En brazos de papá

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La noche había sido intensa, y ambos, Hinata y Kageyama, finalmente habían caído en un sueño profundo. Hinata descansaba a su lado, su cuerpo relajado, envuelto en el calor de las mantas, mientras Kageyama sentía la paz temporal de tener a su omega cerca. La habitación estaba sumida en un silencio agradable, roto solo por el suave ritmo de sus respiraciones.

Sin embargo, el sonido familiar de un llanto suave llamó la atención de Kageyama. Sora, su pequeño, se había despertado. Kageyama abrió los ojos lentamente, consciente de que Hinata no debía ser despertado después de una noche tan agotadora. Se movió con cuidado, retirando su brazo de alrededor de Hinata para no perturbar su descanso.

Con pasos suaves, Kageyama se dirigió a la cuna de Sora, donde el pequeño movía sus bracitos con ligera frustración. Pero en cuanto Sora vio a su padre acercarse, sus pequeños ojos brillaron, dejando escapar un balbuceo de alivio. Kageyama sonrió al ver cómo el bebé alzaba sus brazos, ansioso por ser tomado en brazos.

—Shhh, tranquilo, pequeñito —susurró Kageyama mientras lo levantaba, sosteniéndolo contra su pecho.

Sora se acomodó en los brazos de Kageyama con una rapidez sorprendente, su llanto desapareciendo casi de inmediato. A diferencia de otros momentos, cuando su padre estaba con él, Sora siempre se sentía cómodo. Kageyama lo balanceaba suavemente, con una sonrisa pequeña en el rostro, observando cómo el bebé se acurrucaba contra él, tranquilo y satisfecho.

—No quieres molestar a mamá, ¿verdad? —murmuró Kageyama con voz baja, moviéndose con cuidado para no hacer ruido.

Sora emitió un pequeño sonido, como si estuviera respondiendo, y apretó una de sus manos diminutas contra el pecho de su padre. Estaba claro que el bebé disfrutaba estar con él. Kageyama dejó escapar una suave risa mientras lo acomodaba mejor en sus brazos, sintiendo cómo Sora se relajaba aún más.

Era curioso cómo, cuando estaban solo él y Sora, el pequeño parecía en completa calma. No había quejas, ni incomodidades. Pero Kageyama sabía que la dinámica cambiaba drásticamente cuando Hinata entraba en escena. Si intentaba acercarse demasiado a su omega mientras Sora estaba despierto, el bebé se inquietaba de inmediato, como si protegiera su espacio alrededor de su madre.

—Eres el protector de mamá, ¿no? —bromeó Kageyama en voz baja, acariciando suavemente la cabecita de Sora. —Solo cuando estoy con mamá te pones así.

Sora movió sus pequeñas manos, como si estuviera tratando de alcanzar el rostro de Kageyama, sus ojos abiertos de par en par mientras observaba a su padre con esa curiosidad que siempre llenaba a Kageyama de ternura. El bebé estaba totalmente a gusto en ese momento, pegado a su alfa, sin mostrar el más mínimo signo de molestia.

Kageyama tomó asiento en una silla cercana, manteniendo a Sora bien arropado. Mientras lo acunaba, observaba cómo los ojos del pequeño comenzaban a cerrarse poco a poco. Sabía que su hijo disfrutaba de la tranquilidad de estar en sus brazos. Cada pequeño gesto, cada mirada, parecía indicar que Sora se sentía seguro y en paz solo con su padre.

—Sabes, a veces siento que me estás vigilando —murmuró Kageyama, sonriendo mientras sus dedos acariciaban la mejilla suave de Sora—. Cuando estoy con mamá, me observas como si tuvieras que asegurarte de que todo está bien.

Sora dejó escapar un suave suspiro, como si respondiera al comentario de su padre, antes de acomodarse aún más profundamente contra su pecho. Kageyama rió suavemente, maravillado por la pequeña pero fuerte conexión que ya tenían.

Después de unos minutos, Kageyama sintió cómo el pequeño cuerpo de Sora se relajaba completamente en sus brazos, su respiración suave y tranquila indicaba que ya estaba nuevamente dormido. Lo sostuvo por unos momentos más, disfrutando de la calma y el silencio de la noche, antes de levantarse cuidadosamente para devolverlo a su cuna.

—Duerme bien, Sora —susurró mientras lo arropaba con cariño.

Sora ni siquiera se movió, profundamente dormido, como si su pequeño corazón ya supiera que su padre siempre estaría allí para protegerlo.

Kageyama se volvió hacia la cama, donde Hinata seguía durmiendo plácidamente. Sonrió para sí mismo, contento de que todo hubiera transcurrido en silencio. Sin hacer ruido, se deslizó de nuevo junto a su omega, quien de inmediato se acomodó contra su cuerpo.

Con Sora durmiendo tranquilo en su cuna y Hinata descansando a su lado, Kageyama sintió que todo en su mundo estaba en orden.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora