futuro y pasado

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Una cálida mañana de junio, justo cuando el primer trimestre del embarazo de Hinata llegaba a su fin. Aunque la idea de un bebé había comenzado como algo lejano, ahora parecía más real que nunca. Hinata se sentía cada vez más conectado con la pequeña vida que crecía en su interior, y Kageyama había estado a su lado en cada paso, aprendiendo a ser tan protector como atento.

Mientras se preparaban para hacer los ejercicios que la doctora le había recomendado a Hinata, Kageyama observó con detenimiento cómo su omega se movía con cuidado. El embarazo estaba en una etapa crucial, y ambos lo sabían. Cada estiramiento, cada movimiento que hacía Hinata, estaba cargado de ternura y, a veces, de una risa compartida cuando algo no salía del todo bien.

—¿Sabes? —comenzó Hinata, alzando la vista desde su posición en el suelo, con una pequeña sonrisa—. A veces, todavía no puedo creer que ya estamos a punto de entrar al segundo trimestre.

Kageyama sonrió, mientras lo ayudaba a levantarse suavemente, no pudo evitar pensar en cómo habían cambiado las cosas desde marzo, cuando se enteraron de que iban a ser padres. El tiempo había volado, pero la conexión entre ellos solo se había fortalecido.

—Sí, ha pasado rápido —dijo Kageyama, ajustando la posición de Hinata para el siguiente ejercicio—. Y pensar que, en seis meses, tendremos a nuestro pequeño cuervito con nosotros.

Hinata soltó una risa suave, encantado por cómo Kageyama se refería al bebé. Todavía no sabían si sería niño o niña, pero ambos sentían que esa conexión especial estaba ahí, como si ese bebé ya fuese parte de su pequeña familia.

—¿Te imaginas cómo será? —preguntó Hinata, mientras terminaba una de las posturas con la ayuda de Kageyama—. Tal vez tenga tu terquedad.

Kageyama soltó una risa baja.

—O tal vez tendrá tu energía interminable —respondió, pasando una mano suavemente por el vientre de Hinata, como si ya estuviera saludando al bebé—. Aunque con nuestra mezcla, va a ser imparable de todos modos.

—Espero que se parezca más a ti Shoyo—dijo el.

Mientras Hinata terminaba el último de los ejercicios que la doctora le había indicado, se dejó caer suavemente sobre el sofá, con una sonrisa de satisfacción y cansancio. Kageyama, sentado a su lado, lo observaba con ojos brillantes, mientras una oleada de recuerdos le invadía la mente.

—Tobio, ¿en qué piensas? —preguntó Hinata, notando la expresión distante en su rostro.

Kageyama se encogió de hombros, pero no pudo evitar sonreír con un aire un poco nostálgico.

—Estaba recordando cómo solía ser en secundaria... —admitió, rascándose la nuca—. A veces no sé cómo me soportaste.

Hinata lo miró con curiosidad, aunque también compartía esos recuerdos. Sabía exactamente a qué se refería. De hecho, había momentos en los que Kageyama, sin decirlo abiertamente, solía marcar su territorio de una manera casi desesperada. Hinata recordaba cómo las feromonas de Kageyama lo envolvían en aquellos días, casi provocando que cayera en celo, y cómo todo eso era una muestra de los celos que Kageyama intentaba ocultar.

—Oh, ¿te refieres a esas veces en las que inundabas la sala de entrenamiento con tus feromonas? —Hinata sonrió, claramente disfrutando de la oportunidad de molestarlo un poco—. A veces pensaba que ibas a provocar un celo ahí mismo, solo porque alguien más me miraba.

Kageyama se sonrojó al recordar aquellos momentos. No había sido su intención, pero cuando sentía que alguien estaba demasiado cerca de Hinata, su cuerpo reaccionaba de manera instintiva.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora