Visitas y Revelaciones

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El sonido del timbre resonó en la casa, interrumpiendo la tranquila mañana en la que Hinata y Kageyama disfrutaban del tiempo en familia. Hinata estaba jugando con Sora en la sala cuando Kageyama se acercó a abrir la puerta. Los primeros en llegar fueron Daichi y Sugawara, quienes entraron con una mezcla de emoción y algo de reproche en sus expresiones.

—¡Ya era hora de que nos avisaran! —exclamó Sugawara en tono de broma, aunque con un toque de genuina molestia—. ¿Cómo es posible que nos enteremos tan tarde?

Daichi asintió, cruzándose de brazos—. Y menos mal que nos lo contaron, si no hubiera sido por Noya, ¡ni siquiera sabríamos que tienen un bebé!

Kageyama se tenso levemente, mientras Hinata soltaba una pequeña risa nerviosa. —Bueno, con toda la situación de la cuarentena... —comenzó a decir Hinata—. Es difícil ver a todos, ya saben.

Sugawara se acercó para ver a Sora, quien lo miraba con una expresión curiosa. —Está bien, se entiende —dijo suavizando su tono—. ¡Pero al menos podríamos haberlo sabido por videollamada! Este pequeño es una preciosidad.

Daichi también se inclinó para ver mejor a Sora, sonriendo al ver cómo el bebé se aferraba a los brazos de su padre, con los grandes ojos observando cada movimiento de los visitantes.

 Sugawara le dio a Sora un pequeño peluche con forma de pelota de voleibol. —Para que empiece a practicar desde ya —bromeó, haciendo que todos rieran.

La reunión transcurrió entre risas y anécdotas, los amigos de Hinata y Kageyama adaptándose rápidamente a la presencia del pequeño en sus vidas. Sugawara incluso le regaló a Sora un peluche en forma de pelota de voleibol, diciendo que así, "podría empezar a entrenar desde joven". Hinata y Kageyama se unieron a la broma, agradeciendo con una sonrisa, aunque Sora parecía más interesado en jugar con el cabello de su papá.

Unos días después, fue el turno de Tsukishima y Yamaguchi de visitarlos. Desde el momento en que cruzaron la puerta, la energía fue completamente distinta. Tsukishima entró con una media sonrisa, claramente disfrutando de la oportunidad de molestar a Kageyama.

—Vaya, así que finalmente nos dejan ver a la familia secreta del rey de la cancha —bromeó Tsukishima, levantando una ceja mientras observaba a Sora en brazos de Hinata.

—Ya sabes cómo es la situación —respondió Kageyama con un tono molesto—. No había mucho que pudiéramos hacer.—Dijo, cruzando los brazos.

Mientras tanto, Hinata noto el abultado vientre de Yamaguchi que acariciaba su vientre de forma distraída. Hinata, notando el gesto, lo miró con curiosidad.

—¿Estás...embazado —preguntó con una sonrisa, mirando a Yamaguchi, quien asintió tímidamente.

—Sí, estoy cerca del noveno mes, no se nota con la ropa —confesó Yamaguchi, con una expresión cálida—. Queríamos esperar a que las cosas estuvieran más estables antes de decírselo a los demás.

Pero lo que realmente sorprendió a todos fue la reacción de Sora. Mientras Tsukishima se acercaba a Hinata y quizás hacer un comentario burlón a Kageyama, el pequeño, quien hasta ese momento había estado en silencio, se aferró más fuerte a su padre y lo miró a los ojos como si lo entendiera. Luego, con un tono casi posesivo y sorprendentemente claro, dijo su primera palabra:

—¡Mío!

Hinata se quedó congelado por un momento, mirando a Sora con los ojos abiertos. —¿Dijiste "mío"? —preguntó, aunque claramente lo había escuchado bien.

Tsukishima, con una sonrisa burlona, alzando las manos en señal de rendición—. Tranquilo, pequeño. No voy a robarte a tu papá.

Sora, sin embargo, continuó mirando mal a Tsukishima, apretando su pequeño puño como si de verdad lo considerara una amenaza. Kageyama no pudo evitar reír suavemente, acariciando la cabecita de su hijo. —Parece que ya tengo un aliado —dijo en voz baja, intercambiando una mirada cómplice con Hinata.

Yamaguchi, observando la escena con una sonrisa, se inclinó hacia Hinata para susurrarle—. Sora me recordó mucho a Kageyama.

—Sí —respondió Hinata, acariciando la espalda de Sora para calmarlo.

Mientras la visita continuaba, Sora se mostró extrañamente protector, casi siempre pegado a su papá o mamá, y mirando con cierta desconfianza a cualquiera que se acercara demasiado a Hinata. Aunque todos lo encontraron adorable, también dejó en claro que, para el pequeño, su papá y mamá eran su mundo entero, y no estaba dispuesto a compartirlos con nadie más.

La tensión en la sala aumentó cuando las bromas sarcásticas de Tsukishima se tornaron más intensas, dirigiéndose directamente a Kageyama. Ambos alfas, acostumbrados a medirse en un tira y afloja de palabras, parecían haber cruzado una línea.

—Pobre Hinata—dijo Tsukishima con una sonrisa burlona—. Debe ser difícil soportar un alfa como tu.

Kageyama, con la mandíbula apretada, respondió: —Al menos no me preocupo por ser una carga. Tienes suerte de que Yamaguchi no se arte de tu personalidad con los demás. 

El aire se volvió denso mientras los dos hombres se lanzaban miradas desafiantes. Cada palabra cargada de una competitividad que rápidamente escalaba a un enfrentamiento verbal más serio.

Hinata y Yamaguchi, observando la situación, intercambiaron miradas preocupadas. Sora, aún en el regazo de Hinata, no parecía notar el tenso ambiente, pero sus padres sabían que la situación necesitaba una intervención.

Yamaguchi cerro los ojos, en señal de molestia respirando tratando de ignorar sus ganas de callar a su alfa.

Intercambio miradas cómplices con Hinata y de repente ambos omegas le dieron un golpe de tras de la cabeza de sus alfas.

Los dos alfas reaccionaron al unísono, girando sus cabezas hacia sus omegas con una expresión de sorpresa y un ligero atisbo de temor. Era evidente que ambos sabían que cuando sus omegas se enojaban, era mejor bajar la guardia.

—Qué?—se quejó Tsukishima, frotándose la cabeza donde Yamaguchi lo había golpeado, su tono tranquilo y algo molesto que desafiante—. Perdón, Tsuki...

Kageyama, aún sintiéndose un poco resentido, se mantuvo en silencio, mientras la incomodidad de la situación empezaba a desvanecerse. Con un profundo suspiro ambos alfas , se dejaron caer en el sofá, derechos gracias al miedo del regaño.

Ambos omegas se erguían ahora con autoridad, claramente en control de la situación. Se sentaron en el sillón, cruzando los brazos con un aire de determinación.

—No estamos aquí para que ustedes se peleen —dijo Hinata, su tono firme—.Deben aprender a controlarse un poco.

Yamaguchi asintió, mirando a Kageyama con un reproche suave. —Y también, Tsukishima, no puedes ir por ahí molestando a Tobio con tus bromas.

Ambos alfas, al ver la seriedad en las expresiones de sus omegas, se dieron cuenta de que habían ido demasiado lejos. La energía en la habitación cambió, y un silencio incómodo se apoderó del lugar.

—Lo sentimos —murmuraron, evitando la mirada de los omegas, mientras Tsukishima se encogía de hombros, aún algo a la defensiva.

la sala, pero la lección había sido clara: sus omegas eran más fuertes que cualquier rivalidad. Sora sintiendo la tensión en el aire, sonrió al ver a sus padres ignorando los momentos tensos que habían sucedido minutos antes.

Finalmente, cuando Tsukishima y Yamaguchi se despidieron, Sora parecía relajarse un poco, quizás satisfecho de que "su territorio" no hubiera sido invadido. La despedida se dio con promesas de más visitas y la esperanza de que, algún día, sus bebés pudieran crecer y jugar juntos, formando una amistad tan fuerte como la de sus padres.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora