CAPÍTULO NUEVE

5.6K 438 240
                                    

Leyla Sterne/Simon Romanov

SIMON

He conseguido un nuevo trabajo.
Después de mil papeletas fallidas, un par de llamadas y una que otra cerveza, he conseguido empleo.

He sobrevivido con el dinero que me ha dejado mi pensión militar, pero necesito algo más para sentirme como un ciudadano normal. Mi terapeuta me ha recomendado buscar un nuevo trabajo, quizá así me sentiría un poco más "adaptado" a todo.

Reitero que haber sido militar para las fuerzas especiales rusas durante muchos años, tu vida cambia por completo. Da un vuelco 360 grados.
Llegar a un pueblo desconocido, para fingir que no has visto nada de toda la mierda que has hecho y consumido en tu anterior vida, no es fácil.
Amaba servir a mi país, me llenaba y de alguna forma, al principio me hacía sentir vivo.
Viví en carne propia, frente a mis ojos la muerte de muchos compañeros, colegas y hermanos. Eso me asfixiaba cada noche y si no salía, iba a volverme loco.
Es por eso que las terapias son bastante necesarias. Y aunque he mejorado las pesadillas, hay algo en ti que nunca se va: la culpa.

Pensé que, consiguiendo otro pasatiempo, convencería a mi mente de que llevo una vida normal. Y desde mañana, empezaré a trabajar en un club a las afueras del pueblo. Queda a unos cuarenta minutos. Es privado y bastante prestigioso, donde trabajaré de guarda por las noches.
También necesitaba un auto.
Y lo he conseguido.
En mi color favorito.
Un negro oscuro demasiado alucinante y llamativo, aunque no lo suficiente para alarmar al pueblo.

Después de misa, he visitado la agencia de autos. Son pasadas las tres de la tarde y camino de vuelta al pueblo.

Recuerdo a Leyla hoy.
Me senté en la esquina del fondo y vi como me buscaba con la mirada.
No me encontró.
Respecto a lo demás, pude entender que estaba nerviosa mientras tocaba. Su lenguaje corporal la delataba y no lo hacía como de costumbre.
Siempre suena bien. Increíblemente impecable.
Pero hoy sonaba distorsionado y desordenado.
No sé mucho de instrumentos, pero es obvio que Leyla no está bien.
Algo le preocupaba. Por eso, cuando la vi salir, no dudé en ir tras ella.

Fue ahí cuando supe lo que sucedía.
Tal parece que querían casarla a la fuerza. Pero eso no es todo, el chico era gay.

Landon, es su nombre.
Recuerdo verlo una que otra vez merodeando por el pueblo, es un chico común y corriente, escuálido y de buena pinta. De esos que parecen que te brindan una relación común, te prestan su chaqueta bajo la lluvia y te llevan a misa cada domingo.
El estereotipo que cualquier padre busca para su hija.
Para arruinarle la vida, realmente.

Rato después de llegar a la iglesia, recibí una llamada de Ale. Así que salí al jardín trasero para contestarle. Cuando vi a Landon con otro chico detrás de los árboles.
Estaba haciéndole... No.
No quiero recordar.
Digo, está bien que exploren su sexualidad y toda esa mierda pero, joder. ¿Que acaso no había un lugar más cerrado? Es decir, cualquiera podría verlos, ni siquiera notaron que estaba allí.

En fin, el caso es que Leyla no está bien.

Suspiro y doy la vuelta entrando al pueblo y tal parece que el cielo conspira a mi favor o que el mismísimo Dios me adora. Pues me encuentro con esa chica una vez más.

Esta vez, va saliendo de una perrera, lleva una gran bolsa de croquetas para cachorros. Se la acomoda sobre el hombro a la vez que cierra con candado el lugar.
Caigo en cuenta de la vez que tuvimos esa "pequeña discusión" (sí, en la que me llamó «promiscuo» y no. No lo voy a olvidar jamás) cuando me comentó que daba de comer a los perros de un refugio.

Forgive MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora