Las dudas, los miedos

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 Leyla nunca había imaginado sentir algo tan fuerte y confuso por Esther, pero cada caricia, cada mirada la empuja hacia una conexión que crece en silencio. Hay algo en el roce de sus manos, en la forma en que los ojos de Esther se clavan en los suyos, que provoca una mezcla de vértigo y deseo.

El corazón de Leyla late más rápido cuando Esther se acerca, como si el aire entre ellas se volviera más denso, cargado de una atracción imposible de ignorar. 

Las dudas, los miedos, todo se desvanece cuando sus cuerpos se encuentran, como si el resto del mundo dejara de importar. 

Hay una urgencia en sus besos, una necesidad de sentir más, de ir más allá de las palabras. Cada toque se convierte en un incendio que comienza en la piel y se extiende hasta el alma, desbordando todo lo que habían guardado dentro de ellas durante tanto tiempo.

Leyla se siente atrapada en un torbellino de emociones: la adrenalina del deseo, la vulnerabilidad de lo desconocido, el éxtasis de sentirse vista y comprendida en una mirada. Esther, por su parte, también se deja llevar por esa conexión intensa, como si ambas estuvieran cayendo juntas, sin red, pero sin miedo.

Es una pasión que las consume, las desarma, pero que también las completa, creando un vínculo que no necesita explicaciones.

**"—Para, para... —susurró Leyla, con la respiración entrecortada, intentando apartar suavemente a Esther. Pero Esther no podía detenerse. Sus labios seguían buscando los de Leyla, con una pasión que no entendía de límites ni de dudas.

—¿Qué te pasa? —preguntó Esther, deteniéndose por un instante, sus ojos llenos de confusión y deseo. Se quedaron así, frente a frente, sus respiraciones entrelazadas, como si el tiempo se hubiera congelado en ese breve momento.

Leyla la miró fijamente, sus pensamientos enredados entre la razón y el impulso. Sabía que algo dentro de ella luchaba por contenerse, por no dejarse llevar del todo, pero la mirada de Esther la desarmaba.

—Nada... —dijo al fin, su voz casi un susurro—. Tú sigue.

Y entonces, sin más palabras, sus labios volvieron a encontrarse, esta vez con una intensidad que lo decía todo. Era como si en ese instante, todo lo que habían intentado contener se liberara, y ya no hubiera vuelta atrás.

HISTORIA DE LEYLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora