**Después de recibir una segunda carta amenazante del banco, Leyla Banks ve cómo su vida comienza a desmoronarse como un castillo de naipes.**
Con las deudas asfixiándola y el reloj marcando un ritmo implacable, Leyla se encuentra al borde de perd...
Había dado dos vueltas enteras al parque, caminando sin rumbo, como si con cada paso pudiera dejar atrás el torbellino de pensamientos que me abrumaba. Estaba empapada de sudor, pero al menos sentía que había logrado descargar algo de la tensión acumulada por culpa de Esther, esa cabezota.
¿Quién la llamaba?
¿Por qué no podía contármelo?
Las preguntas se repetían en mi cabeza, cada una más frustrante que la anterior.
Finalmente, volví a mi apartamento, agotada pero algo más tranquila. Me duché, dejando que el agua caliente se llevara los restos de mi enfado, y luego me preparé algo sencillo de cenar. El silencio del piso era casi reconfortante después de la agitación del día. Mientras apagaba las luces, preparándome para meterme en la cama, el sonido inesperado de mi teléfono vibrando rompió la quietud.
Era un mensaje de Esther.
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