cuervito posesivo

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La mañana comenzó con un suave amanecer filtrándose por las ventanas del cuarto de Sora, que iluminaba la habitación con un cálido resplandor dorado. Kageyama y Hinata se encontraban en la puerta, observando a su pequeño hijo que dormía plácidamente en su cuna, envuelto en mantas suaves y acogedoras. Sora había cumplido ya tres meses, y su rostro se había llenado de pequeñas expresiones que hacían sonreír a sus padres cada vez que lo miraban.

—Mira cómo duerme —susurró Hinata, con una sonrisa que iluminaba su rostro mientras se inclinaba un poco hacia adelante.

Kageyama asintió, sus ojos fijos en su hijo, sintiendo un profundo amor y orgullo. Era increíble cómo, en tan poco tiempo, Sora se había convertido en el centro de sus vidas.

—A veces me pregunto a quién se parecerá más cuando crezca —dijo Kageyama, con un tono melancólico, mientras recordaba cómo su hijo era aún tan pequeño y frágil.

Hinata lo miró de reojo, con un brillo travieso en los ojos.

—Seguro que será igual de talentoso que tú en el voleibol —bromeó, guiñándole un ojo.

Kageyama hizo un gesto con la mano, como si desestimara el cumplido, pero no pudo evitar sonreír ante la idea de que su hijo pudiera seguir sus pasos en el deporte.

Después de un momento, Sora comenzó a moverse en su cuna, sus labios formando pequeños sonidos mientras soñaba. Hinata se acercó rápidamente, dejando que el pequeño se acurrucara en su pecho al despertarse.

—¡Hola, cuervito! —dijo Hinata, acariciando suavemente la cabeza de Sora.

El bebé abrió los ojos, parpadeando lentamente antes de sonreírle a su madre. Sora estiró sus manitas, buscando el abrazo de Hinata, mientras Kageyama se acercaba para observar la interacción entre ambos.

—Parece que tiene hambre —dijo Kageyama, notando cómo Sora movía su boca en busca de atención.

—Sí, creo que es hora de que lo alimente —respondió Hinata, levantando a Sora con cuidado y acunándolo en sus brazos.

Mientras se acomodaban en el sillón de la habitación, Kageyama no pudo evitar sonreír al ver cómo su pareja se deshacía en ternura ante su hijo. Hinata había terminado de alimentarlo y coloco a Sora para sacarle los gases, Sora se acurrucó en el pecho de Hinata, con la mirada llena de amor y confianza.

De repente, Kageyama se acercó a Hinata para abrazarlo, pero Sora, al ver a su padre acercarse, comenzó a quejarse, frunciendo el ceño y moviendo las manitas como si no le gustara que Kageyama invadiera su espacio.

—Sabes, Sora —dijo Kageyama en un tono juguetón— Shoyo se casara conmigo.

Sora, como si entendiera cada palabra, frunció el ceño y negó con la cabeza, escondiéndose en el pecho de Hinata. Kageyama soltó una risa al ver la reacción de su hijo, sintiendo una oleada de ternura en su pecho.

—¿Ves eso? —dijo Kageyama, señalando a Sora—. Ya muestra signos de ser posesivo contigo.

Hinata miró al pequeño con una expresión de complicidad.

—Parece que se preocupa por mí —dijo con una sonrisa—. Pero, de hecho, se está volviendo muy posesivo, ¿no?

Kageyama se cruzó de brazos, con una expresión seria pero llena de humor.

—Tendré que demostrarle que eres mío —dijo Kageyama con determinación, tratando de mantener la gravedad en su voz mientras una sonrisa se asomaba en sus labios.

Hinata se rió suavemente, y en ese momento, el ambiente se llenó de amor y alegría. Ambos padres se miraron, sintiendo la felicidad de tener a Sora en sus vidas, una pequeña luz que iluminaba su mundo.

Con Sora entre sus brazos, Hinata sonrió y miró a Kageyama.

—¿Estás listo para ser un gran esposo y padre? —preguntó juguetonamente.

Kageyama levantó la barbilla con confianza.

—Siempre estoy listo. Solo necesito que Sora me dé su aprobación —respondió, mirando al bebé que aún estaba acurrucado en los brazos de Hinata.

Mientras Sora se acomodaba en el pecho de su madre, ambos padres compartieron una mirada que decía más que mil palabras, un pacto silencioso de amor y compromiso que fortalecería su familia día a día.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora