Capítulo 23: El Pasado Revelado

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La mañana siguiente, la mansión Salvatore brillaba con la luz del amanecer. Axel, aún confundido por todo lo que había descubierto la noche anterior, caminaba por los pasillos en dirección al salón principal, donde Jacob solía recibir las noticias del día. Sin embargo, al cruzar la entrada, se detuvo abruptamente.

Frente a él, de pie junto a Jacob, estaba Nathaniel. Su hermano mayor estaba elegantemente vestido, con una mirada serena y autoritaria. Pero lo que más sorprendió a Axel fue la expresión de Jacob, quien parecía impactado por la presencia de Nathaniel.

—Amo Nathaniel... —dijo Jacob, con la voz temblorosa—. Pensé que... usted había...

Nathaniel sonrió levemente, aunque su mirada era seria. —Pensaste que había muerto, lo sé, Jacob. Muchos lo pensaron. Sin embargo, aquí estoy. Mi regreso no cambia nada. Axel sigue siendo el heredero de nuestra familia. Yo nunca quise el trono —su mirada se posó en su hermano menor, mostrando un respeto y cariño que Axel no esperaba.

—Pero... ¿cómo...? —balbuceó Axel, tratando de procesar todo.

—Todo sucedió en 1670, cuando Caroline, nuestra hermana menor, nació —comenzó Nathaniel, caminando hacia su hermano con pasos firmes—. Los ataques comenzaron justo después de su nacimiento. Criaturas sobrenaturales de todas partes comenzaron a asediar la mansión. No supimos qué los había atraído. Quizás fue la convergencia de nuestros poderes, o tal vez algo más oscuro. Lo que sí sé es que fuimos separados y puestos a salvo. Anna se aseguró de ello.

Al escuchar ese nombre, Jacob frunció el ceño.

—¿Anna? —preguntó con sorpresa—. ¿Te refieres a...?

Nathaniel asintió. —Sí. Anna fue quien nos protegió. Y no es cualquier ser. Ella no solo es una aliada, sino un ex arcángel. Fue expulsada del cielo por haberse enamorado de una criatura que los ángeles consideraban inferior. Desde entonces, ha sido leal a nuestra familia. Sin ella, no estaríamos aquí hoy.

Axel, sorprendido, preguntó: —¿Anna? ¿La misma que...?

Antes de que pudiera terminar la pregunta, la imagen de Anna se formó en su mente. Recordaba haberla visto en uno de los retratos antiguos de la mansión, pero en ese momento no sabía quién era realmente. Ahora, todo comenzaba a encajar.

Jacob dio un paso hacia adelante, asimilando lo que acababa de escuchar. —No puedo creer que Anna esté involucrada... siempre se habló de ella como una leyenda. Pero si es cierto, eso explica cómo lograron sobrevivir tanto tiempo. Un ex arcángel como protector de los Salvatore es... algo que incluso las criaturas más poderosas temerían.

Nathaniel asintió y continuó hablando, su tono más sombrío. —Nosotros fuimos puestos a salvo en el tiempo sobrenatural, un lugar donde el tiempo no avanza de la misma forma que aquí. Es por eso que aparentamos ser jóvenes, pero en realidad han pasado siglos desde que todo ocurrió. Anna pensó que lo mejor era que el mundo olvidara nuestra existencia, hasta que fuera seguro regresar.

Axel, aún abrumado, preguntó: —Pero, ¿por qué ahora? ¿Qué ha cambiado?

Nathaniel lo miró directamente a los ojos, su expresión más seria que nunca. —El demonio más poderoso de la historia ha comenzado a moverse nuevamente. Bursus ha escuchado que un Salvatore ha regresado a Ravenmoor. Eso fue lo que motivó a Anna a buscarme. Ella sabía que con tu regreso, la amenaza de Bursus volvería a crecer. Y créeme, Axel, Bursus no es como nada que hayas enfrentado antes.

Jacob se tensó al escuchar el nombre de Bursus, y Axel sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había oído hablar de demonios, pero el tono con el que Nathaniel mencionó a Bursus le dejó claro que este no era un enemigo común.

—¿Qué es Bursus? —preguntó Axel, con una mezcla de temor y curiosidad.

Nathaniel cerró los ojos por un momento antes de responder, como si reviviera algún recuerdo oscuro.

—Bursus es un antiguo demonio, nacido de las sombras del inframundo. Tiene el poder de manipular la oscuridad y el fuego a su voluntad. Es inmortal y ha existido durante eones, siempre buscando destruir y corromper. Se rumorea que en su forma demoníaca, tiene la apariencia de un ser imponente, con ojos rojos ardientes y cuernos que se retuercen sobre su cabeza. Su piel es grisácea y rasgada, y su boca, llena de colmillos afilados, se alimenta del miedo y la desesperación de aquellos a quienes caza.

Axel tragó saliva mientras escuchaba la descripción, imaginando la temible criatura. Nathaniel continuó.

—Bursus nunca ha sido derrotado. Ni siquiera mi padre pudo acabar con él. Y si él se ha enterado de tu regreso, no se detendrá hasta destruir todo lo que conoces.

El silencio que siguió fue pesado. Axel sabía que, aunque había descubierto mucho sobre su pasado, aún tenía mucho que aprender sobre las responsabilidades que conllevaba ser un Salvatore.

Jacob, rompiendo el silencio, dijo con firmeza: —Amo Axel, si este demonio está detrás de usted, debemos prepararnos. Su entrenamiento debe intensificarse, y no podemos bajar la guardia. Si Bursus está en movimiento, significa que se avecina una guerra.

Axel miró a su hermano, agradecido por su presencia, pero al mismo tiempo abrumado por el peso de lo que venía. Sabía que tendría que ser más fuerte de lo que jamás había imaginado, no solo para salvarse a sí mismo, sino para proteger a quienes amaba.

Nathaniel puso una mano sobre el hombro de Axel y lo miró con determinación.

—Juntos, podremos enfrentarlo. Pero primero, debes estar preparado para lo que se avecina.

Axel asintió, sabiendo que el camino hacia su verdadero destino acababa de comenzar. Y con la amenaza de Bursus acercándose, no había tiempo que perder.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora