LEYLA STERNE
—¿Y cómo es que yo no sabía nada de esto? —Mara me da un golpecito en el hombro como reproche—. Estás saliendo con el mili... —le hago una mueca para que baje la voz, ya que estamos en el jardín trasero de la iglesia.
—...Con el militar —susurra, sonriendo socarronamente—. Debiste contarme.
—Debíamos tener cuidado —razona Avery—. Yo le estuve ayudando un poco con una coartada. Teníamos pensado contártelo, de verdad. Solo que no habíamos tenido la oportunidad.
Me siento sobre el tronco viejo, justo a su lado.
—Sí, no quería ocultarte nada —suspiro, y Mara me fulmina con esos ojos profundos—. Además, tú has estado saliendo con un hombre también y no nos has contado a detalle.
—¡Es cierto! Nos debes los detalles.
Mara esboza una sonrisa.
—Vale, está bien —carraspea—. Pónganse cómodas porque voy a contarles todo a lujo de detalle, y luego quiero escuchar a Leyla.
Avery y yo nos incorporamos en unos troncos viejos, listas para escuchar a Mara. Nos cuenta sobre sus últimas semanas, todo con detalle. Sus ojos brillan y la emoción resalta en su mirada cuando habla del chico con el que se ha estado viendo. Creo que jamás la había visto tan emocionada. Según ella, al principio era algo pasajero. Solo de placer.
A medida que pasaron los días, no podían dejar de verse. Él la visitaba, y ella lo veía de vez en cuando. Habló con ansias sobre lo lindo que era con ella, cómo la cuidaba y lo atento que solía ser.
Nunca vi a Mara tan feliz. Me alegro muchísimo por ella. Aunque suelo ser más cercana a Avery por diversas razones, le tengo cariño a Mara. Es mi amiga y sé que no ha tenido una vida fácil.
Una vida de padres ausentes y desinteresados. Puedo entender por qué siempre ha buscado estar de hombre en hombre, sin compromisos ni sentimientos de por medio.Al menos ahora se la ve más contenta, más cómoda, más segura.
Cuando es mi turno, le platico sobre todo lo que he pasado con Simon. En momentos, abre la boca de asombro; sus ojos se ensanchan o sonríe con picardía.
—Me alegra mucho, ya era hora de que salieras de la mojigatería —bromea. Avery le hace un gesto de desaprobación—. Vale, ya no digo más entonces.
—
El resto de la tarde, me dirijo al refugio de animales. Algunos días, Avery solía ayudarme cuando tenía tiempo libre. Fuera de ahí, todo esto es mío.
Recojo todo lo que encuentro en la calle; por suerte, en el pueblo no suelen haber muchos. Tengo quince perros y cuatro gatos. A veces, también recojo aves, las curo y las dejo libres cuando me aseguro de que están bien.
No hay un motivo en específico, simplemente me gustan los animales. Cuando uno de los vecinos dijo que desocuparía un viejo establo y que lo vendería, le rogué que me lo entregara a mí, a cambio de darle clases de piano gratis a su hija por un año.
La chica aprendió rapidísimo, y ahora todo esto es mío. Ha sido un trabajo arduo de años, pero mis animales están bien, sanos y bien alimentados.
Entre todos, hay uno más inquieto que los demás.
Sobre todo a la hora del baño. Hoy le tocaba a Haven, un enorme retriever de pelaje dorado cremoso.
Lo amo, pero es un caos cada vez que debo bañarlo. Siempre piensa que estoy jugando, empieza a corretear a los demás y se revuelca en las sábanas limpias cuando lo envuelvo en champú.

ESTÁS LEYENDO
Forgive Me
RomanceDonde la verdad es el camino a la salvación, Leyla Sterne, una devota mujer criada en las estrictas creencias de su iglesia, se ve desafiada cuando Simon Romanov, un enigmático ex-militar, llega al pueblo. A medida que su encuentro florece, se desp...