Capitulo 63 : Rescate

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Aurora:

El tiempo parecía haberse detenido en el oscuro y húmedo sótano donde me encontraban. La desesperación y el dolor se convirtieron en mis compañeros constantes. La sensación de humedad y frío era penetrante, y el dolor en mis manos y muñecas por las ataduras se volvía cada vez más intenso.
Había pasado todo el día en esa lúgubre prisión, con solo la luz tenue de una bombilla parpadeante que proporcionaba una iluminación débil. Cada vez que intentaba moverme, el dolor en mi espalda y los músculos tensos me recordaban la cruel realidad en la que me encontraba. Los secuestradores se aseguraban de mantenerme en un estado de ansiedad constante, dejándome sola la mayor parte del tiempo, solo para reaparecer en momentos inesperados.

Sabía que estaba allí por culpa de Marcos y Vanesa. La rabia y el resentimiento de ambos hacia mí eran evidentes. Marcos, con una actitud extraña, y Vanesa, con su actitud hostil, parecían estar actuando por una mezcla de venganza y desesperación. Sus visitas esporádicas eran siempre acompañadas de palabras crueles y gestos intimidatorios.

Cuando uno de ellos volvió a entrar en la habitación, pude ver el desprecio en sus ojos. La furia de Marcos se manifestaba en cada palabra que salía de su boca, mientras que Vanesa miraba desde un rincón, sus brazos cruzados con una expresión de satisfacción perturbadora.

—¿Cómo te sientes, Aurora? —preguntó Marcos, su voz cargada de sarcasmo

—¿Te gusta tu nueva habitación?—
Su risa cruel me hizo sentir aún más impotente.

Intenté mantenerme firme, a pesar de las lágrimas que amenazaban con escapar. La sensación de humillación era abrumadora, y el miedo por la seguridad de mis bebés me preocupaba más que nada.
El dolor se había vuelto casi insoportable. Mis fuerzas se estaban agotando y la angustia de estar atrapada sin poder hacer nada para proteger a mis bebés me consumía. Había pasado el día en un estado de desesperanza, mi mente agotada por el estrés y el miedo.
Sentí una presencia cerca, y mi corazón se aceleró cuando la puerta del sótano se abrió de nuevo. El hombre que entró tenía una actitud diferente esta vez, una mezcla de nerviosismo y determinación en sus ojos. No pude evitar sentir un pequeño destello de esperanza al ver que alguien más estaba allí.
De repente, los pasos en el pasillo se volvieron más fuertes, y la puerta se abrió de golpe.

Adrián:

El tiempo se había estirado interminablemente mientras buscábamos a Aurora. La policía había movilizado todos sus recursos, pero no fue sino hasta que obtuvimos una pista concreta que la búsqueda tomó un giro decisivo. Las cámaras de vigilancia y los informes de testigos finalmente nos llevaron a una ubicación potencial.

Eric y yo habíamos estado esperando ansiosamente, con el corazón en la garganta, mientras la policía revisaba el área. La desesperación se había convertido en una fuerza dominante, impulsándonos a no detenernos hasta encontrar a Aurora.
Finalmente, un oficial nos dio una actualización. Habían localizado un pequeño almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Era el lugar donde se había visto por última vez el vehículo sospechoso. Sabíamos que tenía que ser allí.

Nos dirigimos rápidamente al lugar, con la esperanza y el temor mezclándose en nuestro interior. Mientras nos acercábamos, pude ver la preocupación en el rostro de Eric, su ansiedad palpable. La idea de no saber qué le estaba pasando a Aurora era una tortura constante.

—Vamos a entrar con cuidado —dijo uno de los oficiales

—Queremos minimizar el riesgo.—

Eric y yo asintimos, manteniéndonos cerca mientras los oficiales se preparaban para entrar. Mi mente estaba llena de imágenes de Aurora en peligro, y cada segundo que pasaba sin noticias de ella era una tortura. La idea de que pudiera estar herida o en peligro me desarmaba.

Finalmente, los oficiales se adentraron en el almacén, sus movimientos precisos y calculados. La espera fuera era casi insoportable, pero de repente, escuchamos un grito a lo lejos. La policía había encontrado la entrada al sótano, y el sonido de pasos apresurados nos indicó que estaban trabajando rápidamente para liberar a Aurora.

La visión de Aurora, debilitada pero viva, fue un bálsamo para nuestra angustia. Los oficiales estaban trabajando rápidamente para asegurar el área y llevar a Aurora a un lugar seguro. La vi, envuelta en una manta, siendo atendida por paramédicos. Mi corazón se rompió al ver su estado, pero estaba aliviado de que finalmente la habíamos encontrado.

—Aurora, estás a salvo —le dije, mi voz temblando de emoción mientras me arrodillaba junto a ella.

Sus ojos se encontraron con los míos, y pude ver la mezcla de miedo y alivio en su rostro. La abrazé con suavidad, tratando de transmitirle todo el consuelo que no podía expresar con palabras.

Eric estaba a mi lado, su rostro pálido pero determinado. La preocupación en sus ojos reflejaba la intensidad de nuestro miedo durante todo el día. Los paramédicos la estaban llevando al hospital para una revisión exhaustiva, y nosotros íbamos a acompañarla.

Mientras nos dirigíamos al hospital, sentí una mezcla de alivio y tristeza. La imagen de Aurora, tan vulnerable, me había afectado profundamente. La verdad sobre lo que le habían hecho durante su cautiverio aún no estaba clara, pero sabía que tendríamos que ser fuertes para apoyarla durante su recuperación.
Al llegar al hospital, Aurora fue llevada rápidamente a un área de emergencia. Eric y yo esperamos en la sala de espera, sintiendo el peso de las horas de angustia finalmente aliviado. La policía estaba allí también, tomando declaraciones y asegurándose de que los responsables fueran llevados ante la justicia.
En la sala de espera, nos miramos el uno al otro, sabiendo que aún teníamos mucho por delante. Aurora estaba a salvo, pero el camino hacia su recuperación y el proceso para sanar las heridas emocionales y físicas solo había comenzado.

Aurora:

La luz del hospital era fría y blanca, y el sonido constante de los monitores me mantenía alerta. Me sentía abrumada por la situación, pero al menos estaba en un lugar donde podía recibir atención médica. Adrián y Eric estaban a mi lado, mostrándome su apoyo incondicional.

La visita de los médicos fue rápida, confirmando que estaba físicamente bien y que los bebés también estaban estables. Aunque el miedo y la preocupación aún estaban presentes, el simple hecho de estar en un lugar seguro con las personas que me importaban me dio una sensación de esperanza.

Las horas pasaron lentamente mientras me recuperaba, pero el alivio de tener a Adrián y Eric cerca me dio fuerza.

Trilogía del Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora