Capítulo 52: Preparativos y Secretos

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Axel subía apresuradamente las escaleras en busca de su hermana Charlote. Aún procesaba lo que Anna le había revelado sobre Bursus. Cada paso resonaba en su mente, como un eco que no podía ignorar. Sabía que Charlote, con sus recuerdos desbloqueados, podría ayudar a desenmarañar las dudas que lo invadían.

Al llegar al pasillo donde estaba la habitación de Charlote, Axel respiró hondo y tocó la puerta suavemente.

—Charlote, necesito hablar contigo. —Su tono era serio, casi desesperado.

Charlote, que estaba frente al espejo cepillándose el cabello, se giró al escuchar a su hermano. Al ver la expresión de Axel, supo que la conversación sería importante. Con un asentimiento silencioso, le indicó que pasara.

—¿Qué sucede, Axel? —preguntó con curiosidad y algo de inquietud, sentándose en la cama.

Axel cerró la puerta tras él y comenzó a hablar.

—Hablé con Anna... sobre Bursus. Me contó algo que no puedo sacar de mi cabeza. —Hizo una pausa, recordando el peso de las palabras de Anna—. Anna me contó sobre su caída del cielo, su relación con Bursus, y cómo todo comenzó con la guerra después de la creación de Adán... todo. Bursus no solo fue parte de nuestra historia familiar, Charlote, él es... mucho más. Un príncipe demonio, hijo de Lucifer y Lilith.

Charlote lo miró con los ojos muy abiertos. Sabía que Anna tenía secretos, pero la magnitud de lo que su hermano le acababa de decir era abrumadora.

—No puede ser... —murmuró Charlote, poniéndose de pie y comenzando a caminar por la habitación—. Bursus... ¿es el hijo de Lilith y Lucifer? Eso explica su poder... y su influencia. —Su mente comenzó a girar, tratando de unir las piezas del pasado.

—Exactamente. Y según Anna, después de luchar por siglos, ambos se enamoraron y dejaron la guerra. Pero cuando nuestra familia fue atacada, Bursus desapareció. Anna cree que algo lo está haciendo comportarse como el demonio príncipe que una vez fue. —Axel hizo una pausa, su voz cargada de incertidumbre—. No puedo dejar de preguntarme... si es tan poderoso, ¿por qué no pudo proteger a nuestra familia ese día? ¿Por qué desapareció?

Charlote permanecía en silencio, su mente intentando procesar todo. Sabía que esa pregunta también había rondado su mente desde el día en que recordó a Bursus. Axel estaba a punto de continuar cuando la puerta se abrió suavemente y apareció Jacob con una expresión formal.

—Perdón por la interrupción, amo Axel —dijo Jacob con su impecable cortesía—, pero la alcaldesa ya ha llegado a la mansión. Dice que necesita hablar con usted.

Axel frunció el ceño por un momento. La alcaldesa rara vez venía sin previo aviso.

—Está bien, Jacob. Hazla pasar a la oficina. Además, será una buena oportunidad para presentarle a Charlote —dijo, mirando a su hermana antes de volver su atención a Jacob—. Gracias.

Charlote se tensó ligeramente, no estaba acostumbrada a presentarse ante figuras públicas, pero entendía que era necesario. Juntos, Axel y Charlote descendieron a la oficina de la mansión, donde la alcaldesa los esperaba. La alcaldesa, una mujer de mediana edad con una postura firme y elegante, los saludó con una leve inclinación de cabeza.

—Axel, qué gusto verte —dijo la alcaldesa con una sonrisa medida—. Y esta debe ser tu hermana, Charlote. Encantada de conocerte.

—El placer es mío, alcaldesa —respondió Charlote, tratando de mantener la calma mientras extendía su mano.

Tras el breve intercambio de saludos, Axel invitó a la alcaldesa a sentarse. Sabía que lo que venía a decirle era más que una simple charla social.

—Supongo que sabes muy poco de lo que está ocurriendo, ¿verdad? —preguntó Axel, sabiendo que la alcaldesa solo tenía conocimiento limitado sobre los aspectos sobrenaturales que rodeaban a la familia Salvatore.

La alcaldesa asintió con una sonrisa tensa.

—Sí, muy poco. Y quizás sea mejor así. Lo que sé es que, para mantener la fachada de que los Salvatores son una familia normal y respetada en Ravenmoor, debemos continuar con nuestras actividades públicas, como siempre. —Hizo una pausa, ajustando su postura—. Hoy por la noche, la fiesta navideña de recaudación de fondos sigue en pie, y los Salvatores son los anfitriones principales. Sé que es difícil, pero la ciudad espera que ustedes donen los 2 millones de dólares para los proyectos comunitarios. Es un evento que no podemos cancelar.

Axel asintió, entendiendo lo que implicaba. Era importante mantener las apariencias, por el bien de su familia y del pueblo. Además, sabía que esa fiesta sería una oportunidad para observar lo que estaba ocurriendo en el pueblo.

—Está bien. Nos encargaremos de que todo salga perfecto —dijo Axel, mirando de reojo a Charlote, quien le devolvió la mirada, entendiendo que la conversación pendiente tendría que esperar.

—Será una fiesta formal —añadió la alcaldesa, con una sonrisa más relajada—. Las familias más importantes del pueblo estarán presentes, los Aldridge, los Beaumont, los Fitzgerald... ya sabes, los nombres que han dado forma a Ravenmoor. Será una buena oportunidad para fortalecer relaciones.

Axel asintió nuevamente y, tras un último intercambio de palabras, la alcaldesa se despidió y Jacob la acompañó a la salida.

—Luego seguiremos hablando de lo que me contaste, Charlote —dijo Axel en cuanto la alcaldesa se fue—. Ahora debemos centrarnos en esta fiesta.

Charlote asintió, aunque estaba claro que el tema de Bursus no la dejaba tranquila.

Más tarde, Axel les mandó  a sus amigos una invitación, invitándolos formalmente a la fiesta de recaudación. Sabía que todos disfrutarían del evento, pero también quería asegurarse de que estuvieran preparados para una velada elegante. Por eso, les envió ropa formal a cada uno. Para Nikole, en particular, Axel había elegido un vestido que resaltara su belleza natural: un elegante vestido color zafiro, que hacía juego con sus ojos, y un delicado collar de diamantes.

Horas después, cuando Axel la vio a Nikole al pie de las escaleras de la mansión, el aliento se le detuvo. Nikole estaba impresionante, y el collar que le había regalado brillaba bajo las luces, complementando perfectamente su apariencia.

—Estás... increíble —dijo Axel, con una sonrisa sincera mientras tomaba su mano.

Nikole, con las mejillas ligeramente sonrojadas, le devolvió la sonrisa.

—Gracias, Axel. Es precioso —dijo, tocando el collar con suavidad—. Pero no tenías que hacerlo.

—Quería hacerlo —respondió Axel, sus ojos fijos en los de ella.

Poco a poco, los amigos de Axel fueron llegando a la mansión. Emiliano, Marcela, Davon, y María también se veían elegantes, agradecidos por la ropa que Axel les había enviado. La mansión Salvatore había sido decorada con gusto, y las ninfas, disfrazadas de humanas, habían ayudado a embellecer cada rincón con adornos y luces que hacían brillar el lugar. El ambiente era festivo, y aunque los Salvatores tenían secretos oscuros, esta noche estaba destinada a ser una celebración.

Jacob, siempre atento, recibía a los invitados en la puerta con una sonrisa cortés, asegurándose de que todo transcurriera sin problemas. Mientras las familias más importantes del pueblo, como los Fitzgerald y los Beaumont, llegaban, la mansión mantenía su fachada impecable, ocultando cualquier rastro de lo sobrenatural.

Axel se movía por la fiesta, asegurándose de que todos estuvieran cómodos. Pero en el fondo de su mente, las palabras de Anna seguían resonando, como una sombra que no podía sacudirse del todo. Sabía que, aunque esa noche sería de celebración, el peligro aún acechaba en las sombras.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora