nuestro pequeño mundo

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Gracias a la tranquilidad que les había ofrecido el saber que los resultados de sus pruebas de covid eran negativas, les había llegado los resultados al celular de Kageyama, el ambiente era cálido y acogedor. La luz suave de la tarde entraba por las ventanas, bañando la sala en un resplandor dorado.

Kageyama estaba en la cocina, sirviendo té con movimientos cuidadosos, mientras Hinata se sentaba en el sofá, acariciando su vientre distraídamente. El alfa se acercó con la bandeja, colocándola sobre la mesa frente a Hinata. Se inclinó para besarle suavemente la frente, un gesto que se había vuelto habitual desde que supo del embarazo. Su instinto alfa lo empujaba a proteger, pero solo con Hinata se permitía ser tierno y, en cierto modo, vulnerable.

—Toma—dijo con una sonrisa suave, sentándose junto a él—¿Te sientes bien? ¿Te duele algo?

Hinata negó con la cabeza, devolviéndole una pequeña sonrisa, aunque en sus ojos se notaba cierta inquietud.

—Gracias… solo estaba pensando en cómo contarle a todos —respondió con un suspiro que revelaba la preocupación que sentía—No sé cómo lo van a tomar nuestras familias… ni el equipo...Y luego está la agencia, el entrenador…

Kageyama escuchó atentamente, moviéndose un poco más cerca de su omega. Le tomó la mano, entrelazando sus dedos con los de Hinata, y bajó la mirada hacia su vientre. El recuerdo de la cita médica seguía fresco en su mente, donde la doctora les había explicado cada detalle sobre el embarazo. Sentía una mezcla de responsabilidad y emoción, pero lo que más le importaba en ese momento era que Hinata se sintiera apoyado.

—No tienes que hacer todo de una vez —dijo Kageyama con voz suave, inclinándose hacia él—Podemos ha cerlo poco a poco. Primero, hablar con tu familia… después, con los demás. Yo estaré contigo en todo momento.

Hinata apretó ligeramente la mano de Kageyama, agradeciendo la calma que él le transmitía. Sabía que no podía evitar sentirse preocupado, pero la presencia constante de Kageyama a su lado lo ayudaba a mantener la tranquilidad.

—Gracias, Tobio… —murmuró, apoyando la cabeza en el hombro de su alfa—Solo quiero que todo salga bien… para nosotros y para el bebé.

Kageyama envolvió a Hinata en un abrazo suave, sintiendo la calidez del cuerpo de su omega contra el suyo. Estar así, cerca de él, le daba una sensación de paz que nada más podía igualar. En ese espacio seguro, no necesitaba ser el Kageyama frío y competitivo que todos conocían. Con Hinata, podía permitirse ser protector y, al mismo tiempo, sumiso a los deseos y necesidades de su omega.

—Va a salir bien —aseguró Kageyama, acariciando la espalda de Hinata con delicadeza— Juntos podemos con todo. Y si necesitas tiempo para procesarlo, lo tomamos. No tienes que presionarte.

Hinata asintió, dejando que el suave vaivén de las caricias de Kageyama lo relajara. Su alfa siempre sabía cómo calmar sus nervios, y ese momento no era la excepción. Cerró los ojos por un instante, sintiendo cómo la tensión se desvanecía lentamente.

El té se enfriaba en la mesa, pero ninguno de los dos parecía notarlo. En la tranquilidad del hogar, solo importaban ellos dos, mientras el mundo exterior quedaba en pausa por un rato más.

[***]

Hinata despertó con la sensación cálida que le había dejado el sueño. Esta vez, el cuervo bebé en el nido. Sabía que era hora de contarle a su madre la noticia del bebé. Aunque sentía nervios, también estaba emocionado.

Se levantó de la cama sin despertar a Kageyama y, ya en el balcón, marcó el número de su madre. Mientras el teléfono sonaba, intentaba calmarse, pero su mente no dejaba de imaginar cómo reaccionaría.

—¡Shoyo! —la voz de su madre sonó alegre al otro lado de la línea—. Hijo, ¿cómo estás? ¡Nos tienes preocupados, no hemos sabido de ti en un tiempo!

Hinata respiró hondo y soltó las palabras que había estado repitiéndose mentalmente.

—Mamá, estoy bien. Solo quería contarte algo importante. —Hizo una pausa para prepararse antes de decir—Mamá... verás yo...estoy embarazado.

Un silencio pesado se apoderó de la línea por unos segundos, pero pronto fue roto por una exclamación que casi hizo que Hinata apartara el teléfono de su oído.

—¡¿Qué?! ¡Oh, Shoyo, me alegra tanto! —Su madre sonaba extasiada pues Hinata y ella son los únicos omegas en su familia, pero de inmediato su tono cambió a uno preocupado—. Espera… No se cómo le diré esto a Natsu o a tu padre, Imagino que van a querer matar a Kageyama o se van a desmayar de la sorpresa y luego llorarán—soltó una risita.

Hinata no pudo evitar reírse, relajándose al escuchar a su madre. Aunque pensar en eso lo ponía nervioso, la forma en que su madre lo describió le causaba gracia.

—No le he dicho aún —admitió Hinata—, pero... mamá, por favor, ayúdame a suavizar las cosas. Estamos en cuarentena, y tampoco quiero darles la noticia en persona, por seguridad.

Su madre suspiró al otro lado de la línea, pero su tono seguía siendo cariñoso.

—Lo haré, hijo. Aunque no va a ser fácil, lo sabes. Ellos te adoran y quieren lo mejor para ti, pero pueden ser un poco sobreprotectores. No te preocupes, lo manejaremos. Y mientras tanto, me quedaré con la emoción de ser abuela. —Su tono cambió nuevamente, lleno de alegría—. ¡Estoy tan feliz, Shoyo! No veo la hora de abrazarlos a los tres.

Hinata sonrió ampliamente, sintiéndose aliviado por el apoyo de su madre.

—Gracias, mamá. Significa mucho para mí.

Después de colgar, Hinata volvió a la habitación, sintiéndose mucho más ligero. Kageyama lo miró con curiosidad desde la cama.

—¿Todo bien?— preguntó Kageyama, rodeándolo con un brazo cuando Hinata se sentó junto a él.

—Sí, todo bien. Mi mamá estaba súper emocionada, pero también preocupada por la reacción de los demás—dijo Hinata con una sonrisa divertida—Dice que van a querer matarte, van a desmayarse...o ambas.

Kageyama soltó una risa baja, aunque se notaba que estaba un poco nervioso.

—Bueno… supongo que eso es algo que tendré que enfrentar en algún momento. —Luego, levantó su teléfono—. Ahora me toca a mí. Tengo que contarle a mis padres.

Hinata se acurrucó junto a él mientras Kageyama hablaba con sus padres. La conversación fue breve y llena de apoyo, con ellos mostrando entusiasmo y asegurando que estarían allí para ambos.

Cuando la llamada terminó, Hinata se sintió más tranquilo y reconfortado al saber que tenían el apoyo de sus familias. A pesar de los desafíos, sabían que no estarían solos.

—Todo está bien, ¿verdad? —murmuró Hinata, apoyando su cabeza en el hombro de Kageyama.

—Dijeron que pensaron que habías huido por mi carácter, porque dicen que eres el único que me aguanta, pero, si todo está bien—respondió Kageyama, acariciando su cabello con ternura—. Y siempre lo estará.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora