La Carta

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Mis manos temblaban mientras sostenía la carta de Mateo. El peso de cada palabra me aplastaba el pecho. A medida que leía, sentía como si mi corazón fuera desgarrado de nuevo, pero esta vez de una forma más cruel, más real. Era él. Mateo había sido quien robó el dinero de la cafetería.

"Querida Leyla,
Sé que lo que voy a decir es difícil, y probablemente nunca podrás perdonarme, pero tengo que ser honesto contigo. Ya no me queda otra opción. Fui yo quien robó el dinero de la cafetería. Lo hice... y no me enorgullece. Lo hice porque estaba desesperado.

Tenía deudas que no podía pagar, cosas en las que me metí sin darme cuenta de las consecuencias, y me ahogaba. No podía soportar la idea de perderlo todo, de verte a ti sufriendo, así que tomé lo más fácil. Sabía que la cafetería no estaba bien y que nadie notaría el robo inmediatamente. Sabía lo que significaba para ti y para los otros, pero lo hice de todos modos. Y ahora no hay forma de deshacerlo.

Lo lamento más de lo que puedes imaginar. Nunca quise lastimarte, y lo que más me duele es que sé que lo hice. Sé que te traicioné de la peor manera posible.

Pero quiero que sepas algo, Leyla. Lo que sentí por ti fue verdadero. Desde el primer momento. Cuando te invité a mi piso esa noche, fue porque no podía seguir ignorando lo que significabas para mí. Esa noche fue lo más real que tuve en mucho tiempo. Y aunque te fallé, esa fue la única verdad que no puedo dejar de sentir. Te amé, te amo, y lo siento... lo siento tanto."

Las lágrimas caían sobre la carta, manchando la tinta. Las palabras de Mateo perforaban cada parte de mi ser, dejando una herida que no estaba segura de poder sanar.

Él había robado el dinero. Había traicionado no solo mi confianza, sino la de todas las personas que dependían de la cafetería. Había sido parte de mi vida, de mis días, y mientras yo pensaba que podía confiar en él, él estaba destruyendo todo lo que amaba.

Apreté el papel con fuerza entre mis dedos, con los ojos nublados de lágrimas y el corazón roto. El amor que aún sentía por él ahora estaba mezclado con rabia, confusión y traición.

Mateo... ¿por qué? —susurré, sin poder contener las emociones que brotaban sin control. Había querido creer que, a pesar de todo, Mateo era alguien bueno, alguien con quien había compartido algo real. Pero ahora, la verdad estaba escrita frente a mis ojos, y no sabía cómo procesarlo.

Me levanté de la silla bruscamente, mi respiración entrecortada, y caminé hacia la ventana, buscando aire, buscando una manera de calmar el torbellino de sentimientos que me estaba destrozando por dentro.

Horacio me observaba en silencio desde el otro lado de la habitación, consciente de que no había palabras que pudieran consolarme en ese momento.

Leyla... —comenzó a decir, pero levanté una mano, pidiéndole que no continuara. Necesitaba un momento para mí, para entender lo que acababa de descubrir.

La confesión de Mateo había cambiado todo. Y aunque él no estaba aquí para responder a mis preguntas, para explicarme sus razones o para recibir mi perdón, sabía que de alguna manera tendría que encontrar la forma de seguir adelante. Pero en ese instante, no tenía idea de cómo lo haría.

Me giré hacia Horacio, con lágrimas en los ojos, la carta aún apretada entre mis dedos.

No puedo... no puedo con esto, Horacio. Me robó. Me traicionó. —Mi voz se quebró—. Pero al mismo tiempo, lo amaba...


HISTORIA DE LEYLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora