SIMON/LEYLA
SIMON ROMANOV
La presión que yacía dentro de mis pantalones hace tres días había sido insoportable. Sobretodo cuando me subí al auto esperando a que bajara. Ahora, cada vez que recuerdo cómo toqué a Leyla, las ganas vuelven y es frustrante.
—Necesito conocerla algún día —dice Alexei.
Ha venido a visitarme a mi trabajo, y, en mi media hora de descanso no ha dejado de preguntar por ella. Desafortunadamente, se me ha escapado algo. Ahora no deja de interrogarme.Tomo una calada de mi cigarro y luego lo dejo en el cenicero.
—Pues te quedarás con las ganas —le doy un golpe amistoso en el hombro.
—Eh, hombre. Tampoco te voy a robar a la mujer —frunzo el ceño, mirándolo.
—¿No aprendes a guardar silencio?—sonríe al ver que sus palabras me han irritado. Se aparta de la barra y me avisa que irá a ver el club un rato más. En este tiempo me ha contado que obtuvo un nuevo trabajo también. Como agente de policía. Justo ahora están investigando la desaparición de una mujer. Parece que es un caso de hace años, pero la madre de la desaparecida no ha dejado de insistir para reabrirlo. Ahora es Alexei quien lo ha tomado.
Paseo por la barra y pido otra cerveza fría porque esa mierda es la bebida más suave que venden aquí. Ahora, gracias a Leyla, cada vez que vengo al maldito trabajo, es de ella de quien me acuerdo. Por cierto, he ordenado que le prohíban la entrada. Estoy de acuerdo en que salga a divertirse, pero no en un lugar como este. Hay miles de sitios que son mejores para ella, y estoy disponible para llevarla a todos cuando quiera. Aquí no. Es peligroso y no voy a volver a dejar que corra peligro. Sus amigas estaban enrollándose con desconocidos en habitaciones alejadas mientras ella merodeaba borracha por la pista sin rumbo alguno.
Después de mi descanso, vuelvo a mi trabajo para una larga jornada hasta que regreso a casa. Alexei ha decidido quedarse hasta mañana. Está tumbado en mi sofá investigando sobre el caso de su trabajo. Lleva horas allí y se ha tomado unas tres tazas de café. Le insistí en que presionarse demasiado no era bueno. Pero es hombre, y los de mi especie son bastante inútiles a veces.
Vuelvo a mi habitación y enciendo la lámpara. La cálida luz se derrama en mi recámara. Cierro los ojos para poder relajarme, hasta que todo se siente ligero y solo veo oscuridad.
—Lo han hecho de nuevo, mami —mi voz sale en débiles sollozos que se atoran en mi garganta, volviendo mis palabras cada vez más inútiles.
—Mamá está aquí, pequeño Simon. Yo no voy a dejarte nunca y sé que algún día serás tan fuerte como tu padre —susurra mamá. No me ha soltado en horas. Me abraza entre las sábanas de mi cama y se aferra a pasar toda la noche conmigo, incluso cuando sé que la pequeña luz de la pared que uso todas las noches para evitar la oscuridad no la deja dormir. Sus dedos acarician mi cabello y besa mi frente tratando de aliviar el dolor. No puedo dejar de llorar.
Mis compañeros se han empeñado en hacerme la vida imposible. Me han cambiado de escuela a escondidas de mi padre tres veces y siempre es lo mismo: las mismas burlas, los mismos comentarios. Mamá me ha llevado a terapias para mejorar mi habla, lo he hecho. Pero eso no detiene nada.
Mickey, mi compañero de matemáticas, es el peor de todos. Su cuerpo es más grande y fuerte que el mío. Cada vez que puede, tira mi almuerzo, lo esconde. Me lo quita y lo escupe frente a mí. He perdido la cuenta de las veces en que he tenido que encerrarme en el baño para comer a escondidas y no tener que aguantar hambre.
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Forgive Me
RomanceDonde la verdad es el camino a la salvación, Leyla Sterne, una devota mujer criada en las estrictas creencias de su iglesia, se ve desafiada cuando Simon Romanov, un enigmático ex-militar, llega al pueblo. A medida que su encuentro florece, se desp...