Aurora:Había algo especial en el aire al regresar a la casa después de la odisea del hospital. Era como si el mundo hubiera cambiado, como si la realidad fuera ahora más brillante, más intensa. Cuando cruzamos la puerta de la mansión, con Amy y Enzo en nuestros brazos, nos sentimos verdaderamente completos. Era el primer día de una nueva vida, una que no podíamos esperar para comenzar.
Pablo fue el primero en recibirnos, con una expresión que mezclaba la curiosidad y la emoción. Se acercó tímidamente, como si no supiera exactamente qué hacer frente a los pequeños.
—Hola, cielo —le dije suavemente, agachándome un poco para que pudiera ver a los bebés más de cerca
—Estos son tus sobrinos, Amy y Enzo.—Pablo miró a los dos pequeños con los ojos muy abiertos, como si no pudiera creer lo que veía.
Extendió una mano, pero se detuvo a medio camino, mirándome como si pidiera permiso.
—Puedes tocarlos,campeón—le animó Eric, sonriendo.
Con cuidado, Pablo acarició la mejilla de Amy, que se revolvió ligeramente en mis brazos, y luego la de Enzo, que estaba profundamente dormido.
—Son tan pequeños... —susurró Pablo, con una sonrisa que irradiaba pura alegría.
—Lo son —dijo Adrián, poniéndole una mano en el hombro
—Pero van a crecer rápido, y vamos a necesitar tu ayuda para cuidarlos.—Pablo asintió, su rostro lleno de determinación. Era evidente que el papel de tío le emocionaba tanto como a nosotros el de padres.
Nos instalamos en la sala de estar, dejando que Pablo tuviera más tiempo para conocer a sus sobrinos. Eric y Adrián se turnaron para sostener a los bebés, mientras conversábamos sobre las primeras impresiones de la paternidad.
Un mes después, la casa había adquirido un nuevo ritmo. Las primeras semanas habían sido un torbellino de emociones, noches sin dormir y aprendizaje constante. Pero ahora, poco a poco, empezábamos a encontrar nuestro equilibrio.
Cada mañana comenzaba de la misma manera: Eric y Adrián se levantaban primero, tomaban a Amy y Enzo de sus cunas y los traían a nuestra cama, donde los tres disfrutábamos de esos primeros momentos del día. Esos momentos se habían convertido en nuestro pequeño ritual, una forma de empezar el día con una sonrisa.—Es extraño pensar en cómo han cambiado las cosas en tan poco tiempo —comenté, acariciando la cabeza de Enzo, que ahora estaba despierto, mirando todo con esos ojos curiosos.
—Sí, parece que fue ayer cuando nos enteramos que estabas embarazada —respondió Adrián, con una sonrisa melancólica
—Y ahora, aquí estamos, aprendiendo a ser padres día a día.—
—Y lo estamos haciendo bien —añadió Eric, con ese tono firme y seguro que siempre me tranquilizaba.
—Aunque hay momentos en los que parece que no sabemos lo que estamos haciendo, es normal. Lo importante es que estamos juntos en esto.—Dijo Adrian sonriendo.
Asentí, sintiéndome agradecida de tener a estos dos hombres a mi lado. Ser madre primeriza era una experiencia abrumadora, pero con Adrián y Eric, todo parecía un poco más manejable.
—¿Cómo te sientes hoy? —me preguntó Eric, mientras me pasaba una taza de té.
—Mejor —respondí, con una sonrisa
—Creo que finalmente estamos empezando a entender cómo funciona esto de ser padres.—
Adrián, que estaba cambiando a Enzo, sonrió de lado.—Sí, pero sigue siendo un desafío —comentó, abrochando el último botón del pijama de Enzo
—Aunque no lo cambiaría por nada en el mundo.
Eric asintió, observando a Amy, que se había quedado dormida en sus brazos.—De hecho, he estado pensando en cómo manejar las reuniones de la empresa —dijo, mirando a Adrián
—No quiero que Aurora se quede sola con los bebés durante días si tenemos que viajar.—
Adrián dejó a Enzo en su cuna y se acercó a la cama, sentándose a mi lado.—Estoy de acuerdo. Podemos turnarnos para los viajes. Si una reunión requiere que estemos fuera de la ciudad, solo uno de nosotros irá. Así siempre habrá alguien en casa con Aurora y los bebés —explicó Adrián, acariciando mi brazo.
—Me parece una buena idea —dije, aliviada de que hubieran pensado en esto
—Sé que vuestro trabajo es importante, pero no quiero estar sola con los bebés durante tanto tiempo.—
—Nunca estarás sola —dijo Eric, tomando mi cara.
—Somos un equipo, Aurora. Siempre lo seremos.—
Sus palabras me tranquilizaron, y supe que encontraríamos la manera de hacer que todo funcionara. La paternidad y el trabajo no serían fáciles de equilibrar, pero estábamos dispuestos a hacer lo que fuera necesario para que nuestra familia prosperara.
Esa noche, mientras cenábamos, hablamos de todos los cambios que habían sucedido en tan poco tiempo.
—Pablo ha sido un gran apoyo —comentó Adrián
—No solo es un tío increíble, también está ayudándonos mucho con las pequeñas cosas del día a día.—
—Es cierto —asentí, sonriendo
—Ha madurado mucho desde que llegaron los bebés.—
—Estamos todos aprendiendo y creciendo juntos —añadió Eric, sirviéndose un poco más de vino
—.Y eso es lo que hace que todo esto sea tan especial.— Comentó AdriánNos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la compañía mutua.
—Estoy emocionada por el futuro —dije finalmente, rompiendo el silencio
—Sé que será difícil, pero con ustedes a mi lado, sé que todo estará bien.—Adrián me rodeó con su brazo, acercándome a él.
—Lo estaremos, Aurora. Estaremos bien —dijo suavemente.
Eric asintió, brindando en silencio con su copa
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Trilogía del Deseo
RomanceEn la ciudad de New York, Adrián y Eric, una pareja esposos exitosos , buscan a alguien para unirse a su extenso equipo de personal doméstico en su elegante hogar. Aurora, una joven en necesidad urgente de empleo, es recomendada por un amigo y acept...