La Alegría de Regresar a Casa

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El sol se asomaba tímidamente por la ventana, llenando el cuarto de Sora con un cálido resplandor dorado. El pequeño cuervito, con sus brillantes ojos curiosos, se despertó con un brillo especial en su mirada. Hoy era un día especial, el día en que su madre, Hinata, regresaría a casa después de una corta ausencia por trabajo.

—¡Mamaaa! —gritó Sora con su voz alegre, repitiendo la palabra que había aprendido a pronunciar con tanto entusiasmo. Su corazón palpitaba con emoción mientras se levantaba de la cama, apoyándose en la pared para mantenerse en pie.

Con un poco de esfuerzo, dio sus primeros pasos tambaleándose hacia la puerta, sus pequeños pies descalzos apenas hacían ruido sobre el suelo. La expectativa lo llenaba de energía, y cada paso que daba lo acercaba más a su madre.

Mientras tanto, en la cocina, Hinata estaba preparando un almuerzo especial para celebrar su regreso. Había planeado un día lleno de juegos y risas, y quería que Sora sintiera todo su amor en cada bocado que probara. Al escuchar la puerta abrirse, se giró con una gran sonrisa.

—¡Sora! —llamó, su voz llena de alegría—. ¡Ya estoy en casa!

Sora sintió una chispa de emoción y aprecio que lo impulsó a dar otro paso, luego otro. Con un pequeño sonrojo en sus mejillas, avanzó más rápido, casi corriendo, hasta que finalmente se encontró en los brazos de su madre.

—¡Mamaaa! —exclamó Sora, aferrándose a Hinata con todas sus fuerzas.

—¡Hola, mi lindo cuervito! —respondió Hinata, abrazándolo fuertemente, sintiendo cómo su corazón se llenaba de felicidad al tener a su hijo nuevamente en sus brazos.

—Sora... lindo —dijo el pequeño, sonriendo con su inocente sinceridad.

Hinata no pudo evitar soltar una risita, pero, al mismo tiempo, su corazón se derritió al escuchar esas palabras. Mirando a su hijo con ternura, decidió jugar un poco.

—¿Sabes, Sora? Siempre que te veo, me doy cuenta de lo lindo que eres. —Sus ojos brillaban mientras lo observaba—. tengo suerte de ser tu mamá.

Sora sintió un calor que le subía por las mejillas, y un pequeño sonrojo lo invadió. Sus ojos se abrieron en sorpresa ante el cumplido.

—¡Mama! —exclamó, tapándose la cara con sus pequeñas manos, mientras se reía, completamente embelesado por la atención y la dulzura de su madre.

Hinata sonrió, disfrutando de la adorable reacción de su hijo. Sabía que esos pequeños momentos eran tesoros que guardarían en sus corazones.

—¿Quieres ayudarme a preparar algo delicioso? —preguntó Hinata, soltando a Sora lentamente para que pudiera moverse con más libertad.

Sora asintió con entusiasmo, sintiéndose cada vez más emocionado por poder compartir ese tiempo con su madre. A medida que caminaban juntos hacia la cocina, el ambiente se llenó de risas y el amor que compartían se hacía cada vez más palpable.

Era un día que quedaría grabado en sus corazones, lleno de risas, amor y la promesa de muchos más momentos juntos. Cuando el sol comenzaba a ponerse, Hinata y Sora se sentaron juntos en el sofá, disfrutando del cálido resplandor del final del día.

—Sora, estoy en casa —susurró Hinata, abrazando a Sora contra su pecho, mientras el pequeño cuervito cerraba los ojos, sintiéndose seguro y amado en la calidez de su hogar.

—Shi...—respondió Sora, sonriendo mientras se acomodaba en los brazos de su madre, disfrutando de la felicidad que los rodeaba.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora