Una hoja a merced del viento

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NO SE TRATA DE CUANTAS VECES TE CAES SINO DE CUANTAS VECES TE LEVANTAS.


La segunda carta que recibí del banco me asustó. No es que la primera no lo hiciera, pero en el texto se mencionaba que, en quince días, tendría que abandonar el piso y convertirme en una persona sin techo. La amenaza se acercaba cada día más.

Las palabras impresas en papel blanco parecían más ominosas con cada lectura. El apartamento que había sido mi refugio durante años ahora se desvanecía como un sueño efímero. Las paredes, antes testigos silenciosos de mi vida, ahora parecían cerrarse sobre mí, como si quisieran expulsarme. 

El reloj en la pared marcaba los días implacablemente, y yo sentía cómo el tiempo se deslizaba entre mis dedos como arena fina.

 ¿Dónde iría? ¿Cómo sobreviviría sin un techo sobre mi cabeza? Las noches eran las peores; el miedo se intensificaba en la oscuridad, y el silencio solo era interrumpido por el latido acelerado de mi corazón. Cada paso que daba en mi pequeño apartamento estaba cargado de nostalgia y desesperación. El futuro se cernía sobre mí como una tormenta inminente, y yo era solo una hoja a merced del viento.


HISTORIA DE LEYLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora