Capítulo 20: Un Desayuno en el Jardín

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Aurora:

Me desperté esa mañana con una mezcla de nervios y curiosidad. Adrián y Eric me habían invitado a un desayuno en el jardín de la mansión, y no podía evitar preguntarme qué esperar de esta invitación. La semana había pasado en un suspiro, llena de pensamientos encontrados y una cierta tensión residual desde la noche en la oficina.

Decidí vestirme con algo sencillo pero elegante: un vestido de verano azul claro que resaltaba mi piel. Cuando llegué al jardín, el sol estaba brillando y el aire fresco de la mañana me hizo sentir un poco más relajada. El espacio estaba decorado con esmero: mesas blancas, flores frescas y sillas cómodas rodeadas de plantas coloridas. El ambiente era casi idílico, y me hizo sentir un poco más tranquila mientras me acercaba.

Adrián estaba en la mesa, revisando su teléfono, pero levantó la vista y sonrió al verme. Me encanta poder ver las esmeraldas en sus ojos verdes pero me fascinada ver el mar en los de Eric.
Eric estaba sentado leyendo un periódico . Cuando me vieron llegar, ambos se levantaron para recibirme. Adrián me ofreció una sonrisa cálida, y Eric asintió en mi dirección con un gesto que, aunque breve, me pareció amable.

—Hola, Aurora —dijo Adrián—. Gracias por unirte a nosotros. Esperamos que disfrutes del desayuno.

—Claro, gracias por invitarme —respondí, intentando ocultar mi nerviosismo mientras me sentaba en la mesa.

El desayuno estaba compuesto por una variedad de opciones deliciosas: frutas frescas, pasteles y café. Me sentí aliviada al ver que la comida era informal y agradable, no demasiado formal. Eric se acercó con una taza de café y me la pasó.

—¿Cómo te ha ido esta semana? —preguntó

—Espero que hayas tenido tiempo para descansar y adaptarte un poco más a la rutina aquí.–

Acepté la taza con una sonrisa agradecida.

—Sí, ha sido una semana tranquila. He estado ocupada con mis tareas y tratando de adaptarme a todo esto —respondí

—A veces me siento un poco abrumada, pero estoy aprendiendo a manejarlo.–

Adrián se unió a la conversación, mirando con interés.

—¿Te gustaría contarnos un poco más sobre ti? —preguntó

—Queremos conocerte mejor y entender más sobre tu vida y tus intereses.–

Me sorprendió la pregunta, pero asintiendo, decidí abrirme un poco más.

—Claro, ¿qué les gustaría saber?–

Comencé a hablar sobre mi vida, desde mi infancia hasta los desafíos que he enfrentado, omitiendo cierto detalle doloroso de mi pasado.Les conté sobre mi hermano menor, cómo llegué a necesitar este trabajo, y cómo el baile siempre ha sido una parte importante de mi vida. Hablar sobre mis pasiones y mi historia personal me hizo sentir un poco vulnerable, pero también aliviada al compartir más de mí misma.
Adrián parecía genuinamente interesado y hacía preguntas sobre mi inicio en el baile y mis sueños futuros.

—Nunca supe que el baile era una de tus pasiones —dijo Adrián

—¿Todavía bailas de vez en cuando? – Sonreí, sintiendo nostalgia por esos momentos.

—Sí, de vez en cuando. Me ayuda a desconectar y a sentirme libre. Aunque no tengo mucho tiempo para ello, trato de practicar siempre que puedo –. Eric, observando el entusiasmo en mi rostro, asintió.

—Es impresionante que hayas encontrado una forma de expresar tus sentimientos a través del baile —dijo—. Es algo que requiere mucha dedicación y pasión.

Me sonrojé un poco por el cumplido y respondí con sinceridad.

—Sí, el baile ha sido una forma de escapar y expresar lo que siento. Es una parte importante de mi vida.–

La conversación continuó de manera fluida. Hablamos de diversos temas, desde nuestras aficiones hasta experiencias personales. La atmósfera era ligera y alegre, y me di cuenta de que este desayuno estaba logrando acercarnos más.

Adrián y Eric compartieron anécdotas divertidas sobre sus experiencias en el trabajo y en la vida personal, lo que hizo que la conversación fluyera con naturalidad. En un momento, Adrián comenzó a contar una historia sobre un evento embarazoso en una reunión de negocios, y Eric intervino con un comentario ingenioso que nos hizo reír a todos.

—Recuerdo aquella reunión —dijo Adrián—. Estaba tan nervioso que casi derramo el café en la presentación. Eric tuvo que salvarme con una de sus intervenciones brillantes. – Eric sonrió con humildad.

—Sólo estaba tratando de salvar la situación. Aunque no puedo negar que fue bastante divertido ver tu reacción.

La conversación se volvió más animada mientras compartíamos risas y anécdotas. Me di cuenta de que, aunque Adrián y Eric podían ser reservados en su trato diario, podían ser bastante encantadores y accesibles cuando estaban relajados.
Cuando el desayuno llegó a su fin, me sentí más conectada con ellos. Aunque aún había algunas tensiones residuales, la conversación había sido agradable y me permitió verlos desde una perspectiva diferente.

—Gracias por invitarme —dije mientras me levantaba de la mesa

—Ha sido un placer compartir este desayuno con ustedes.—

Adrián me ofreció una sonrisa cálida.

—El placer ha sido nuestro. Agradecemos que hayas compartido tu tiempo y tus historias con nosotros.

Eric asintió, su expresión más relajada de lo habitual.

—Sí, ha sido una buena oportunidad para conocernos mejor. Esperamos que sigas sintiéndote cómoda aquí.

Mientras me dirigía de regreso a mis tareas, me sentí un poco más tranquila y segura. La conversación con Adrián y Eric había sido un paso positivo hacia una mejor comprensión mutua.

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