Entrenamiento

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La cancha improvisada que Kageyama había instalado se extendía, lista para una sesión más de entrenamiento. Desde que la pandemia había empezado, el patio se había convertido en el espacio de entrenamiento principal de Hinata, un lugar donde podía seguir perfeccionando sus habilidades a pesar de las restricciones.

Hinata se encontraba en la cancha, con una pelota de voleibol en mano, practicando sus saltos y remates. Se podía ver el sudor en su frente, pero también su determinación. Cada salto era un paso más hacia su objetivo de volver al mejor nivel posible, sin importar las circunstancias.

Sora, con sus siete meses, ya era capaz de mantenerse sentado por sí mismo y gateaba con facilidad. Desde su manta, lo observaba todo con atención, especialmente cuando su madre saltaba o golpeaba la pelota. Hinata se tomó un breve descanso, limpiándose el sudor de la frente y mirando a su hijo.

Después de unos minutos de práctica intensa, Hinata se dejó caer en la cancha, jadeando y riendo a la vez. —¡Pequeño! —dijo, extendiendo una mano hacia Sora—. Ven aquí, cuervito.

—Parece que alguien está muy concentrado en nosotros —comentó Kageyama, inclinándose para recoger a Sora—. Vamos, pequeño.

Hinata lo observó con una mezcla de sorpresa y ternura. —¿Qué pasa, cuervito? —preguntó, caminando hacia ellos y acariciando la cabecita de Sora.

—¿Celoso? —preguntó Hinata, sin entender exactamente por qué su hijo se habría sentido de esa manera.

Kageyama soltó una ligera risa. —Pensé que con el tiempo sus celos desparecerían, al parecer solo crecieron desde que...  —dijo en voz baja, recordando un comentario casual que había hecho mientras jugaban en casa—. Le dije que te casarías conmigo.

Al escuchar eso, Sora soltó un balbuceo más fuerte, casi como si protestara, y se aferró al cuello de Kageyama con sus pequeñas manos. Era evidente que, aunque no entendiera completamente las palabras, percibía la importancia que tenía Hinata para ambos.

Hinata se inclinó hacia Sora, tocando su naricita con la suya en un gesto cariñoso. —cuervito —susurró—.Creo que solo necesitas un poco de tiempo. 

Kageyama lo sostuvo cerca, y con voz calmada le habló a Sora mientras el pequeño descansaba su cabeza en su hombro. —No te pongas celoso, ¿eh? —dijo en un tono de broma, suavizando sus palabras con una sonrisa.

Hinata se acercó aún más, acariciando la espalda de Sora mientras el bebé comenzaba a relajarse. No había necesidad de palabras grandilocuentes o gestos exagerados; el simple hecho de estar juntos en ese momento y compartir ese vínculo, bastaba para transmitir la seguridad que Sora necesitaba.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora