Cálidos Lazos

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Esa noche, mientras Sora dormía plácidamente en su cuna, Hinata y Kageyama se acomodaron en el sofá, disfrutando de un momento de tranquilidad. La habitación estaba iluminada por la suave luz de una lámpara, creando un ambiente cálido y acogedor.

—No puedo creer que Sora dijera "mío" —dijo Hinata con una sonrisa, sintiendo cómo la calidez del recuerdo iluminaba su corazón—. ¡Era tan adorable!

Kageyama asintió, sonriendo al recordar la escena. —Nunca pensé que un niño pudiera ser tan posesivo —respondió, su voz llena de ternura—. Pero me gusta, significa que se siente seguro con nosotros.

—Sí, eso es lo más importante —dijo Hinata, acariciando la cabeza de Sora. Su expresión se tornó pensativa—. Me pregunto si entenderá lo que significa ser un hermano mayor algún día.

Kageyama sonrió, sintiendo la conexión que compartían como padres. —Lo hará. A su manera, lo entenderá.

La noche caía con suavidad sobre el apartamento de Tsukishima y Yamaguchi, sumiéndolo en un silencio interrumpido solo por el débil zumbido de la calefacción. Yamaguchi estaba molesto, su expresión tensa y los brazos cruzados. A pesar de la oscuridad, se podía sentir la chispa de su molestia.

El ambiente se sentía denso. Yamaguchi estaba de espaldas a Tsukishima, claramente molesto. No le había dirigido la palabra desde que llegaron a casa, y el silencio entre ambos se sentía más frío que de costumbre. Tsukishima sabía bien por qué Yamaguchi estaba así: había exagerado con sus comentarios hacia Kageyama, y eso había irritado a su pareja.

Tsukishima se quedó unos segundos mirándolo, buscando las palabras adecuadas, pero finalmente dejó escapar un suspiro y optó por otra cosa. Sin decir nada, se deslizó detrás de Yamaguchi y se acostó en la cama, rodeándolo con sus largos brazos. Apoyó la barbilla en el hombro de Yamaguchi, y lo apretó un poco más contra su pecho.

—Tadashi... —su voz salió en un susurro ronco, y luego inclinó su rostro para rozar su nariz en el cuello de Yamaguchi—. ¿Me perdonas? Sé que me pasé. Solo tú puedes hacerme sentir así de inquieto. —Sus palabras sonaban sinceras, pero había un matiz juguetón en su tono.

Yamaguchi sintió el peso cálido del brazo de Tsukishima y trató de mantener su enojo, pero el contacto y el aroma de su alfa comenzaban a suavizar su resistencia. —Kei, siempre haces lo mismo —dijo, aunque su voz ya no sonaba tan firme.

Tsukishima se movió ligeramente para acercarse más, deslizando una mano suavemente sobre el vientre de Yamaguchi, que mostraba signos del embarazo. —Solo quería verte sonreír —murmuró—. Sabes que me aterra cuando te enojas conmigo, más aún ahora... No quiero que nuestro bebé dino sienta nada que no sea felicidad.

Yamaguchi dejó escapar una exhalación larga, sintiendo cómo la tensión se disolvía ante la calidez de Tsukishima. Al final, se giró para mirarlo a los ojos. —Kei, no puedes resolver todo solo con abrazos y palabras bonitas.

—Tal vez no —admitió Tsukishima con una pequeña sonrisa—, pero sí puedo hacer que no puedas quedarte enojado conmigo por mucho tiempo. —Y antes de que Yamaguchi pudiera replicar, le dio un beso suave en la frente y luego bajó hacia su mejilla, con esa ternura que solo él le mostraba.

Yamaguchi rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír. —Eres un tonto...

—Lo sé, pero soy tu tonto—respondió Tsukishima, abrazándolo con más fuerza, como si quisiera asegurarse de que nada los separara—. Siempre seré tu tonto, y el papá del bebé dino.

Yamaguchi, finalmente, dejó que una risa escapara de sus labios y correspondió al abrazo, sintiéndose más en paz. Sabía que Tsukishima no era perfecto, pero esa manera única en que le mostraba su lado más vulnerable era algo que siempre lograba derribar sus defensas.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora