Sé que te debo una explicación.

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El mensaje de Esther decía lo siguiente:


¿Dónde estás? Te he llamado, pero no contestas. ¿Has llegado ya a casa?

Las llamadas que he estado recibiendo son de Kika... una ex amiga, bueno, más que eso. Tuvimos una relación hace tiempo. Perdona si no te lo conté antes, pero pensé que no era importante.

Creo que ella sigue enamorada de mí.

Al leer el mensaje de Esther, sentí una mezcla de sorpresa y frustración ardiendo en mi pecho. Mi mente iba a mil por hora, pero había algo claro: necesitaba hablar con ella, aclarar todo esto de una vez. Sin pensarlo dos veces, cogí el teléfono y la llamé.

El tono de llamada resonaba en mis oídos como si el tiempo se estirara indefinidamente. Cada segundo que pasaba, mi corazón latía con más fuerza, mientras intentaba controlar los nervios. Al tercer tono, finalmente respondió.

—¿Esther? —dije, con la voz más firme de lo que esperaba—. Tenemos que hablar, ahora.

Por un momento, se hizo el silencio al otro lado de la línea, y podía sentir cómo las palabras no dichas flotaban en el aire. No sabía si estaba preparada para lo que venía, pero tenía claro que no iba a dejar que todo quedara en la incertidumbre. Tenía derecho a saber.

—Sí, hablemos —contestó ella al fin, con un tono más suave de lo habitual—. Sé que te debo una explicación.

Mientras escuchaba el tono de llamada, mi mente era un caos. 

No podía dejar de darle vueltas al mensaje. Kika... una ex amiga. ¿Una ex amiga? ¿Y por qué me lo decía ahora? ¿Por qué nunca me lo mencionó antes? ¿Qué más me estaba ocultando? Las preguntas se acumulaban, una sobre otra, como si mi cabeza fuera a explotar.

Me sentía traicionada, pero al mismo tiempo, no quería perder el control.

 ¿Es que todavía significaba algo para ella? ¿Por qué seguía en contacto con Kika? ¿Y por qué me lo había ocultado? 

Quería respuestas, pero también tenía miedo de lo que pudiera decirme.

Mientras esperaba a que contestara, mis manos temblaban, y el móvil se me resbalaba un poco entre los dedos. Quería creer que había una buena explicación para todo esto, pero una parte de mí temía lo peor. **¿Y si todavía siente algo por Kika?** Esa idea me carcomía, pero traté de empujarla al fondo de mi mente. No podía dejar que los celos me controlaran antes de saber la verdad.

Por favor, Esther, pensé mientras el tono seguía sonando. Solo dime la verdad. Sea lo que sea, necesito saberlo.



HISTORIA DE LEYLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora