos para la boda.
A mi alrededor, el equipo de estilistas y maquilladores trabajaba en cada detalle, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Me miré en el espejo, la tela del vestido caía como una cascada de seda blanca. Era un vestido hermoso, ajustado en la cintura, con un delicado encaje en el escote y una falda que se abría en suaves ondas.
—Estás preciosa, cariño —dijo la modista, ajustando la última parte del vestido.
Asentí, aunque mi mente estaba en otro lugar. Desde el momento en que me desperté, había una tristeza persistente en mi corazón. Hoy debería ser un día lleno de alegría, pero la ausencia de mi madre pesaba sobre mí. Sabía que ella debería estar aquí, sonriendo y llorando de felicidad mientras me veía caminar hacia el altar. En lugar de eso, solo tenía sus recuerdos.
Ella era mi todo, mi guía, y ahora, en el día más importante de mi vida, no estaría presente para compartirlo conmigo.
Mientras mis pensamientos vagaban por esos recuerdos, sentí las lágrimas acumularse en mis ojos. Cerré los párpados con fuerza, intentando no arruinar el maquillaje, pero era inútil. Algunas lágrimas escaparon y recorrieron mis mejillas.
El tiempo pasó rápido, y antes de darme cuenta, estaba lista. Me miré una última vez en el espejo, el velo cayendo sobre mi rostro, y supe que estaba lista para este momento.
El salón donde se llevaría a cabo la ceremonia estaba decorado de manera exquisita. Flores blancas y rosadas adornaban el camino hacia el altar, y el murmullo de los invitados llenaba el aire. Tomé el brazo a él papá de Adrián, quien con su mejor traje, estaba listo para llevarme al altar.
—Estás hermosa, Aurora —dijo él con una sonrisa llena de orgullo.
—Gracias, usted también luce muy guapo —le respondí, dándole un apretón en el brazo.
Las puertas del salón se abrieron, y una música suave comenzó a sonar. El murmullo se convirtió en silencio mientras todos los presentes giraban sus cabezas hacia mí. Respiré hondo, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba. Caminé lentamente, con pasos seguros, enfocándome en el final del pasillo, donde Adrián y Eric esperaban.
Mis ojos encontraron los suyos. Adrián, con su mirada cálida y un brillo de emoción, y Eric, con esa mezcla de seriedad y vulnerabilidad que solo yo conocía. Ambos lucían increíblemente apuestos en sus trajes, pero lo que más me impactó fue la emoción que vi reflejada en sus rostros.
—Mamá, estarías orgullosa —susurré para mí misma, imaginando que mi madre estaba observando desde algún lugar, sonriendo.
Cuando finalmente llegué al altar, me soltó con suavidad, dándome un beso en la mejilla antes de retirarse. Tomé las manos de Adrián y Eric, y en ese momento, sentí cómo toda la tristeza se disipaba, reemplazada por la certeza de que estaba exactamente donde debía estar.
—Estás increíble —susurró Eric, apretando mi mano suavemente.
—Es un sueño verte así —agregó Adrián, su voz más baja, pero llena de sentimiento.
Sonreí, sintiendo cómo el amor que compartíamos se hacía tangible. Los ojos de todos los presentes estaban sobre nosotros, pero en ese momento, solo existíamos nosotros tres.
Las palabras del oficiante fueron un murmullo en el fondo mientras nuestras miradas se conectaban, transmitiendo todo lo que sentíamos el uno por el otro. Cuando finalmente llegó el momento de los votos, supe que todo lo que habíamos pasado, todas las pruebas y dificultades, nos habían llevado a este instante.
Cada palabra que pronuncié salió del fondo de mi corazón. Prometí amarlos, respetarlos y caminar juntos por el resto de nuestras vidas. Y ellos, con la misma emoción, hicieron sus promesas. Cuando finalmente el oficiante nos declaró esposos, sentí cómo una ola de felicidad me envolvía.Nos besamos, sellando nuestro amor frente a todos, y en ese momento, supe que mi madre estaba allí, sonriendo orgullosa. Ahora, con mis mellizos en brazos y mis esposos a mi lado, sentía que, aunque la vida había sido dura, había encontrado mi felicidad.
FIN.
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Trilogía del Deseo
Roman d'amourEn la ciudad de New York, Adrián y Eric, una pareja esposos exitosos , buscan a alguien para unirse a su extenso equipo de personal doméstico en su elegante hogar. Aurora, una joven en necesidad urgente de empleo, es recomendada por un amigo y acept...