**Leyla:** Mateo, ¿tienes un minuto?
**Mateo:** Claro, Leyla. ¿Qué pasa? Te noto preocupada.
**Leyla:** Es que... hoy me llamó el gestor. Dijo que revisó las cuentas de la cafetería, y aunque hemos tenido buenos ingresos, algo no cuadra en el banco.
**Mateo:** ¿Cómo que no cuadra? ¿A qué se refiere exactamente?
**Leyla:** Según él, los números no coinciden. Los ingresos deberían ser mayores de lo que reflejan nuestras cuentas. Dice que hay algo raro, que tal vez estemos perdiendo dinero de alguna manera y no nos hemos dado cuenta.
**Mateo:** ¿Perdiendo dinero? ¿Pero cómo es posible? Yo me he encargado de la caja todos los días, y siempre reviso los ingresos al final de la jornada.
**Leyla:** Lo sé, Mateo. Confío en ti completamente. Pero esto me tiene preocupada. No quiero pensar lo peor, pero el gestor cree que podría haber un error en algún lado, o algo más serio.
**Mateo:** Tenemos que averiguar qué está pasando, Leyla. Vamos a revisar juntos todas las transacciones, cada detalle, hasta encontrar lo que no cuadra. No podemos dejar que esto pase desapercibido.
**Leyla:** Sí, estoy de acuerdo. No podemos ignorarlo. Quiero que todo esté en orden, y si hay algún problema, prefiero saberlo ahora que luego.
**Mateo:** No te preocupes, Leyla. Lo resolveremos juntos. No voy a dejar que esto nos afecte ni a ti ni a la cafetería.
A la hora del cierre, el cielo estaba nublado, como si reflejara el peso que sentía en mi interior. Bajé las cortinas de la cafetería, dejando afuera la poca luz que quedaba. Mientras lo hacía, escuché a Mateo moviéndose en el vestuario de abajo, cambiándose de ropa después de un largo día de trabajo. Al poco tiempo, subió y se acercó con una sonrisa.
—¿Te apetece tomar algo y dar un paseo? —me preguntó, con esa mirada que solía calmarme.
Lo miré por un momento, dudando. La verdad era que estaba agotada, pero no solo físicamente. Todavía tenía la noticia del gestor rondando en mi cabeza, retumbando como una amenaza que no podía ignorar. Me pregunté si ese cansancio era real, o si solo era una excusa para evitar enfrentar lo que realmente me preocupaba.
—Creo que prefiero irme a casa —le dije finalmente, tratando de sonar tranquila, aunque sabía que él notaría la tensión en mi voz.
Mateo asintió, pero no pude evitar sentir que había algo más detrás de esa simple aceptación. Quizás ambos estábamos cargando con más de lo que queríamos admitir.

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HISTORIA DE LEYLA
Novela Juvenil**Después de recibir una segunda carta amenazante del banco, Leyla Banks ve cómo su vida comienza a desmoronarse como un castillo de naipes.** Con las deudas asfixiándola y el reloj marcando un ritmo implacable, Leyla se encuentra al borde de perd...