¿Se trata de Kika?

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Esther notó que Leyla estaba distante, como si sus pensamientos estuvieran en otro lugar. Sus respuestas eran breves, y su sonrisa, usualmente cálida, parecía apagada. Preocupada, Esther se acercó suavemente y le puso una mano en el hombro.

"Leyla, ¿te pasa algo? Te noto rara últimamente," le dijo, buscando su mirada.

Leyla apartó los ojos, incómoda. Después de una pausa, respondió con un susurro, casi como si le costara admitirlo. "Llevo unos días de mal humor, pero... no quiero hablar de eso ahora."

El gesto de evasión molestó a Esther. Sabía que Leyla solía guardarse sus problemas, pero esta vez sintió que estaba siendo excluida de algo importante. "¿Por qué no me lo dices? Soy tu amiga. ¿Es que no confías en mí?" insistió, con un tono que combinaba frustración y preocupación.

Leyla suspiró y miró a otro lado, visiblemente tensa. Sin embargo, el silencio solo enfureció más a Esther, quien dio un paso adelante, decidida a no dejar que la conversación terminara así.

"Leyla, quiero la verdad. Sea lo que sea, puedo escucharlo," dijo Esther, su voz ahora cargada de una mezcla de firmeza y decepción.

Las palabras colgaban en el aire, tensas, esperando una respuesta que Leyla parecía no estar dispuesta a dar.

"¿Se trata de Kika?" preguntó Esther, con la voz apenas contenida, sus ojos escudriñando el rostro de Leyla en busca de una verdad que la otra parecía reacia a compartir.

Leyla se tensó, y en un impulso intentó salir de la habitación, queriendo huir del momento. Pero antes de que pudiera llegar a la puerta, Esther la alcanzó, sujetándole el codo con firmeza. "Espera," dijo en un susurro casi suplicante.

Sin darle tiempo a reaccionar, Esther la empujó suavemente contra la pared, obligándola a enfrentarla. La cercanía entre ambas hizo que el aire se volviera denso y cargado de emociones no expresadas. Los ojos de Esther, llenos de frustración y algo más, buscaban una explicación en la mirada esquiva de Leyla.

"Leyla, no puedo ayudarte si no me dejas entrar," murmuró, con la mano aún firme en su brazo. "Si es por Kika, si ella te está afectando... por favor, dímelo."

Leyla tragó saliva, sintiendo el peso de las palabras de Esther y la intensidad en su mirada. 

La pared fría detrás de ella contrastaba con el calor del toque de Esther, que, aunque amable, dejaba claro que no estaba dispuesta a permitirle escapar esta vez.

HISTORIA DE LEYLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora