HORACIO

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El despacho de Horacio está ubicado en el noveno piso de un rascacielos imponente, en pleno corazón del barrio financiero de la ciudad. Desde allí, la vista es impresionante; los enormes ventanales ofrecen un panorama espectacular, filtrando la luz del día que inunda el espacio con un resplandor natural. Las amplias salas diáfanas, con su diseño minimalista y líneas limpias, reflejan la modernidad y el poder de quienes transitan por ellas.

 Cada rincón está cuidadosamente diseñado, con muebles elegantes y tecnología de punta, creando un ambiente que exuda profesionalismo y eficiencia. El bullicio de la ciudad queda lejos, silenciado por la altura y el aislamiento de las paredes de cristal, dejando solo la tranquilidad de un espacio donde las decisiones importantes se toman con precisión calculada.

Como suele ocurrir en la vida, hay momentos en los que todo parece ir sobre ruedas. Hay épocas en las que te sientes invencible, donde cada día trae consigo una sensación de ligereza, como si las preocupaciones se hubieran desvanecido. Todo marcha bien, y te permites creer que siempre será así. Pero de repente, sin previo aviso, esa calma se desvanece, y todo lo que parecía seguro se disuelve en el aire, dejándote de golpe en la incertidumbre.

Mi gestor, el señor Horacio, y su tono severo me devolvió de golpe a la realidad. Soy una chica que tiende a idealizar casi todo, viendo el mundo a través de un filtro de sueños y posibilidades. 

Pero Horacio, con su mirada práctica y su enfoque firme, siempre me aterriza. Su voz, cargada de experiencia, me recuerda que hay aspectos de la vida, especialmente en los negocios, que no pueden ser simplemente soñados; necesitan ser planificados y ejecutados con precisión. Horacio siempre me da consejos sensatos, guiándome por el camino correcto, aunque a veces suene más a una llamada de atención que a una charla amistosa.

Horacio: (Con voz firme y rostro serio)

 Leyla, necesito que te sientes. Tenemos un problema grave.

Leyla: (Preocupada, tomando asiento)

 ¿Qué sucede, Horacio? ¿Es algo relacionado con el bar?

Horacio: Sí, y es peor de lo que imaginábamos. Acabo de recibir una llamada del banco. Han descubierto que parte del dinero que proviene de las ganancias del bar es falso.

Leyla: (Sofocada)

 ¿¡Qué!? ¿Falso? No puede ser... ¿Cómo es posible?

Horacio: (Asiente con gravedad)

Lo es, y ya han verificado varios billetes. No es un error. Estamos en una situación muy delicada, Leyla. Esto no es algo que podamos ignorar. Tenemos que denunciarlo de inmediato.

Leyla: (Visiblemente nerviosa) 

Pero... ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Tienes alguna idea de quién podría estar detrás de esto?

Horacio: (Suspira profundamente) 

Sí, el banco también ha mencionado que han revisado las cámaras de seguridad y han encontrado un comportamiento sospechoso. Me temo que hay un sospechoso entre nuestro propio personal.

Leyla: (Mirando a Horacio con incredulidad)

 ¿Alguien del equipo? No puedo creerlo... ¿De quién estamos hablando?

Horacio: (Hesitante pero directo)

 Leyla, todas las pruebas apuntan a Mateo. Es el único que tuvo acceso a la caja fuerte recientemente, y hay grabaciones de él manipulando el dinero cuando pensaba que nadie lo veía.

Leyla: (En shock, se lleva las manos a la boca) 

Mateo... No puedo creerlo, parecía tan confiable.

Horacio: (Con un tono comprensivo pero firme) 

Lo sé, esto es un golpe duro. Pero no podemos permitir que la situación empeore. Necesitamos informar a las autoridades ahora, antes de que todo se salga de control.

Leyla rompe a llorar.


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