LEYLA STERNE
Un año después...El aire fresco me invade la nariz junto al olor a hierba fresca.
Tal como prometimos: Hemos mejorado.Nos largamos del pueblo, ahora vivimos en Londres, en una enorme casa que Simon insistió en comprar. Es hermosa y tiene un jardín enorme donde ahora viven todos mis animales del refugio.
Debía traerlos conmigo. Son parte de mi y Simon no ha dudado en transportarlos hasta acá.
Mi madre ha mejorado también. La terapia ha sido una herramienta esencial.
Ella y la señora Romanov ahora viven juntas. Han formado un precioso lazo de amistad y están a tan solo una hora de distancia de Simon y yo.
Por otra parte, Avery me llama muy seguido. También se ha mudado del pueblo. Consiguió trabajo en donde tanto quería y ahora vive en un apartamento con su novio, en el centro de la ciudad.
Estoy demasiado feliz por ella.
Sobre Mara, no supe nada más. Sin embargo, la perdono.
La quería mucho después de todo.—Va a encantarte el lugar, ya vas a ver—La voz de Simon me hace voltear en su dirección. Lleva manejando al menos quince minutos y aún no me ha dicho a dónde me llevará. Además, ha estado sospechoso toda la semana.
—¡Quiero saber! Haven también, ¿verdad que sí?—Haven va justo en mi regazo, se restriega en mí y saca la cabeza por la ventana, mirando el paisaje con la lengua de fuera.
Simon ríe.
También ha mejorado.
Se ve más feliz, más tranquilo y al fin, sus pesadillas han terminado.Maneja por unos minutos más hasta que nos detenemos frente a un alto edificio color gris. Tiene ventanas rectas a los costados y un borde lleno de arbustos recién cortados al rededor de la puerta.
—Ven conmigo—se quita el cinturón y baja del auto. Sostengo a Haven y ambos seguimos a Simon.
Haven olfatea todo a su paso. Mueve la cola y avanza.
—¿Qué es todo esto?—pregunto en el momento en que lo veo abrir la puerta con una llave.
El sonríe pero no responde. Entra y, cuando las luces se prenden, mi corazón amenaza con salir de mi cuerpo.
Un estudio de música.
De piano, en específico.—¿Te gusta?—pregunta. Le miro y la ilusión se estanca en sus ojos. Extiende las llaves hacia mí y no puedo creerlo—. Es tuyo. Todo tuyo, cariño. Lo he hecho para ti.
Mis ojos se abren. Suelto a Haven para que explore el lugar.
Había un enorme piano en medio, el piso blanco tallado en mármol:las paredes grises y blancas. Bancas por todas partes.
Unas enormes ventanas.Dios.
Todo era precioso.
Un sueño.—Yo... Esto es demasiado—apenas logro decir—. Yo no sé si...
Niega con la cabeza. Toma mi mano y coloca las llaves sobre ella.
—Tuyo. Leyla. Es tuyo. Siempre has querido algo así y lo tienes ahora—dice con firmeza—. No lo deseches. Tómalo porque te lo mereces. Podrás enseñar lo que sabes a muchos. Este lugar te pertenece.
Las lágrimas hacen presencia en mis ojos.
—Es hermoso...—murmuro agradecida y me pongo de puntillas para besarle los labios. Él me corresponde y me siento completa de nuevo.
El beso no termina allí.
Simon me toma de las caderas y su cuerpo abraza al mío. Me besa.
Una.
Otra y otra vez.
Como si quisiera fundirse conmigo.
Yo también quisiera eso.
Mis manos se atan a su cuerpo como cadenas invisibles que me enlazan a él.Lo amo.
Jamás había amado a alguien de la manera en que lo amo a él.Se separa un poco, estoy aturdida aún y trato de recomponerme. La poca estabilidad que había recuperado cae por un precipicio cuando lo veo arrodillado frente a mí. Mi mundo se detiene y el corazón me corre a kilómetros.
Extiende sus manos y abre una pequeña caja, que muestra un anillo plateado.
Un momento.
Voy a morir.
Los ojos se me llenan de lágrimas al ver el detalle.—Cásate conmigo—dice—. Leyla, te amo. Con cada centímetro de mí, te adoro y deseo ser quien veas al despertar. Deseo amanecer a tu lado cada día. Prepararte el desayuno, cuidarte, apoyarte y seguirte en cada paso que des—tarde. Ya estoy llorando—. Permíteme ser el hombre de tu vida. Te pertenezco, Leyla. Por favor, acéptame como tu esposo y prometo que no volverás a sentir ni una pizca de tristeza.
Me agacho de inmediato y lo beso. Tomo su rostro con mis manos y no dudo en besarlo.
—Te amo—murmuro llorosa—. Te amo y sí, acepto. Acepto casarme contigo.
Ambos nos ahogamos en el otro. Solo quedamos nosotros. Mis labios buscan los suyos y él responde al contacto.
Nos separamos luego de unos segundos para tomar aire, él me observa, queriendo capturar este momento por siempre.
Acaricia mis mejillas y sonríe.
—Dame tu mano—me pide. Lo hago.
La toma con cuidado y coge el anillo, lo desliza por mi dedo anular, hasta ajustarlo.
—¿Te gusta?
Asiento frenéticamente.—Es precioso—tenía destellos verdes y café. Era una piedra muy única.
—Lo pedí así porque el verde es el mismo tono que el color de tus ojos—explica—y el café es de los míos. Está fusionado, al igual que nosotros.
Su sonrisa me deshace por completo.
—Creo que es el mejor anillo del mundo.
—Lo es—ríe y vuelve a dejar un corto beso en mis labios—. No me creo que serás mi esposa.
Una corta carcajada sale de mí.
—Lo soy. Y tendré al mejor esposo del mundo.
—Leyla—me llama.
—¿Sí?
—Juntos seremos todo aquello que nunca pudimos tener. Y nadie va a lograr separarnos.
Nos enlazamos en otro beso. El cuerpo entero me tambalea e incluso no puedo dejar de sonreír. Haven nos rodea y mueve la cola con emoción.
Estaba en casa.
Al fin.
Al fin estaba en casa.
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Forgive Me
RomanceDonde la verdad es el camino a la salvación, Leyla Sterne, una devota mujer criada en las estrictas creencias de su iglesia, se ve desafiada cuando Simon Romanov, un enigmático ex-militar, llega al pueblo. A medida que su encuentro florece, se desp...