SIMON ROMANOV
Voy a hacer pagar a Luisa.
Muy pronto esa mujer estará atada a una silla, balbuceando sus últimas palabras antes de que acabe con ella por todo lo que le ha hecho a Leyla.No me importaría.
La mataría sin el mínimo remordimiento. Sin una pizca de duda.
Le ha hecho daño a la mujer que quiero, y nadie tiene permitido eso. Ha tocado una pieza esencial para escarbar su propia tumba.Sin embargo, justo en este momento no me he despegado de Leyla. Duerme plácidamente a mi lado. Ha huido de casa y me rompe el alma haberla encontrado de la manera en que lo hice: Un cúmulo de lágrimas y golpes. Abrumada y desesperada.
Me dolía verla así.
Porque sé lo que se siente que te lastimen cuando eres inocente. Que te hagan daño en un lugar donde solo buscas amor y aceptación.«Nunca estaría con alguien como tú. Un tartamudo. ¡Qué horror! Definitivamente eres un error»
Cierro mis ojos con fuerza queriendo borrar esa voz. Ese pequeño recuerdo de mi infancia.
Me inclino para besar a Leyla en la cabeza. Bañada y con ropa suave, luce tan cómoda. Lo mejor de todo es que está junto a mí. No quiero que se vaya y ella tampoco quiere irse.
Es por eso que mañana en la mañana nos iremos a casa de mi madre mientras consigo algo más.Me ha dicho que no le importa nada más que yo esté a su lado. Y por ello no quiero dejarla sola ni por un segundo. Incluso he dejado mi trabajo, puesto que el imbécil de mi jefe, lo único que dijo cuando le expliqué la situación del por qué no iría a trabajar en un par de días fue:
—Entonces resuelve tus problemas y yo buscaré a alguien más —gruñó al teléfono—. Estás despedido.
Y una mierda.
Me importa poco.Prefiero estar con Leyla. De todos modos, tengo suficiente dinero, trabajaba por distracción.
—
A la mañana siguiente, me levanto temprano para preparar el desayuno.
Que sí, que suena a lo más cliché.El hombre haciéndole el desayuno a su mujer por las mañanas. O algo así.
Sé una que otra cosa pues mamá desde niño me obligaba a ver esas clásicas comedias románticas todos los sábados por las noches.A ver, que no me quejo.
Bueno, en realidad al principio lo hice (solo un poco, por supuesto). Pero luego de ver tantas, te acostumbras y llegan a ser entretenidas.La cuestión es que gracias a ello aprendí muchas cosas.
Entonces ahora me encuentro en mi cocina, levantado desde las siete de la mañana, preparando un gran desayuno para Leyla.Quiero que sea perfecto para ella, debe recuperar fuerzas así que me aseguro de que tenga todo lo necesario. Acomodo cada plato sobre la mesa, cada cubierto y absolutamente todo. De un lado, el aroma de los huevos revueltos con jamón emana de mi cocina. Por el otro, hay algo de fruta, panqueques con miel y mantequilla. Ah, y he puesto leche, jugo y café. No sé si querrá solo uno, pero si de pronto se le apetecen los tres, puede tomar lo que quiera.
El chirrido de la puerta me hace llevar la mirada al umbral, y entonces me encuentro con Leyla. Sigue adormecida, su cabello está desordenado y mira en distintas direcciones. La camiseta larga que le cae sobre los muslos, y calcetines.
Aun así, se ve preciosa.
Dios.
Mi mujer es preciosa, a que sí.—Hola, Cariño —digo con una cálida sonrisa, ella bosteza y me la devuelve—. ¿Dormiste bien?
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Forgive Me
RomanceDonde la verdad es el camino a la salvación, Leyla Sterne, una devota mujer criada en las estrictas creencias de su iglesia, se ve desafiada cuando Simon Romanov, un enigmático ex-militar, llega al pueblo. A medida que su encuentro florece, se desp...