cercanía

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Hinata se despertó lentamente, sintiendo una incomodidad en la parte inferior de su cuerpo. La erección de Kageyama presionaba contra su abdomen, y aunque sabía que era una respuesta natural a las feromonas y la cercanía entre ellos, sin embargo no quería que Kageyama permaneciera incómodo mientras dormía. Con la mente un poco embriagada pero clara, Hinata decidió actuar.

Con movimientos cuidadosos, se inclinó hacia la erección de Kageyama. Comenzó a tocarla suavemente, pero pronto su instinto lo llevó a acercarse más y a poner la erección en su boca. Con cada movimiento de su boca, Hinata se aseguraba de que Kageyama sintiera el alivio que necesitaba.
Tobio un poco dormido, comenzó a despertar al sentir la acción, su reacción de sorpresa no se hizo esperar pero a medida que el placer se hacía presente la sorpresa pasaba a ser algo más; su respiración se volvió entrecortada y un gemido bajo escapó de sus labios, revelando su creciente deseo.

Hinata continuó, sintiendo cómo el cuerpo de Kageyama respondía cada vez más intensamente. Finalmente, con la respiración agitada por el esfuerzo, Hinata se apartó un poco, observando la erección de Kageyama.

—No entiendo por qué sigues duro —dijo Hinata, aún jadeante—. Pensé que esto bastaría.

Antes de que pudiera recibir una respuesta, Kageyama, ahora completamente despierto, lo levantó suavemente y lo colocó nuevamente encima de él. Al hacerlo, Hinata sintió la presión de su propia erección, que también estaba dura y mojada, hasta traspasaba la ropa por los fluidos.

Kageyama, deslizó su mano sobre la ropa de Hinata, tocando la húmedad que se acumulaba allí.

—Parece que no soy el único con problemas —dijo Kageyama, su voz cargada de deseo.

Hinata, sintiendo la presión de Kageyama y el contacto en su propia erección, lo miró con una mezcla de sorpresa.

—Eres un pervertido —dijo Hinata, con la cara levemente roja—.

Kageyama, con una sonrisa traviesa, respondió:

—¿Quién es el pervertido aquí?
me provocas mientras duermo.

Ambos se miraron, sus cuerpos aún cargados de deseo, y comprendieron que el deseo entre ellos había alcanzado un nuevo nivel.

Hinata, todavía encima de Kageyama, respiraba con dificultad, sintiendo el calor y la tensión que envolvían sus cuerpos. Aunque su mente estaba llena de dudas, su cuerpo parecía tener ideas propias, reaccionando de manera evidente a la proximidad y el contacto con Kageyama.

—No quiero hacerlo... —dijo Hinata, su voz temblando ligeramente—. Aunque mi cuerpo parece decir lo contrario.

Kageyama, con una expresión de curiosidad y deseo en sus ojos, deslizó una mano por el costado de Hinata, explorando la ropa mojada en la parte trasera del omega.

—¿Por qué no? —preguntó Kageyama, su voz cargada de interés y una pizca de desafío—. ¿Qué te detiene?

Hinata miró a Kageyama, tratando de articular sus pensamientos mientras sentía cómo su cuerpo seguía respondiendo a los toques. Su rostro estaba enrojecido y sus palabras eran llenas de incertidumbre.

—Es solo que... —dijo Hinata, respirando pesadamente—. Mi cuerpo va a cambiar, y no sé si te gustará cómo me veré... o si te sentirás atraído por mí en este estado.

Kageyama, con una sonrisa que mostraba tanto ternura como determinación, tomó la mano de Hinata y la colocó sobre su pecho, donde el latido de su corazón era fuerte y regular.

—Lo que importa es como te sientas y no hay manera de que tú y tu cuerpo no me exciten—dijo Kageyama con firmeza—Y tu estado no impedirá que tu cuerpo reaccione a mí.

Un futuro? -kagehina_omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora