Leyla y Esther estaban sentadas en su banca de siempre, con mochilas desparramadas y los restos de sus meriendas esparcidos alrededor. Para ellas, estos momentos eran un respiro en medio de la rutina , un espacio para ser ellas mismas sin preocuparse por el ruido de los demás.
"¿Sabías que mi mamá quiere que hagamos un viaje las dos en verano?" dijo Esther con entusiasmo, mirando a Leyla con una chispa de felicidad en los ojos.
"¿En serio? ¡Eso sería increíble!" Leyla sonrió, imaginando ya todas las aventuras que vivirían juntas.
Sin embargo, antes de que pudiera seguir fantaseando, una sombra se cernió sobre ellas. Kika se acercó con su andar confiado y ese aire de superioridad que parecía seguirla a todas partes. Con sus uñas impecablemente pintadas y su cabello recién alisado, tenía una presencia imponente. Se detuvo justo frente a la banca, con las manos en las caderas, mirándolas de arriba abajo.
"Vaya, aquí están las inseparables," dijo Kika, dejando caer cada palabra con una sonrisa que era cualquier cosa menos amable.
Esther, en su habitual cortesía, le sonrió y le hizo un lugar en la banca. Leyla intentó disimular la incomodidad, pero su cuerpo se tensó al sentir a Kika demasiado cerca.
Desde que ella había empezado a unirse a su grupo, las cosas no habían sido iguales. Pero Leyla no quería parecer paranoica, así que mantuvo la calma, aunque por dentro podía sentir una ligera punzada de inquietud.
"Leyla, ¿te lo ha contado Esther?" preguntó Kika de repente, como si recordara algo muy importante.
Leyla levantó una ceja, sin entender a qué se refería.
"Kika..." murmuró Esther, nerviosa.
Kika ignoró la súplica de Esther y continuó. "Esther y yo hemos pasado un montón de tiempo juntas últimamente. De hecho, me decía que se siente más cómoda hablando conmigo porque... bueno, no quiero decir nada, pero ya sabes." Se encogió de hombros con fingida inocencia, como si fuera la mensajera de algo inevitable.
Leyla sintió cómo algo se rompía dentro de ella. Miró a Esther, buscando en sus ojos una negación, una explicación, pero Esther parecía esquivar su mirada, mordiéndose el labio y jugueteando con las mangas de su suéter. Esa incomodidad era la confirmación que Kika había buscado.
"Leyla, no es así..." empezó a decir Esther en voz baja, pero Kika ya estaba lista para añadir más leña al fuego.
"Leyla, no te pongas tan seria. Las amistades cambian, ¿no?" dijo Kika, fijando su mirada en ella, con una sonrisa que era casi un desafío. "Yo le decía a Esther que a veces es bueno dejar espacio para personas que realmente pueden entenderte. Quizás... bueno, lo entenderás algún día."
Los ojos de Leyla se humedecieron, pero se tragó la respuesta que le quemaba la garganta. No iba a darle a Kika el placer de verla perder la compostura.
En cambio, se obligó a respirar hondo y esbozó una sonrisa, aunque la tensión era evidente en su mandíbula.
"Bueno, supongo que cada quien encuentra a las personas que necesita en el momento adecuado," respondió Leyla, mirando fijamente a Kika, como si aceptara el desafío.
Esther, atrapada entre ambas, intentó intervenir. "Chicas, ya basta, no quise que esto pasara así..."
Pero Kika se rió y levantó las manos como si fuera la víctima incomprendida. "Oh, Esther, no te preocupes, soy amiga de ambas, aunque algunas lo tomen demasiado en serio." Con un guiño dirigido a Leyla, se puso de pie y agregó: "En fin, cuando quieras hablar de cosas importantes, ya sabes dónde encontrarme."
La sonrisa de Kika desapareció en cuanto dio la vuelta, dejándolas en un silencio incómodo. Cuando por fin se fue, Esther giró hacia Leyla, con un destello de culpabilidad en sus ojos.
"Leyla, lo siento, yo no... yo no pensé que Kika diría eso."
Leyla soltó un suspiro, tratando de mantener su tono neutral, pero su corazón dolía. "Esther, solo quiero que seas sincera conmigo. Si prefieres estar con Kika... bueno, solo quiero saberlo."
Esther negó con la cabeza, tomando la mano de Leyla. "No, Leyla, tú eres mi mejor amiga. Nadie va a cambiar eso. Pero Kika... no sé, a veces me cuesta decirle que no. Es como si siempre encontrara la forma de meterme en situaciones incómodas."
Leyla asintió, entendiendo finalmente lo que estaba pasando. Tal vez no era solo que Kika quisiera dividirlas; también era el poder que ejercía sobre Esther, la forma en que la envolvía en su red de manipulaciones.
"Entonces, tal vez necesitamos hacerle saber que aquí no hay espacio para sus juegos," dijo Leyla, con una determinación renovada.
Esther sonrió, sintiéndose más tranquila y segura junto a Leyla. A pesar de Kika, sabían que podían salir adelante juntas.
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HISTORIA DE LEYLA
Teen Fiction**Después de recibir una segunda carta amenazante del banco, Leyla Banks ve cómo su vida comienza a desmoronarse como un castillo de naipes.** Con las deudas asfixiándola y el reloj marcando un ritmo implacable, Leyla se encuentra al borde de perd...