SIMON ROMANOV
Luego de horas. Un baño. Ropa limpia y varios minutos bajo la ducha con mis pensamientos consumiéndome y, cuestionándome lo que hice. Vuelvo al hospital.
Estaba tan desesperado por ver a Leyla tras horas de espera.
Cuando me dicen que finalmente puedo entrar para verla, me levanto de inmediato y entro apresuradamente en la habitación.
Mis ojos buscan los de ella, de inmediato ansiosos por verla de nuevo.
Necesitaba sus ver sus ojos.
Anhelaba mirar ese verde esmeralda tan precioso. Lo necesitaba para sentirme vivo de nuevo.Cuando al fin la localizo, noto su cuerpo sobre la camilla. Leyla mira hacia la ventana con calma y un suspiro de alivio sale de mí al verla viva.
—Leyla...—murmuro con voz rota. Mi pecho pesa de pronto.
Ella se voltea y su imagen débil: las heridas de su cuerpo. Sus ojeras marcadas y esa expresión de cansancio.
Si tan solo hubiese sido honesto con ella.
Nada hubiera pasado.
Leyla no habría huido de esa manera. Aterrada y con la decepción plantada en su rostro.El peso de la culpa me cae sobre los hombros de inmediato.
Necesito soltarlo.
Necesito disculparme.
No espero a que hable ella. Lo hago yo primero.—Perdóname—me inclino cerca de la camilla. Tomo su mano con cuidado entre las mías y repito—. Perdóname. Por favor—lágrimas aparecen en mis ojos. La voz se me debilita. No me importa—. Lamento no llegar a tiempo. Perdóname por ocultar lo de tu madre—la culpa presiona mi corazón—. Incluso perdóname por la vez que robé tu diario. Lo siento tanto. Perdóname por favor. Mi amor...—doy una bocanada de aire—si es que aún me permites llamarte así.
—Simon...—murmura, pero le interrumpo para seguir.
—Te amo. Leyla, te amo más que a nada en este mundo. Eres la razón por la cual despierto cada mañana. Jamás me sentí en paz en toda mi vida hasta que te encontré—sus lágrimas corren por sus mejillas también y eso me rompe.
Seguro que me odia.
—Te quiero conmigo—sollozo—. Te amo. Te amo de verdad. Toda tú. Amo todo de ti—voy a ahogarme en llanto. Estoy seguro.
—Simon...
—Quédate conmigo—continúo—. Sé que no soy perfecto. He hecho mucha mierda y me he equivocado. Te juro que si es necesario, soy capaz de dar la vida por ti sin pensarlo. Por favor, Leyla—le suplico—. Quédate conmigo, no me alejes... Por favor. Me convertiré en un buen hombre para ti. Lo juro.
Ella extiende su mano libre y toca la mía. Su tacto me produce mil sensaciones y me llena de ese consuelo inmediato que tanto necesito. Sus ojos llorosos se suavizan. Las palabras se me acaban y finalmente habla:
—Te amo... Simon—musita. La sorpresa se estampa en mi rostro como un balde de agua fría. ¿No se supone que me odia?—Te amo demasiado para dejarte ir.
"Te amo"
Leyla.
Ha dicho que me ama.
Me ama.
Lo ha dicho.—Yo también y...
—No—interrumpe—. Déjame terminar—aunque su voz es agotada y lucha por hablar. Prosigue despacio—. Cuando estuve encerrada, pensé que moriría. Me arrepentí tanto de huir de ti y creí que no te vería nunca más y no podría decirte con mis palabras cuanto te amo—suspira—. No soy buena con esto, sin embargo. Realmente yo... Te amo. Simon Romanov. Mi corazón te pertenece y nada de lo que pase hará que eso cambie.
La felicidad me invade. Mi rostro hierve de emoción y las mejillas se elevan en una gran sonrisa. Me pongo de pie y acaricio su cabello.
—Prometo ser bueno para ti. Amor—digo con dulzura. Ella sonríe y dios. Me mata.
Su sonrisa me mata.
No hay nada más hermoso que eso.
Y que sus ojos, por supuesto.—Lo sé. Estaremos juntos y superaremos esto.
Estamos bien.
Estamos juntos.—Iremos a terapia, tomáremos tiempo y nunca me separaré de ti en el proceso. Nos iremos lejos y tendrás todo lo que siempre anhelaste. Lo prometo.
Sus ojos se iluminan y por poco me derrito.
—Todo va a ir bien ahora, te lo prometo. Estás a salvo—continúo.
La sujeto con cuidado, asegurándome de no hacerle daño. Observo su rostro exhausto y agotado, y siento una mezcla de alivio, amor y un toque de rabia.
—No dejaré que nadie te haga daño de nuevo.—Añado firmemente,
—Te amo—pronuncia con lentitud, sus palabras se deslizan con suavidad como un pincel sobre un lienzo marcando detalles con cuidado.
—Yo también te amo, más de lo que puedes imaginar—poso mis labios sobre los suyos. La calidez me abraza y me siento en casa—. Siempre estaré aquí para decirte cuánto te amo. Tú eres el sol que ilumina mi vida, y nunca te dejaré sola de nuevo.
—¿Estaremos bien?
—Sí, Leyla—le sonrío—. Estaremos bien. Nada puede interponerse entre nosotros y juro protegerte con cada fibra de mi ser.
—
Tres días después, me encuentro en casa de mi madre. Kristina y Leyla han venido a vivir con nosotros por un tiempo. Mamá no ha dudado ni un segundo puesto a que Kristina había sido amiga de mi padre hace muchos años. Sin embargo, no he sido capaz de salir de mi habitación.
La culpa me ahoga y no he dejado de llorar.
Echo de menos a Alexei.
Pero no a ese Alexei psicótico que planificó todo para intentar arruinarme la vida. No. Echo de menos al Alexei chistoso, aquel que no sabía ni prender un horno y ese que siempre lograba ver lo positivo a pesar de las circunstancias.Ese Alexei que fue como mi hermano por muchos años. Con el que compartí dolor y alegría.
Yo no maté a ese Alexei. Maté al monstruo que Luisa había criado, al que había manipulado por completo hasta convertirlo en un arma de venganza.
Al Alexei que no conocía, que hacía daño sin pensar y que no perdonaba. Ese fue el Alexei que maté.
Aun así, sigo sintiéndome culpable.
—Simon—un suave toque a mi puerta me desestabiliza los pensamientos—. Hijo, tienes que comer algo, estamos muy preocupadas por ti.
—Ahora no, mamá. No quiero ver a nadie.
—¿Ni siquiera a mí?—la voz de Leyla hace latir el corazón con fuerza.
Me seco las lágrimas rápidamente y me incorporo sobre la cama para dejar de parecer un parásito en descomposición, hecho llanto sobre el suelo.
—Pasa—apenas logro decir.
La puerta se abre y se cierra en menos de cinco segundos. La presencia de Leyla emana en la habitación. Ella camina cautelosamente hasta que su calor irradia tanto y me doy cuenta cuando se sienta justo a mi lado.
—No tienes que hablar si no quieres—me acaricia el brazo con cuidado—. Sé que te duele mucho. Entiendo que no es fácil—su tono suave me apacigua un poco la inquietud—. A Alexei ya lo han... Enterrado justo como pediste, al lado de su hermano. Era lo más digno después de todo. No te culpes, amor. Me duele verte así.
—Es complicado—respondo con voz ronca. Seca debido a la falta de agua—. Mi mente no deja de hacerme pensar que todo ha sido mi culpa por completo.
—No—me toma el rostro entre sus manos—. No es tu culpa. Lo de Mickey tampoco lo fue. Necesitas sanar. Lo haremos, juntos. Tu madre ha conseguido un lugar donde tomaremos terapia y todo mejorará. Mejoraremos y seremos felices—dice con certeza. Con esa ingenuidad pura y su gesto me recuerda mucho a cuando recién la conocí.
—Te amo tanto—le digo antes de desatarme en llanto. Ella me abraza y me aferro a su cuerpo con todas mis fuerzas.
—Mejoraremos—repite—. Estaremos bien y nos iremos lejos. Juntos y seremos muy felices.

ESTÁS LEYENDO
Forgive Me
RomanceDonde la verdad es el camino a la salvación, Leyla Sterne, una devota mujer criada en las estrictas creencias de su iglesia, se ve desafiada cuando Simon Romanov, un enigmático ex-militar, llega al pueblo. A medida que su encuentro florece, se desp...