Capítulo 52 : Resaca

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Aurora:

Desperté con un dolor de cabeza pulsante, y la luz del sol que se filtraba por las cortinas solo lo empeoraba. Me giré en la cama, cubriéndome los ojos con la mano mientras intentaba recordar los eventos de la noche anterior. Eric y Adrián estaban a mi lado, aún dormidos, con sus cuerpos enredados con el mío. Traté de levantarme sin hacer ruido, pero el dolor de cabeza me hizo soltar un gemido involuntario.
Adrián fue el primero en despertarse. Abrió los ojos lentamente y me miró con una sonrisa traviesa.

—Buenos días, princesa. ¿Cómo te sientes? —preguntó, su voz ronca por el sueño.

—Me duele la cabeza... ¿qué pasó anoche? —murmuré, cerrando los ojos con fuerza para bloquear la luz.

Eric se desperezó y se incorporó, apoyándose en un codo.

—Anoche no te dolía nada, cariño —dijo con una sonrisa burlona.

Me ruboricé al recordar vagamente lo que había ocurrido.

—¿Dije o hice algo... vergonzoso? —pregunté, temiendo la respuesta.

—Digamos que te soltaste bastante —dijo Adrián, riendo.

—Y nos diste algunas órdenes muy... específicas.—

Me llevé una mano a la frente, tratando de recordar más detalles. Las imágenes eran borrosas, pero recordaba haber pedido algo inusual.

—Oh Dios... ¿realmente lo dije?—

Adrián se inclinó y me besó suavemente en la frente.

—Sí, lo dijiste. Y fue increíble. Pero primero, necesitas algo para esa resaca.—

Asentí, agradecida por su comprensión y apoyo. Me levanté de la cama con cuidado, y ellos me ayudaron a caminar hacia la cocina. Mientras preparaban café y un desayuno ligero, me senté en la mesa, tratando de reunir mis pensamientos.

—De verdad que no recuerdo todo con claridad —dije, tomando un sorbo de café.

—Pero si hice algo fuera de lugar, lo siento.—
Adrián se rió mientras colocaba un plato de tostadas frente a mí.

—No tienes nada de qué disculparte. Anoche fue... increíblemente intenso y especial.—

Eric se unió a nosotros en la mesa, sirviéndose una taza de café.

—Lo importante es que disfrutaste y sabes qué siempre haremos lo que tú quieras, Aurora.—

Me sentí aliviada.

—Gracias, chicos. Ustedes son increíbles.—

Pasamos un rato más en la cocina, charlando y riéndonos de los eventos de la noche anterior. Aunque mi cabeza aún latía con fuerza, su compañía y las bromas ligeras hicieron que me sintiera mejor.

Después de desayunar, decidimos relajarnos en el jacuzzi de la habitación. La idea de sumergirme en agua caliente sonaba como el remedio perfecto para mi resaca. Adrián llenó el jacuzzi mientras Eric y yo nos desnudábamos.

Cuando entré en el baño, vi el vapor elevarse del agua, creando una atmósfera cálida y relajante. Adrián ya estaba en el agua, y Eric se unió a él rápidamente. Me deslicé junto a ellos, sintiendo el alivio inmediato del agua caliente en mis músculos adoloridos.

—Esto es justo lo que necesitaba —dije, cerrando los ojos y recostándome contra el borde del jacuzzi.

—Sabíamos que te vendría bien —dijo Adrián, acercándose para besarme suavemente.

Reí y les devolví el gesto, salpicando un poco de agua en su dirección. Pasamos el tiempo relajándonos, charlando sobre cualquier cosa y nada en particular. La atmósfera era tranquila y cómoda, una pausa bienvenida después de la intensidad de la noche anterior.

—Deberíamos hacer esto más a menudo —dije, suspirando de contenta.

—Definitivamente —respondió Eric, acariciando mi pierna bajo el agua—.

—Aunque, tal vez con menos resacas.—Adrián se rió, asintiendo de acuerdo.

—Sí, la próxima vez podríamos planear algo menos... agotador.—

Nos reímos juntos, disfrutando de la intimidad y la cercanía. La tensión de la resaca comenzó a desvanecerse, reemplazada por una sensación de paz y felicidad.

Después de un rato, salimos del jacuzzi y nos secamos. Me sentía rejuvenecida y mucho mejor. Nos vestimos y decidimos pasar el resto del día relajándonos en casa. Eric sugirió ver una película, y Adrián propuso preparar un almuerzo ligero.
Nos acomodamos en el sofá, con la luz del sol filtrándose suavemente a través de las cortinas. Adrián eligió una película de comedia, perfecta para mantener el ambiente ligero y alegre. Nos acurrucamos juntos bajo una manta, riéndonos de las bromas y disfrutando de la compañía mutua.

El día pasó rápidamente, lleno de risas, conversaciones y momentos de tranquilidad.

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