Una Visita Especial

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Era una mañana tranquila, con el cielo despejado y una leve brisa que anunciaba la llegada del otoño. Hinata y Kageyama se encontraban empacando algunas cosas en la bolsa de Sora mientras el pequeño gateaba por la sala, mirando todo a su alrededor con ojos curiosos. Iban a visitar a Yamaguchi, Tsukishima y al pequeño Mitsuki por primera vez en meses, y todos estaban ansiosos por el reencuentro. Habían planeado la visita con cuidado, tomando todas las precauciones necesarias para mantenerse seguros

—Sora, vamos a ver a Mitsuki —dijo Hinata con entusiasmo, mientras tomaba a su hijo en brazos.

Kageyama se unió a ellos en la puerta, asegurándose de que no olvidaran nada importante. Aunque el trayecto no era muy largo, querían estar preparados para cualquier cosa que un bebé curioso y enérgico pudiera necesitar. Una vez listos, se subieron al coche y emprendieron el camino.

Tsukishima fue quien les abrió. Aunque su semblante seguía siendo serio como de costumbre, una sonrisa apenas visible apareció en su rostro al verlos.

—Bienvenidos—preguntó mientras los invitaba a entrar.

—Sí! Gracias—respondió Hinata, levantando a Sora. El niño agitó los brazos con emoción al ver a Tsukishima, señalando hacia él con un "¡Tuki!" entusiasmado.

—Es "Tsukki", no "Tuki" —corrigió Tsukishima, aunque su tono de voz era suave y cálido.

Entraron al apartamento, que estaba decorado de forma sencilla pero acogedora. En el salón, Yamaguchi estaba sentado en el sofá con Mitsuki en sus brazos. El pequeño bebé dino, miraba a los recién llegados con ojos curiosos y un ligero aire de timidez, tenía esa calidez en la mirada que recordaba a Yamaguchi.

Al llegar, Yamaguchi los recibió con una sonrisa amplia, sosteniendo a Mitsuki en brazos. El pequeño tenía unos tres meses se veía adorable con un gorrito de lana y mejillas sonrosadas. 

—No hagan mucho ruido —bromea Tsukishima—. Mitsuki es tranquilo, pero cuando algo lo asusta, llora sin parar.

Hinata ríe y se acerca a Yamaguchi para ver mejor al bebé. Mitsuki los observa con sus grandes ojos claros, sin decir nada, pero se refugia más cerca de su padre, como si se sintiera inseguro con la presencia de extraños.

—Que lindo—dice Hinata, sonriendo al pequeño—. Hola, Mitsuki-chan. Soy Shoyo.

—Se parece a ti, Tsukishima —comentó Kageyama, dirigiendo su mirada hacia el rubio—. Pero definitivamente tiene la personalidad de Yamaguchi.

Tsukishima esbozó una sonrisa, mirando a Mitsuki con afecto. —Sí, es una mezcla interesante —respondió—Pero se parece más a Yamaguchi.

Si parece que Mitsuki también es algo tímido, ¿verdad? —comentó Hinata, inclinándose un poco para observar mejor al bebé.

—Sí, cuando se siente inseguro llora mucho —respondió Yamaguchi con una sonrisa suave, acariciando el cabello de su hijo—. Se parece un poco a mí en ese sentido.

—Me recuerda a Tsukishima..—añadió Kageyama, que se había acercado al sofá junto a Hinata.

Tsukishima, asintió levemente.—Pero en realidad creo que es más como Yamaguchi, incluso cuando se enfada, es más probable que se esconda o llore antes que hacer un escándalo. No sé de dónde sacó eso —bromeó con una ligera sonrisa.

 Mientras Sora se acomodaba en el suelo, se dio cuenta de que Hinata estaba rodeado de otros adultos. Aunque sabía que eran amigos de la familia, unos celos se apoderaron de él. Sus ojos se entrecerraron al ver a Tsukishima y Yamaguchi compartiendo risas con su mamá. Sin quererlo, Sora sintió la necesidad de proteger a Hinata, como si fuera su responsabilidad mantenerlo a salvo y cerca.

Con determinación, Sora se movió, para gatear hacia Hinata. En el proceso, repitió la palabra que había aprendido tan bien. ——Mío —dijo Sora, una de sus palabras favoritas últimamente, lleno de intensidad, como si fuera un hechizo mágico que reclamara su derecho sobre su mamá.

Hinata giró la cabeza, notando la expresión decidida de su pequeño. Se agachó un poco, estirando las manos hacia Sora. —Cuervito —dijo con una gran sonrisa—. ¿Quieres venir aquí?

Sora, al escuchar la voz tranquilizadora de Hinata, se acercó rápidamente. Se acomodó entre sus piernas y se sintió un poco más tranquilo al estar tan cerca de su mamá. Mirando de reojo a Tsukishima y Yamaguchi, su expresión parecía decir: "¡Él es mío!".

Hinata, al notar la actitud celosa de Sora, no pudo evitar reír. —No te preocupes, Sora. —le dijo, acariciando su cabeza. Pero al mismo tiempo, su atención se desvió hacia Mitsuki, quien seguía dormido en los brazos de Yamaguchi.

Sora, sintiendo curiosidad comenzó a mirar hacia Mitsuki. Nunca antes había visto a un bebé tan pequeño y parecía tan diferente a él. Mitsuki tenía el cabello rubio y suave, mientras que Sora había heredado el color oscuro de su papá. Un impulso de curiosidad lo llevó a acercarse un poco más.

—lindo —balbuceo esta vez refiriéndose a Mitsuki con un tono dulce, sus ojos brillaban mientras observaba al bebé.

Yamaguchi notó la atención de Sora y sonrió. —¿Te justaría conocerlo, Sora? —le preguntó con amabilidad. Sora asintió con la cabeza, entusiasmado pero un poco inseguro.

Con cuidado, Yamaguchi colocó a Mitsuki en un suave cojín cerca de Sora, asegurándose de que estuviera seguro. Sora se sentó junto al pequeño, observándolo con fascinación. Se inclinó un poco más, su pequeño rostro a unos centímetros del de Mitsuki.

Mitsuki, al sentir la presencia de Sora, abrió los ojos lentamente. Miró a Sora con curiosidad, y aunque el pequeño se mostró tímido, no lloró. En lugar de eso, extendió una mano pequeña hacia Sora, como si quisiera tocarlo.

Sora, sintiendo que su corazón se llenaba de alegría, balbuceó suavemente, —Mitsu... —en un intento de recordar el nombre que había escuchado. Luego, impulsado por una necesidad casi protectora, agregó: —Mío.

Todos en la sala rieron suavemente al escuchar la determinación de Sora. Tsukishima se cruzó de brazos, observando la interacción entre los dos bebés con ternura.

—Sora, Mitsuki no es tuyo —le dijo—. Pero sí es tu amigo.

A medida que Mitsuki tocaba la mano de Sora, el ambiente se volvió más cálido y alegre. Sora se sentía curioso y al mismo tiempo orgulloso de ser el primero en interactuar con el nuevo bebé. A medida que los dos bebés se observaban mutuamente, el pequeño Sora comprendía que no estaba solo, que ahora tenía un amigo con quien compartir momentos.

La tarde continuó, llena de risas, juegos y pequeños momentos que dejaban una huella en sus corazones. Sora, entre sus celos y su curiosidad, había encontrado un lugar especial en el nuevo mundo que se estaba formando, uno en el que había espacio para la amistad, la familia y el amor.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora