El pánico comenzó a asentarse.

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Desde mi rincón en la barra, mientras revisaba unos papeles que necesitaban mi atención, no podía evitar sentir un cosquilleo de nervios. La charla entre Horacio y Leyla, aunque no escuchada con claridad, me había dejado una sensación incómoda. Todo parecía en calma, pero algo en el aire me decía que las cosas no estaban del todo bien.

 Quizás era el tono de urgencia en la voz de Horacio o la forma en que Leyla asintió, con una determinación que no había visto antes.

Recuerdo que me había sentido cómodo y confiado en el bar. La rutina diaria, las sonrisas, y las pequeñas trampas para asegurar un extra aquí y allá, todo parecía estar bajo control. Me sentía en control, hasta que me di cuenta de que tal vez no era así. Cuando entré en la oficina para revisar los documentos, noté cómo Horacio y Leyla estaban en una conversación que no podía ignorar. Susurros, miradas de complicidad, y un aire de secretismo que me ponía en alerta.

Poco a poco, la inquietud se fue transformando en una preocupación real. ¿Qué estaban planeando? 

La frase "preparar una trampa" resonaba en mi mente. Sabía que mi acceso al dinero y la caja fuerte podía levantar sospechas, pero no había previsto que Horacio, con su experiencia y capacidad para detectar cualquier anomalía, pudiera estar tan cerca de descubrir la verdad.

Al principio, traté de desestimar mis pensamientos.

 Me decía que todo era paranoia, que quizás estaban hablando de una nueva política de seguridad o algo rutinario.

 Sin embargo, algo dentro de mí, una voz que no podía callar, me decía que debía estar alerta. ¿Podría ser que Horacio y Leyla hubieran sospechado algo? El plan para atrapar a alguien, con esa frialdad calculada, estaba más cerca de lo que imaginaba.

El pánico comenzó a asentarse.

 Si Horacio había descubierto algo, entonces había una posibilidad real de que todo mi plan se viniera abajo. 

La idea de enfrentar a la policía y perderlo todo me aterraba. Lo único que podía hacer era actuar con cautela, mantenerme en las sombras y esperar a ver qué sucedía. Tenía que ser más astuto que ellos, o todo acabaría en desastre.

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