El tren viajaba en silencio, con más espacios vacíos de lo habitual. Hinata mantenía la mascarilla bien ajustada, consciente del riesgo de estar fuera en medio de una pandemia. No había tomado la decisión a la ligera, pero la presión dentro de su pecho lo había empujado a hacerlo. Necesitaba espacio para pensar, para aclarar su mente después de todo lo que había ocurrido.
Las calles de Tokio, siempre llenas de vida, ahora parecían desoladas. Las pocas personas que caminaban lo hacían apresuradamente, manteniendo la distancia y evitando cualquier contacto innecesario. Hinata avanzaba rápidamente, con la vista fija en el suelo, intentando bloquear el ruido de las noticias constantes sobre el virus que invadía cada rincón de la ciudad. El miedo estaba presente, pero no era lo único que lo inquietaba.
Al doblar la esquina, vio su antiguo edificio. Allí estaba, igual que siempre, con su fachada simple y un tanto desgastada. Durante meses, ese lugar había sido su refugio, su pequeño mundo en el que se concentraba únicamente en entrenar, mejorar, y alcanzar sus metas. Pero ahora, se sentía diferente. Todo se sentía diferente.
Subió las escaleras lentamente, cada paso más pesado que el anterior. La llave temblaba en su mano cuando la insertó en la cerradura. Abrió la puerta y entró. El apartamento estaba tal como lo había dejado. Era pequeño, modesto, pero lo había llamado hogar durante un tiempo. Cerró la puerta tras de sí y dejó caer la mochila al suelo, pero no sintió el alivio que esperaba. En lugar de eso, la realidad lo golpeó con fuerza.
El silencio dentro del apartamento era abrumador. Se dejó caer en el futón, pasando la mano por su vientre de manera inconsciente, como si su cuerpo le recordara lo que ya sabía. Estaba embarazado. Y por más miedo que tuviera de todo lo que significaba, no podía negar lo que sentía...él quería a su bebé.
Pero, ¿cómo podía continuar? ¿Cómo podía enfrentarse a Kageyama, a su carrera, a un futuro tan incierto? Había dejado todo atrás, esperando encontrar respuestas, pero lo único que encontraba eran más preguntas. Sabía que la situación en el mundo estaba fuera de su control, pero esto... esto sí era suyo. El bebé era suyo. Y, a pesar del miedo, lo quería con todo su ser.
Mientras la ciudad permanecía en silencio a su alrededor, Hinata se permitió ese momento de vulnerabilidad. No tenía todas las respuestas, pero sabía una cosa con certeza, haría todo lo que estuviera en sus manos para proteger a su bebé, sin importar lo que viniera después.
[***]
Kageyama estaba de pie en la puerta de su casa, el frío de la mañana le calaba los huesos. La nota de Hinata aún permanecía en su mano, arrugada por la tensión de sus dedos. Las palabras escritas se repetían en su mente, resonando como un eco que no podía callar.
Tiempo... lugar seguro... protegido...
Pero esas palabras no podían calmar el torbellino que lo envolvía. Sentía una inquietud que lo carcomía desde dentro, una sensación física de incompletitud. Hinata estaba lejos, y esa separación era más de lo que podía soportar. Se preguntaba si había algo que había pasado por alto, algún indicio que no había visto. ¿Por qué Hinata se fue sin decir nada? ¿Dónde está ahora?
No podía dejar de pensar en la posibilidad del embarazo. No lo sabía con certeza, pero la idea de que Hinata podría estar esperando un bebé se instalaba en su mente, y con ella, una inquietud profunda. Kageyama había leído sobre cómo los omegas podían necesitar tiempo para procesar un embarazo, pero eso no lo calmaba. La lejanía de Hinata, sumada a la posibilidad de un bebé, lo hacía sentir impotente.
No podía quedarse quieto. Salió de casa con un cubrebocas y comenzó a recorrer Miyagi. Las calles desiertas, vacías por la pandemia, le daban una sensación de soledad que solo empeoraba su angustia. Buscó en todos los lugares que conocía: los parques donde entrenaban, la vieja cancha de Karasuno, cada rincón que solían frecuentar. Pero no había señales de Hinata.
Día tras día, Kageyama continuó su búsqueda incansable. Cada vez que volvía a casa, la ausencia de Hinata era un recordatorio doloroso de su fracaso. La casa, que antes era un refugio, se había vuelto inmensa y vacía. Apenas comía, y las pocas veces que lograba dormir, sus sueños eran invadidos por pensamientos caóticos y miedos incontrolables.
Una semana después de que Hinata se fuera, Kageyama decidió que no podía seguir enfrentando esto solo. El agotamiento físico y emocional lo estaba consumiendo, y sabía que necesitaba hablar con alguien que pudiera darle claridad. Decidió llamar a Sugawara, uno de los pocos en quienes confiaba lo suficiente como para compartir lo que estaba viviendo.
—Suga-senpai... Shoyo se ha ido —fue lo primero que dijo cuando Sugawara contestó la llamada. La voz de Kageyama temblaba, llena de desesperación.
Hubo un silencio breve antes de que Sugawara respondiera con calma.
—Kageyama, respira. Cuéntame qué pasó. Estoy seguro de que Hinata tiene una razón. Quizás solo necesita tiempo para pensar.
Kageyama explicó lo sucedido en los últimos días, desde la mañana en que Hinata desapareció hasta la búsqueda incansable que había emprendido. Sugawara lo escuchó en silencio, dejando que Kageyama se desahogara.
—Sé que es difícil —dijo finalmente Sugawara—, pero tal vez Hinata solo necesita espacio para procesar lo que está pasando. Están bajo mucha presión, y la pandemia no ayuda en nada. Dale tiempo. Estoy seguro de que regresará.
Las palabras de Sugawara fueron un pequeño alivio, pero no lo suficiente. Aún así, Kageyama agradeció el consejo antes de colgar. Pero la preocupación seguía ahí, constante y pesada.
Después algunos días más de búsqueda, sin éxito, Kageyama decidió visitar a sus padres. Necesitaba la calidez de su hogar, aunque fuera por un momento. Cuando llegó, su madre lo recibió con una sonrisa preocupada. Al ver su estado, su expresión cambió a una de compasión.
—Tobio, ¿estás bien? Te ves muy delgado —dijo ella, pasando una mano por su rostro demacrado.
Kageyama negó con la cabeza, sin poder fingir que todo estaba bien.
—Shoyo... se fue, mamá. No me dijo nada, solo dejó una nota —respondió con la voz rota.
Su madre lo abrazó con fuerza, permitiéndole liberar las lágrimas que había contenido durante días. Se sentía tan vulnerable, tan impotente.
—Tobio, a veces las personas necesitan tiempo para entender lo que están pasando. Estoy segura de que Hinata te quiere, pero quizás necesitaba un respiro para procesar todo lo que está sucediendo. La pandemia, su carrera... Es mucho para ambos. Dale tiempo, pero no te olvides de cuidarte también.
Las palabras de su madre lo acompañaron en su regreso a casa, pero la ansiedad seguía ahí. Sabía que tenía razón, pero la falta de respuestas lo atormentaba.
El tiempo pasó, y aunque se obligaba a comer algo, la preocupación seguía afectando su apetito. Estaba más delgado, más cansado, y las ojeras bajo sus ojos eran más profundas. No podía rendirse. Sabía que, en algún lugar, Hinata lo estaba esperando, no descansaría hasta encontrarlo.
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Un futuro? -kagehina_omegaverse-
Romancekageyama y Hinata son pareja viven juntos gracias a la pandemia pero se enfrentan a diferentes problemas y momentos agridulces. la historia-fanfic de desarrolla en los años de pandemia, si se han leído el manga sabrán que ellos ya son jugadores prof...