SIMON ROMANOV
Julián. Ese era su nombre.
"El padre Julián".
Acababa de recordarlo debido a que me hallaba detrás de él, inmerso en mi propia mente. Hasta que la voz de mi amigo interrumpe.—Si gritas, disparo —sostiene el arma sobre su sien. Sus ojos destellan diversión—. Colabora y saldrás vivo de esto.
El sujeto se retuerce sobre la silla de madera, asintiendo. Sus músculos se contraen bajo las ligaduras que le atan las extremidades. Confieso que las lágrimas que se deslizan por sus mejillas comienzan a exasperarme. A Ale parecen entretenerlo.
—Por favor... les concederé lo que deseen —implora atemorizado. Ale emite una risa sardónica.
—¿Vamos a iniciar con súplicas, eh? No es tan difícil, solo son preguntas—juguetea con el arma recorriéndola por el rostro de Julián. Este gime horrorizado y con el tórax a punto de estallar.
Estoy convencido de que se orinará en cualquier instante.Ale extrae una fotografía: aquella de la mujer del caso. Se la aproxima al rostro, sosteniéndola con los dedos. Al hombre se le abren los ojos, aún aturdido y lacrimoso. Pero la perplejidad brilla en la mirada.
—¿La reconoces? —él titubea, así que Ale vuelve a apuntar su frente con el arma. Este emite un alarido—. No estoy jugando y carezco de paciencia, pero, si no me has escuchado, reitero: ¿La reconoces? —interroga con autoridad.
Ale lo estaba disfrutando.
Me había traído aquí únicamente para acompañarlo porque el padre Julián no podía verme. Tampoco escucharme. Evidentemente me reconocería al instante. No es estúpido.Bueno, quizá sí.
Un poco, solamente.A mi compañero le centelleaban los ojos, podía percibir su exaltación. Lo estaba aterrorizando y sondeando hasta dónde podía llegar. Esta era una de las razones por las cuales no consideraba que este empleo sería beneficioso para él. Puesto que, en el servicio militar, aunque todos conformábamos un equipo, siempre noté algo distinto en él.
Ale se deleitaba con el poder. Se complacía en dominar y jugar con el pavor ajeno. No se conmovía y actuaba sin temor. No retrocedía y mucho menos se arrepentía. Inicialmente solía pensar que se debía a su fortaleza mental. Pero ahora comprendo que no.
Es mi amigo, y lo aprecio como a un hermano. Pero hay circunstancias que han afectado, y continúan impactando excesivamente su salud mental. De cualquier modo, ya no habría nada que pudiese hacer.
Supongo que el haber crecido con un padre abusivo te brinda dos alternativas: la primera: te torna vulnerable.
La segunda: te colma de poder.Y Alexei aborrece la debilidad.
Y adora el poder.—L...La reconozco —balbucea y cierra los párpados con fuerza, ahogado en llanto—. Era la esposa de mi hermano.
A Ale se le ilumina el semblante.
—Fascinante. Háblame de él.
No puedo hacer más que observar a ambos. Como si fuese invisible.
—¿Qué van a hacer conmigo? —aunque no estoy de frente, puedo asegurar que está suplicándole a mi amigo con la mirada.
Una sonrisa burlona se dibuja en sus labios.
—Utilizar esto si no me respondes —señala el arma—. Puedo permitirte elegir hasta el lugar —le sonríe. Julián se estremece—. Ahora, prosigamos. ¿Su hermano?
Asiente con rapidez antes de hablar:
—Sí. Era militar, se desempeñaba en las fuerzas armadas rusas. Estaba casado con ella, con Kristina —su voz se quiebra. Le resulta difícil respirar.
—¿Su nombre?
—Nikolay Sterne.
Ale da dos breves pasos y se inclina hacia su rostro cubierto de mucosidad y lágrimas.
—¿Qué les pasó a ella y a tu hermano? —inquiere.
—Se esfumaron —responde y percibo el destello de vulnerabilidad en su tono—. Incluso dejaron una nota, manifestando que se marchaban. Pocos meses después hallaron el cadáver de Kristina, la policía la encontró sin vida. De mi hermano no he vuelto a saber nada.
—¿Y ella? —extrae la fotografía de Leyla—. ¿Es su hija, no es así?
Se me revuelven las entrañas.
—No le hagan daño, ella desconoce todo —la nota de ansiedad en su voz, por alguna razón, me induce a pensar que él no está implicado.
—No tengo intención de hacerlo —suspira irritado—. Por el contrario. ¿Leyla es o no su hija?
—No tengo por qué responder —le replica a Ale. Estaba ansioso a tal punto de elevar el tono de voz.
Decisión errónea.
Ale lo agarra del cabello y tira hacia atrás.
Julián jadea y me distancio por si acaso llega a verme.—¿Crees que estás en posición de poder? —le espeta—. Responde o mi paciencia se agotará. ¿Es Leyla tu hija? Quiero respuestas. Ya.
—No es mi hija —su voz se tambalea—. Es de mi hermano. Cuando Kristina y él se fueron, Leyla quedó bajo mi cuidado—inhala profundamente—. Y Luisa, es la tía de Leyla, mi esposa.
¿Qué?
Le ha creado toda una mentira, una vida de mierda.—Ella y yo nos mudamos a Snowshill, Leyla era apenas una bebé. Nos acogieron en la iglesia y ahora todo eso me pertenece —llora con desesperación—. Le dije a Leyla que era mi hija y que su madre había huido porque consideré que era lo más apropiado. De Nikolay no tengo información. Es la verdad.
Ale sonríe con aire triunfal.
—¿Ves cuán sencillo es cooperar? Ahora... —hurga en su bolsillo y extrae la nota que me dejaron la noche anterior—. ¿Fuiste tú? —se la muestra. Él niega con rapidez—. ¿Cómo puedo creerte? Te aseguro que si has sido tú, podría ayudarte en la creación de amenazas un poco más creativas. Esta me parece bastante floja, si soy sincero, por supuesto.
Ale parecía estar jugando con un pequeño ratón, siendo él un gato enorme. Estaba agrandando su ego.
—Lo juro. No he sido yo —Ale manipula el arma entre sus manos y él tiembla sobre su asiento.
La noche progresa en un sinfín de preguntas, respuestas, lamentos y súplicas.
Cuando Ale queda satisfecho, vuelve a dejarlo inconsciente y me pide ayuda para subirlo al auto. No articulo palabra en todo el trayecto, mi mente estaba saturada de ideas, de absolutamente todo lo que acabamos de descubrir.
Estoy aturdido, con un hombre inconsciente en la parte posterior de mi auto, y mi amigo a mi lado registrando datos en su ordenador portátil.Depositamos al Padre en la entrada del pueblo, junto a un árbol. Despertaría pronto, algo desorientado y aterrorizado, pero llegaría a su casa a salvo.
—
Al regresar a casa, Ale se dirige a la cocina para prepararse un café, así que decido encaminarme a mi habitación para recostarme. Cierro mis párpados y exhalo profundamente, es entonces cuando mi teléfono móvil vibra dentro del bolsillo de mi pantalón.
Examino el mensaje:"¿No aprendes, verdad? Fui muy explícito. Tu amigo continúa metiéndose y no solo a él voy a cortarle la cabeza, sino también a la bonita chica de ojos verdes."
Adjunta una imagen de Leyla. Se encontraba sentada sobre su escritorio en la iglesia, y la fotografía había sido capturada desde el exterior, a través de la ventana.
Mi respiración se interrumpe abruptamente. Mis pulmones se oprimen y la visión se me nubla.
Leyla.
Leyla está en peligro.Intento comunicarme con el número pero la operadora me indica "contacto inexistente".
Cuando me incorporo de golpe, todo gira a mi alrededor y la cabeza me martillea. Choco con algo y vislumbro a Alexei sujetándome de los hombros.
—¿Te ocurre algo? ¡Simon! —exclama sacudiéndome, lo único que puedo percibir es mi respiración entrecortada y el palpitar acelerado de mi corazón.
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Forgive me
RomanceEn un mundo donde la verdad es el camino a la salvación, Leyla Sterne, Una devota joven criada en las estrictas creencias de su padre, se ve desafiada cuando Simon Romanov, un enigmático ex-militar, llega al pueblo. A medida que su encuentro florec...