Capítulo 7: Encendiendo la Llama

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Adrián:

El gimnasio estaba en completo silencio, salvo por el sonido rítmico de los pesas golpeando y mi respiración pesada. La luz suave del atardecer se filtraba a través de las ventanas, iluminando el espacio de manera que el sudor en mi piel brillaba como pequeñas gotas de cristal. Mi rutina de entrenamiento estaba en su punto más intenso, y me sentía en la cima de mi forma física.

De repente, noté un cambio en el ambiente. El sonido de pasos suaves sobre el suelo de goma llamó mi atención. Miré hacia la puerta del gimnasio y vi a Aurora entrando con su equipo de limpieza. Normalmente no la veía en esta parte de la casa, y la sorpresa de encontrarla aquí me hizo detenerme por un momento.

Aurora parecía distraída, moviéndose lentamente mientras sostenía una mop de manera casi automática. Sus ojos se desviaban en mi dirección, y aunque intentaba mantener su atención en su trabajo, era evidente que estaba luchando por no mirarme. Me dio una ligera sonrisa cuando me vio, y yo respondí con una inclinación de cabeza, disfrutando del efecto que mi presencia estaba teniendo en ella.

—¿Necesitas algo? —le pregunté con un tono relajado, disfrutando de la oportunidad de romper el hielo.

Ella parpadeó, claramente sorprendida por mi voz. —No, solo estaba... limpiando. —Su voz temblaba un poco, y noté un rubor en sus mejillas que no había visto antes.

Me incliné hacia adelante, dejando la pesa en el suelo con un suave golpe. La miré con un interés renovado mientras ella intentaba concentrarse en su tarea. Su nerviosismo era palpable, y no pude evitar disfrutar de la forma en que su mirada se desviaba hacia mí cada vez que pensaba que no estaba mirando.

Aurora:

El gimnasio era un lugar que solía evitar, pero tenía la tarea de limpiar cada rincón de la casa, y el gimnasio era parte de esa rutina. Hoy, sin embargo, no pude evitar sentirme más consciente que nunca. Adrián estaba allí, entrenando sin camisa, y su cuerpo era una visión que me resultaba difícil de ignorar.

Con cada movimiento que hacía, sus músculos se tensaban y se relajaban de una manera que me hacía morderme el labio en un intento de concentrarme. Era difícil no dejarme distraer por el sudor que resbalaba por su espalda y los movimientos fluidos de sus brazos. Cada vez que miraba hacia él, notaba que sus ojos se posaban en mí con una intensidad que me hacía sentir incómoda, pero a la vez intrigada.

Estaba en medio de mi tarea, limpiando el suelo cerca de donde él entrenaba. Cada vez que me movía, me sentía más expuesta. La forma en que me miraba me hacía preguntarme si él se daba cuenta del efecto que tenía sobre mí. Intenté enfocarme en mi trabajo, pero la tensión en el aire era innegable.

—¿Todo bien por aquí? —preguntó Adrián, su voz rompiendo el silencio.

Me giré hacia él, tratando de mantener la compostura. —Sí, todo bien. Solo haciendo mi rutina de limpieza.

Él sonrió, un gesto que parecía ser tan natural para él, pero que para mí resultaba electrizante. —¿Necesitas algo más? Estoy aquí si necesitas ayuda.

Sus palabras me hicieron sentir aún más incómoda, y mi rostro se sonrojó aún más. —No, realmente... solo estoy bien. Gracias.

Pude sentir cómo la atmósfera se volvía más densa mientras él se acercaba a mí. Sus pasos eran suaves pero decisivos, y su presencia se sentía como una sombra que me envolvía. Cada vez que levantaba la vista y nuestros ojos se encontraban, mi corazón aceleraba.

Adrián parecía disfrutar de la manera en que me estaba afectando. Vi cómo sus labios se curvaban en una sonrisa sutil mientras yo intentaba limpiar el suelo con movimientos torpes. La tensión entre nosotros era palpable, y no podía evitar preguntarme si él sentía lo mismo que yo.

—¿Te importa si sigo entrenando mientras trabajas? —preguntó Adrián, su tono relajado pero con una pizca de diversión.

—Claro, no me molesta —respondí, tratando de sonar casual mientras mi mente seguía centrada en la forma en que él se movía.

Mientras continuaba con mi tarea, noté que la rutina de Adrián se volvía más intensa. Sus movimientos eran precisos y controlados, pero había algo en la forma en que él se concentraba que me hacía sentir aún más nerviosa. Cada vez que pasaba cerca de él, su aroma a loción de deporte y sudor se mezclaba en el aire, y me resultaba difícil no dejarme llevar por la atracción que sentía.

Finalmente, cuando terminé mi tarea y me dirigí hacia la salida del gimnasio, no pude evitar lanzar una última mirada a Adrián. Él estaba aún en medio de su rutina, y su cuerpo brillaba con el sudor del esfuerzo. Mi corazón latía con fuerza, y me preguntaba cómo podía sentirme tan atraída por alguien que parecía ser tan inaccesible.

Adrián:

Vi a Aurora salir del gimnasio, su figura desvaneciéndose a medida que se alejaba. Había disfrutado de la distracción que su presencia había causado durante mi entrenamiento. Era evidente que había algo entre nosotros, algo que no podía ser ignorado.

Me quedé allí, reflexionando sobre el momento. Aunque no había hecho nada explícito, la forma en que ella me miraba y se comportaba a mi alrededor había sido más que suficiente para encender una chispa de interés. El juego de miradas y la tensión en el aire eran indicios claros de que había algo que necesitaba explorar.

Me preparé para terminar mi rutina, pensando en cómo Aurora había logrado cambiar el ritmo de mi día. Sabía que el próximo encuentro entre nosotros podría ser aún más interesante, y no podía esperar a ver cómo se desarrollaría esta atracción que había comenzado a surgir entre nosotros.

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