El teléfono sonó inesperadamente, sacándome del trance en el que me encontraba mientras seguía observando la lluvia caer por la ventana. Al ver el nombre de Horacio en la pantalla, sentí una mezcla de alivio y resignación. Él siempre había sido ese amigo que intentaba ayudar, incluso cuando yo no sabía cómo aceptar su ayuda.
—**Hola** —contesté con la voz cansada, sin ánimo para fingir que todo estaba bien.
—**Leyla, he estado buscando por todas partes, pero no tengo ni idea de cómo rastrear a Mateo** —dijo Horacio sin rodeos. Había estado intentando contactarlo desde que le conté lo que había pasado, queriendo echarme una mano, como siempre.
Me mordí el labio, sintiendo un nudo en el estómago al escuchar el nombre de Mateo otra vez. Aún me dolía, pero ya no podía seguir aferrándome a él. **Demasiado tiempo había pasado sin respuestas, sin señales**. El silencio de Mateo se había convertido en un eco constante, pero había llegado el momento de apagarlo.
—**Déjalo, Horacio** —respondí con firmeza, aunque mi voz temblaba un poco—. No quiero seguir buscando. Si Mateo quería desaparecer, entonces... es su decisión. **Tengo que concentrarme en otras cosas ahora**.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea. Podía imaginar a Horacio frunciendo el ceño, preocupado, pero al mismo tiempo entendiendo que no tenía sentido insistir. **Había cosas más urgentes que resolver**.
—**¿Estás segura?** —preguntó al fin, su voz suave, como si no quisiera presionarme—. Sé lo importante que fue para ti, pero...
—**Estoy segura** —lo interrumpí, más para convencerme a mí misma que a él—. Mi preocupación principal ahora es encontrar trabajo. La cafetería ha cerrado para siempre y... bueno, no tengo otra fuente de ingresos.
No mencioné a la casera, ni las cuentas que me seguían como fantasmas. Horacio sabía parte de mi situación, pero no quería cargarlo con todos mis problemas. **Había sido un buen amigo, más de lo que merecía**, y no quería que se sintiera responsable por todo lo que estaba pasando.
—**Está bien** —dijo finalmente—. Si necesitas ayuda para buscar algo, solo dímelo. Conozco gente, puedo preguntar en algunos lugares...
—**Te lo agradezco, de verdad** —respondí, esta vez con una pequeña sonrisa que casi sentí en mis labios—. Pero tengo que hacer esto por mi cuenta, al menos por ahora.
Colgué el teléfono y lo dejé sobre la mesa, sintiendo una extraña mezcla de alivio y vacío. **Había dejado de buscar a Mateo, al menos oficialmente, pero aún quedaba ese pequeño rincón en mi corazón que lo seguía esperando**. Sin embargo, sabía que no podía depender más de esa esperanza.
Miré hacia el reloj. El día avanzaba lentamente, y cada minuto que pasaba me acercaba a un futuro incierto. **Encontrar trabajo ahora era lo único que importaba**, lo único que podía hacer para recuperar un poco de control en mi vida. No sabía dónde empezar, pero tenía que intentarlo.
Me acerqué a la computadora, encendí la pantalla y abrí un buscador de empleo. **Había miles de anuncios, pero ninguno parecía encajar conmigo.** Pero no podía rendirme. Tenía que encontrar algo, cualquier cosa que me permitiera seguir adelante.
La búsqueda sería dura, pero al menos ya había dado el primer paso: **dejar atrás lo que no podía controlar y empezar a reconstruir lo que quedaba de mí**.
Colgué la llamada con Horacio, sintiéndome un poco más ligera, aunque sabía que aún tenía mucho por delante. **El teléfono vibró casi al instante**, interrumpiendo ese breve momento de calma. Miré la pantalla, sorprendida al ver un nombre que no esperaba: **Esther**. Hacía mucho tiempo que no hablaba con ella. Habíamos compartido un curso de peluquería años atrás, uno que apenas recordaba haber tomado. No éramos exactamente amigas cercanas, pero nos llevábamos bien.
En algún momento, nuestras vidas habían seguido caminos diferentes, y simplemente perdimos el contacto.
Abrí el mensaje con curiosidad.
—**¡Leyla! Hace mucho que no sé de ti. Espero que estés bien. Sé que esto es un poco raro, pero en mi trabajo estamos buscando a alguien para cubrir una baja por unos meses. No sé si estarás interesada, pero pensé en ti. ¡Dime si quieres más info!**
**Me quedé mirando el mensaje durante unos segundos, sin saber qué sentir.** Era una oferta, una oportunidad que no esperaba. Y aunque no estaba segura de si era lo que quería, sabía que en este momento no podía ser exigente. Las opciones eran limitadas, y cualquier trabajo era mejor que ninguno. Esther se había acordado de mí, y aunque no nos hubiéramos hablado en años, su mensaje me daba una posibilidad que no podía ignorar.
Respondí rápidamente:
—**¡Hola, Esther! Qué sorpresa recibir tu mensaje. La verdad es que estoy buscando trabajo ahora mismo, así que sí, me interesa. Cuéntame más, por favor.**
Apreté enviar, y durante los segundos que siguieron, una extraña sensación me invadió. **Me di cuenta de que este mensaje, aunque inesperado, era una señal de que las cosas podían mejorar**, aunque fuera poco a poco. Quizás Esther había aparecido en mi vida en el momento justo, cuando más lo necesitaba.
El teléfono vibró de nuevo. Esther no tardó en responder.
—**Es en un salón de belleza. La chica que lleva la recepción se ha ido de baja médica y están buscando a alguien que la sustituya por al menos tres meses. No es un trabajo de peluquería como tal, pero puedes ir aprendiendo más sobre el negocio. Si te interesa, podría recomendarte. La paga es decente y los horarios son flexibles.**
Leí el mensaje detenidamente, procesando la información. No era el trabajo de mis sueños, pero **era un comienzo**.
Tres meses eran algo. Con eso podría mantenerme a flote, pagar el alquiler y, con suerte, encontrar algo más estable mientras tanto. Además, trabajar en un salón podría abrirme puertas en otros aspectos. Y necesitaba cualquier oportunidad que me permitiera salir del agujero en el que me encontraba.
—**¡Me interesa! Sería genial que pudieras recomendarme. Estoy disponible para empezar cuanto antes** —respondí con una mezcla de emoción y alivio.
Esperé su respuesta mientras el sonido de la lluvia seguía golpeando la ventana. **Había algo esperanzador en ese ruido ahora**, como si el eco de cada gota me recordara que las cosas pueden cambiar, aunque sea en los momentos más inesperados.
El teléfono vibró de nuevo.
—**Perfecto, Leyla. Mañana te mando la información del salón y te pongo en contacto con el jefe. Espero que todo salga bien. Me alegra haberte escrito. ¡Hablamos pronto!**
**Suspiré profundamente, aliviada.**
El día, que había comenzado con una sensación de desesperanza y pérdida, ahora terminaba con una pequeña luz al final del túnel. No era la solución definitiva a mis problemas, pero era un primer paso hacia algo mejor.
Me quedé mirando la ventana una vez más, las gotas deslizándose por el cristal como si trazaran un nuevo camino, uno que yo también empezaba a seguir. **La vida me había dado un empujón inesperado, y esta vez, estaba lista para aprovecharlo**.

ESTÁS LEYENDO
HISTORIA DE LEYLA
Teen Fiction**Después de recibir una segunda carta amenazante del banco, Leyla Banks ve cómo su vida comienza a desmoronarse como un castillo de naipes.** Con las deudas asfixiándola y el reloj marcando un ritmo implacable, Leyla se encuentra al borde de perd...