Capítulo 8: El Legado Oculto de Vladimir Salvatore

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El suave crepitar de las llamas en la chimenea de la biblioteca llenaba el ambiente mientras Axel estudiaba el libro que Jacob había colocado frente a él. La imagen de su abuelo, Vladimir Salvatore, dominaba las páginas. Mitad hombre, mitad bestia, su retrato mostraba la aterradora dualidad de un ser que era tanto vampiro como hombre lobo y demonio. El brillo en sus ojos, uno verde y el otro rojo como el fuego, hablaba de su inmenso poder, y de la oscuridad que parecía envolverlo.

—Vladimir Salvatore, tu abuelo —comenzó Jacob—, fue una de las criaturas más poderosas que jamás haya existido. Un trihíbrido, una combinación de tres naturalezas: vampiro, hombre lobo y demonio. Su poder no tenía igual, y durante siglos, gobernó este lugar, protegiéndolo, pero también inspirando temor. Era inmortal, amo Axel. No hay arma que pudiera destruirlo, y su desaparición ha sido uno de los misterios más grandes de nuestra historia.

Axel se quedó en silencio, contemplando las palabras de Jacob mientras miraba el retrato de su abuelo. Vladimir parecía una figura imponente, casi divina en su inmortalidad. No podía evitar preguntarse si todo ese poder también fluía por sus venas.

—¿Por qué desapareció? —preguntó Axel en voz baja, sin apartar la vista del libro.

Jacob suspiró, cruzando los brazos detrás de su espalda.

—Nadie lo sabe con certeza, pero hay rumores —continuó—. Algunos dicen que se cansó de este mundo, otros creen que fue traicionado por aquellos en quienes más confiaba. Sin embargo, hay quienes aseguran que simplemente se ocultó, esperando el momento adecuado para volver. Y hay razones para creer que aún podría estar vivo, en alguna parte.

Axel frunció el ceño. La idea de que su abuelo podría seguir con vida lo inquietaba, pero también lo llenaba de una extraña sensación de esperanza.

—¿Y mi padre? —preguntó de nuevo—. ¿Era tan poderoso como Vladimir?

Jacob lo miró, con una expresión más solemne.

—Tu padre, Vladislaus Salvatore, era el hijo mayor de Vladimir y, por ende, el heredero de su linaje. Aunque no poseía el mismo nivel de poder que su padre, era un líder formidable. Tu madre, Selene Salvatore, era su compañera y juntos protegieron este lugar hasta que... —Jacob se detuvo, como si las palabras fueran demasiado pesadas para pronunciarlas.

—¿Hasta qué? —insistió Axel.

Jacob lo miró con una expresión grave.

—Hasta que fueron traicionados por aquellos que alguna vez llamaron aliados. Su muerte fue el resultado de una conspiración, pero los detalles... esos están en el pasado, enterrados en la historia de esta mansión. Lo que debes saber ahora es que su legado está en tus manos, amo Axel.

Axel cerró el libro, asimilando toda la información. Ahora sabía más sobre su familia, pero también tenía más preguntas. ¿Quién había traicionado a sus padres? ¿Qué rol jugaba él en todo esto?

Mientras tanto, en otra parte de la mansión, Nikole y Marcela continuaban su exploración. Habían recorrido varios pasillos, encontrando habitaciones antiguas y decoraciones que alguna vez habían sido majestuosas. Sin embargo, al llegar a una sección apartada, encontraron algo que las dejó heladas.

La primera puerta tenía una placa con el nombre Nathaniel Salvatore. Era una habitación decorada para un niño, con juguetes antiguos y una cama pequeña cubierta de polvo. Aunque parecía intacta, había una inquietante sensación de abandono. Nikole y Marcela intercambiaron miradas, conscientes de que estaban ante los restos de una familia que había desaparecido hace mucho tiempo.

Luego encontraron una segunda puerta con el nombre Charlote Salvatore, seguida por una tercera con el nombre Caroline Salvatore. Todas eran habitaciones infantiles, pero no había retratos ni indicios de qué había pasado con los niños. Solo el silencio y el peso del tiempo que parecía haber detenido sus vidas.

—Esos nombres... —susurró Nikole, recordando las historias que había escuchado en el pueblo—. Son los nombres de los hijos de la última familia Salvatore que vivió aquí.

Marcela asintió en silencio, sintiendo un nudo en el estómago mientras la verdad se hacía evidente. Esos eran los niños que desaparecieron.

Sin embargo, mientras continuaban avanzando, un suave sonido llamó su atención. Kul, el lobo blanco, apareció corriendo por el pasillo, pero esta vez no parecía alarmado. En lugar de detenerlas, Kul caminó hacia la última puerta en el corredor, como si las guiara hacia algo más.

Nikole y Marcela se miraron, confusas pero intrigadas, y siguieron a Kul hasta que llegaron a una puerta más grande que las anteriores. En esta puerta, había una inscripción grabada en letras doradas que les heló la sangre.

Axel Salvatore.

Ambas quedaron en shock.

—¿Axel tiene una habitación aquí? —preguntó Marcela en voz baja, incapaz de creer lo que estaba viendo.

Kul, con su presencia tranquila, empujó suavemente la puerta, abriéndola para ellas. Adentro, la habitación era similar a las de los otros niños, pero más grande, y había un aire de majestuosidad en la decoración. En el centro de la habitación, sobre una mesa, había una fotografía enmarcada, cubierta por una ligera capa de polvo.

Nikole y Marcela se acercaron lentamente, sus corazones latiendo con fuerza mientras intentaban procesar lo que estaban viendo. Una fotografía familiar, de Axel y sus padres.

Pero antes de que pudieran observarla detenidamente, un sonido en el pasillo las interrumpió. Axel y Jacob estaban acercándose a la habitación.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora