El agua seguía corriendo en la ducha, y aunque sabía que Mateo estaría ocupado un rato más, no pude evitar sentir un leve nudo en el estómago. **La calidez de la noche anterior empezaba a disiparse**, dejando espacio para pensamientos que había mantenido a raya hasta entonces.
Me senté en la cama, sintiendo las sábanas suaves deslizándose bajo mis dedos, y miré de nuevo hacia la mesa donde los platos con forma de corazón aún estaban ahí, como si aguardaran silenciosamente el próximo capítulo de lo que habíamos empezado. Pero en mi cabeza, la pregunta inevitable ya estaba en marcha: **¿Y ahora qué?**
La habitación seguía bañada en esa luz dorada de la mañana, pero en lugar de llenarme de paz, comenzó a sentirse extrañamente expuesta.
Me di cuenta de que no sabía qué vendría después. ¿Era esto solo una noche más para Mateo, o significaba algo más? Anoche, todo había sido tan perfecto que me había permitido creer que este momento podía ser diferente. Pero ahora, mientras lo esperaba, mi mente empezaba a dudar.
**El sonido del agua se detuvo**, y escuché el ruido de la cortina de la ducha corriéndose. Mateo saldría en cualquier momento, y tendría que hacer algo con todos estos pensamientos. Apreté los labios, tratando de controlar la avalancha de sentimientos que me sobrepasaban. **Quería quedarme, pero al mismo tiempo me aterraba lo que eso significaba.**
Mateo salió del baño con una toalla envuelta alrededor de la cintura, el cabello húmedo cayendo en desordenadas hebras oscuras sobre su frente. Sonrió al verme despierta, esa sonrisa que me había desarmado la noche anterior.
—**Buenos días,** —dijo con una voz suave, casi ronca por la mañana—. ¿Dormiste bien?
Me forcé a devolverle la sonrisa, aunque no pude evitar que mi mente siguiera corriendo en círculos.
—**Sí**, dormí bien —mentí, porque en realidad había dormido a intervalos, despertándome a mitad de la noche, perdida entre los brazos de Mateo y el peso de mis propios pensamientos—. ¿Tú?
Él asintió mientras se secaba el cabello con una toalla pequeña.
—**Perfecto**. Ayer fue... increíble.
Asentí de nuevo, esta vez con un nudo en la garganta. **Quería preguntar, pero no sabía cómo**. No sabía si debía hacerle frente a la realidad de lo que esta noche había sido para él. ¿Era solo una aventura? ¿O significaba algo más? Y peor aún, ¿tenía yo el valor de escuchar la respuesta?
Mateo, ajeno a mi caos interno, se acercó a la cama y se inclinó para darme un beso en la frente, un gesto que, para mí, resultaba increíblemente íntimo. Mis pensamientos se detuvieron por un momento, congelados en ese pequeño instante.
—**Te hice café**, —dijo, con una sonrisa torcida—. Aunque no es tan especial como la cena de anoche.
Sonreí de nuevo, esta vez un poco más genuina. No podía evitarlo, **Mateo tenía esa capacidad de hacerme sentir cómoda incluso cuando estaba al borde de una tormenta interna**. Me levanté lentamente, ajustándome el camisón, y lo seguí hasta la cocina, donde el aroma del café fresco llenaba el aire.
Nos sentamos juntos en la mesa, en silencio al principio. Yo, tomando pequeños sorbos del café, tratando de reunir el valor para hablar. Pero Mateo parecía tan relajado, tan despreocupado, que me hizo cuestionarme si yo estaba exagerando todo.
Finalmente, no pude aguantar más.
—**Mateo**, —empecé, mi voz suave pero firme—. Lo de anoche... fue increíble, sí. Pero... —Me detuve, buscando las palabras adecuadas. **¿Cómo se empieza una conversación que podría cambiarlo todo?**
Él me miró con curiosidad, sus ojos oscuros estudiando mi expresión.
—**Pero... ¿Qué?** —preguntó con suavidad, inclinándose un poco hacia adelante, como si estuviera listo para cualquier cosa que tuviera que decir.
—**No sé qué es esto**, —dije finalmente, soltando el aire que no me había dado cuenta que estaba conteniendo—. No sé si es solo una noche o si significa algo más para ti. Y... no quiero adelantarme, pero necesito saberlo.
Mateo se quedó en silencio por un momento, su mirada fija en la taza de café que sostenía en sus manos. Luego la dejó sobre la mesa y me miró directamente a los ojos, su expresión seria pero suave.
—**Leyla**, —empezó lentamente—. Lo que pasó anoche no fue solo una noche para mí. No te traje aquí solo por eso. Te traje porque... quiero estar contigo. No sé exactamente hacia dónde vamos, pero sé que quiero descubrirlo contigo.
Sus palabras cayeron suavemente sobre mí, como una manta cálida en una noche fría. Sentí que mi cuerpo se relajaba, el nudo en mi estómago deshaciéndose poco a poco. **Había esperado esta respuesta, pero no me había permitido realmente creer que la obtendría.**
—**Yo también quiero eso**, —dije en voz baja, con una pequeña sonrisa que reflejaba mi alivio—. Quiero ver a dónde va todo esto.
Mateo sonrió, una sonrisa genuina, mientras tomaba mi mano sobre la mesa.
—**Entonces**, —dijo, levantando su taza de café—. **Brindemos por lo que venga**.
Y en ese momento, supe que no importaba lo que el futuro nos deparara. **Lo descubriríamos juntos.**
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HISTORIA DE LEYLA
Teen Fiction**Después de recibir una segunda carta amenazante del banco, Leyla Banks ve cómo su vida comienza a desmoronarse como un castillo de naipes.** Con las deudas asfixiándola y el reloj marcando un ritmo implacable, Leyla se encuentra al borde de perd...