Con un suspiro profundo

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A Óscar solo le quedaba una cosa: alejarse de la ciudad. La soledad y la tristeza lo habían consumido, y sabía que era el momento de dejar atrás un pasado lleno de arrepentimientos. Sin mirar atrás, se dirigió a la estación del tren, el eco de sus pasos resonando en el suelo de mármol frío.

Subió al primer tren que salía hacia Barcelona, sintiéndose como un náufrago a la deriva en un mar de emociones. No había planeado su partida; solo había actuado por instinto, guiado por la necesidad de escapar. 

En su maleta llevaba poca ropa, lo esencial, y un objeto que significaba mucho más que lo que ocupaba: una foto de él, Amanda y Kika sonriendo en un día soleado, capturando un momento de felicidad que ahora parecía de otro mundo.

Mientras el tren comenzaba a moverse, Óscar miró por la ventana, viendo cómo la ciudad se desvanecía en la distancia. La bruma de la tarde cubría los edificios, como si el propio paisaje llorara la pérdida de lo que alguna vez había sido. 

Su mente viajaba entre recuerdos: risas compartidas, momentos de ternura, y el dolor agudo de lo que había perdido.

La foto, arrugada en el fondo de su maleta, era un recordatorio de lo que alguna vez había tenido. Era la última conexión con un pasado que había valorado, una vida que había sido rica en amor, pero que ahora estaba llena de sombras.

A medida que el tren avanzaba, sintió que cada kilómetro que recorría le permitía liberarse de parte de su carga emocional. Aunque sabía que no podía escapar de sí mismo ni de sus decisiones, la idea de un nuevo comienzo le daba un atisbo de esperanza. Quizás en Barcelona podría encontrar algo más que huir de sus problemas; tal vez allí podría redescubrirse, reconstruir su vida lejos de la dolorosa historia que había dejado atrás.

Se acomodó en su asiento, tomando la foto en sus manos. Con el corazón pesado, pero la mente decidida, se prometió a sí mismo que, al llegar a su destino, comenzaría a sanar. Dejaría que el pasado se quedara donde pertenecía, pero nunca olvidaría lo que había aprendido de su amor por Kika y Amanda. Con un suspiro profundo, se dejó llevar por el murmullo del tren, listo para enfrentar un nuevo capítulo en su vida.

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