Bajo el deseo

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Hinata ya sabía que su celo se acercaba. Aunque había comenzado a tomar inhibidores, su cuerpo seguía respondiendo con una sensibilidad creciente que lo delataba. Cada vez que Kageyama lo miraba, su respiración se volvía más agitada, y la proximidad del alfa se tornaba casi insoportable. Esa mezcla de anhelo y necesidad lo desarmaba.

Aquella noche, después de la cena, cuando el silencio llenaba la casa y todo parecía en calma, Hinata finalmente se armó de valor.

—Tobio... mi celo está cerca... —susurró, su mirada fija en el suelo, sin atreverse a enfrentarlo.

Kageyama, que había estado concentrado en sus tareas rutinarias, se quedó inmóvil. No lo habían hecho desde que Sora nació, y la idea de no haber tocado a su omega en todo ese tiempo empezó a revolverse en su mente. Pensamientos que había reprimido, escondidos bajo la carga de sus responsabilidades como padre, comenzaron a florecer, llevándolo a territorios oscuros y llenos de deseo.

Cuando Hinata lo miró con esa expresión sonrojada, algo dentro de Kageyama se rompió. La resistencia que había acumulado durante meses se desmoronó, y no pudo evitarlo más.

Sus labios se encontraron en un beso profundo, húmedo, cargado de todo lo que habían estado negándose. La respiración de ambos se volvió irregular al instante, y las feromonas de Hinata envolvieron a Kageyama como un hechizo, provocando que el alfa empezara a perder el control.

—Kageyama... —gemía Hinata entre susurros, su cuerpo estremeciéndose por la anticipación.

Sabían que debían ser silenciosos. Sora dormía en la habitación contigua, y el ruido podría despertarlo. Con un gesto rápido, Kageyama tomó la camiseta de Hinata y la colocó suavemente en su boca, tapando los gemidos que Hinata apenas podía contener.

—Todavía tenemos tiempo, pero no podemos dejar que Sora te escuche... —susurró Kageyama en su oído, su voz ronca y llena de deseo. El contraste entre la suavidad del gesto y la pasión que hervía en su interior era un recordatorio de lo que estaban a punto de hacer.

Kageyama comenzó a explorar el cuerpo de su omega, sus manos recorriendo con firmeza la piel sensible de Hinata. Mientras lo besaba con más intensidad, el pequeño cuerpo de Hinata reaccionaba, empapándose al contacto de Kageyama, sus caderas temblando cada vez que el alfa tocaba los puntos más sensibles de su piel.

—Estás... tan sensible —murmuró Kageyama mientras sus labios descendían por el cuello de Hinata hasta llegar a su clavícula, donde dejó un rastro de besos que encendieron aún más al omega.

Hinata gemía contra la tela de su camisa, su cuerpo vibrando de deseo. La ropa se volvió una molestia, y Kageyama lo ayudó a deshacerse de ella con rapidez, dejando que sus manos vagaran hasta la entrepierna de Hinata, notando lo mojado que estaba. No pudo evitar sonreír ante la reacción de su omega.

—¿Te gusta? —preguntó Kageyama, su tono bajo, casi burlón, mientras seguía estimulando la erección de ambos, apretando lo suficiente para arrancar gemidos entrecortados que se ahogaban en la camiseta de Hinata.

Hinata asintió instintivamente, con los ojos llenos de deseo y un leve rastro de vergüenza. Se sentía vulnerable, completamente entregado a Kageyama. El calor que recorría su cuerpo se hacía insoportable, y aunque lo consumía, también lo llenaba de satisfacción.

Kageyama alineó sus cuerpos, posicionándose con cuidado, y Hinata, con la respiración entrecortada, sintió cómo el alfa comenzaba a entrar lentamente en él. La sensación de ser llenado después de tanto tiempo lo hizo arquearse y gemir con fuerza, apretándose involuntariamente alrededor de Kageyama.

—Ha pasado un tiempo... y estás tan apretado, Hinata —jadeó Kageyama, su voz ronca, mientras comenzaba a moverse lentamente dentro de él.

Los gemidos de Hinata se volvieron más intensos, pero la camiseta en su boca los contenía. El alfa avanzaba con movimientos lentos pero firmes, cada vez más profundos y desesperados, mientras ambos cuerpos se movían en una danza entre el control y la necesidad.

—Eres tan... lindo —susurraba Kageyama, embistiendo con más fuerza, sus ojos clavados en la expresión extasiada de su omega. Cada palabra que susurraba parecía hacer que el cuerpo de Hinata reaccionara aún más, sus feromonas llenando el aire.

—N-no digas cosas... vergonzosas... —murmuró Hinata, sus caderas moviéndose instintivamente hacia Kageyama, buscando más, necesitando más.

—No puedo parar... —jadeó Kageyama, aumentando el ritmo de sus embestidas. El calor de Hinata, su cuerpo apretándose alrededor de él con cada movimiento, lo estaba llevando al límite. —Se siente demasiado bien... No quiero detenerme...

—Des...pacio —gimió Hinata, pero su cuerpo lo traicionaba, sus caderas alzándose para recibir más de Kageyama.

Kageyama se inclinó, su voz apenas un susurro mientras seguía moviéndose dentro de Hinata.

—Este pequeño cuerpo... tuvo a Sora... y aun así, te aprietas tan fuerte...

Esas palabras hicieron que Hinata perdiera completamente el control, su cuerpo reaccionando con un estremecimiento incontrolable. Su mente se nubló por completo, los gemidos incontrolables escapando de su boca, mientras Kageyama aumentaba la velocidad de sus movimientos, llevándolos a ambos al límite.

Los cuerpos de ambos se estremecieron casi al mismo tiempo, mientras el clímax los atravesaba, robándoles el aliento. Kageyama enterró su rostro en el cuello de Hinata, jadeando contra su piel, mientras Hinata temblaba bajo su peso, aún apretado a su alrededor.

Cuando todo terminó, Kageyama se quedó sobre él, sus cuerpos entrelazados y sudorosos, sus respiraciones entrecortadas llenando la habitación. Lentamente, retiró la camiseta de la boca de Hinata y lo besó suavemente, sus labios apenas rozando los de su omega.

—¿Te hice daño? —susurró, su voz aún cargada de preocupación.

Hinata negó con una sonrisa temblorosa, su cuerpo aún sintiendo los resquicios del clímax.

—No... se sintió bien... —murmuró, acariciando suavemente el rostro de Kageyama.

Kageyama lo abrazó con fuerza, sus cuerpos aún pegados mientras el cansancio los envolvía lentamente. Por ahora, todo estaba en calma, y ambos sabían que ese momento de paz sería suficiente para cuando Sora despertara.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora