Capítulo 39: La Batalla de los Demonios Elementales

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El estallido resonó por todo el bosque de las ninfas, sacudiendo los árboles y esparciendo el aroma de la muerte por todas partes. El cielo se oscureció, y una energía pesada y opresiva cayó sobre Axel, Nathaniel y Anna. Sabían que el enemigo finalmente había llegado.

Axel, con su control más perfeccionado sobre sus tres naturalezas, sintió cómo sus colmillos y garras emergían de manera natural. Sus ojos brillaban en un tono anaranjado intenso, y aunque su cuerpo seguía siendo humano, las señales de su verdadera naturaleza estaban claras. A su lado, Nathaniel asumió su forma vampírica, sus ojos azules brillaban con una intensidad sobrenatural mientras sus colmillos asomaban. Anna, con la gracia de un arcángel caído, desplegó sus majestuosas alas doradas que irradiaban poder y luz.

Las ninfas del bosque tomaron posiciones, listas para defender su hogar. Pero antes de que pudieran moverse, el aire crepitó con energía, y tres figuras colosales aparecieron en la distancia, liderando un ejército de demonios. Los líderes de esa monstruosa horda eran diferentes a todo lo que Axel había visto antes.

El primero era un demonio que irradiaba electricidad pura. Sus ojos azules centelleaban con rayos, y su cuerpo, oscuro y macizo, parecía estar hecho de tormentas en furia. A su alrededor, el aire chisporroteaba y cada movimiento que hacía enviaba arcos de electricidad hacia el suelo. Este demonio podía controlar el poder del relámpago y parecía absorber la energía del ambiente a medida que avanzaba, iluminando el cielo sombrío con su presencia.

—"Ese es el demonio de la electricidad," susurró Nathaniel, sin apartar la vista de la criatura. "No será fácil de vencer."

A su lado, el segundo demonio apareció, envuelto en llamas infernales. Cada paso que daba encendía el suelo bajo sus pies. Sus cuernos retorcidos brillaban con el calor abrasador que lo envolvía. Su cuerpo, hecho de roca fundida, se agrietaba y escupía llamas al moverse, como si estuviera a punto de explotar en cualquier momento. Sus ojos eran pozos de fuego puro, y su boca desbordaba calor, escupiendo fuego con cada respiro. Este era el demonio de fuego, cuya sola presencia quemaba todo a su alrededor.

—"Ese maldito puede destruirlo todo en un abrir y cerrar de ojos," murmuró Anna, mientras ajustaba su postura para prepararse para el combate.

El último demonio, una criatura imponente de tierra y roca, emergió como una montaña en movimiento. Su cuerpo estaba formado por rocas gigantes y raíces entrelazadas que crecían a su alrededor, como si la propia tierra respondiera a su voluntad. Ojos verdes brillaban desde lo profundo de su cara rocosa, y su mandíbula se abría con una sonrisa cruel. A su alrededor, la vegetación crecía y moría al mismo tiempo, como si la vida y la muerte estuvieran bajo su control. Este era el demonio de la tierra, una fuerza imparable que amenazaba con aplastar todo a su paso.

—"Ellos... son diferentes," dijo Axel en voz baja, asombrado por el poder que emanaba de los tres demonios.

Sin perder más tiempo, los demonios enviaron a sus tropas al ataque. Una ola de demonios menores se lanzó sobre las ninfas, mientras el demonio del fuego soltaba una llamarada masiva que se extendió por el campo de batalla. Las ninfas luchaban con todo lo que tenían, pero estaban claramente en desventaja. A pesar de su valentía, el poder elemental de los demonios estaba fuera de su alcance.

—"¡Prepárense!" gritó Sylphy, la reina Ninfa, tomando su lugar junto a Anna. Las dos se miraron, y aunque hacía mucho que no se veían, su vínculo aún era fuerte.

Axel y Nathaniel se lanzaron hacia el frente, peleando codo a codo contra los demonios menores. Los dos hermanos eran imparables, sus garras y colmillos atravesando carne demoníaca. Axel sintió la adrenalina correr por sus venas, pero también el peso de lo que estaba en juego. Sabía que esta batalla no se trataba solo de salvar el bosque de las ninfas; se trataba de proteger a todo Ravenmoor.

Mientras la batalla se intensificaba, los tres demonios elementales observaban desde la distancia, esperando su momento para unirse al combate. Axel sabía que cuando esos tres atacaran, la verdadera pelea comenzaría.

—"¡Tenemos que detenerlos antes de que destruyan el bosque!" gritó Axel a Nathaniel mientras ambos derribaban a un demonio mayor. El calor del fuego y la energía eléctrica en el aire hacían que la atmósfera fuera casi irrespirable, pero los hermanos Salvatore estaban decididos a resistir.

Axel, concentrado en los movimientos de los demonios, observaba cómo los tres titanes de la destrucción se mantenían en la retaguardia, esperando su momento perfecto para atacar. El miedo latente crecía en él, pero la sangre de sus antepasados corría con fuerza en su cuerpo. Sabía que no podía permitir que esos demonios tomaran la fuente del bosque. No mientras él respirara.

Las ninfas, aunque valientes, comenzaban a ser superadas en número. Los demonios menores continuaban llegando en oleadas, y a pesar de sus habilidades mágicas, las guardianas del bosque sabían que necesitaban más apoyo.

Anna, con sus alas doradas extendidas, levantó su espada celestial y emitió una luz que cegó a los demonios cercanos, dándoles un respiro temporal. Sin embargo, cuando Anna miró hacia los tres demonios elementales, supo que la batalla aún no había alcanzado su clímax.

—"Esto solo es el principio," dijo en voz baja, mirando a Axel y Nathaniel con preocupación.

La batalla estaba lejos de terminar, y Axel sabía que lo peor aún estaba por llegar.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora