El sonido de los sollozos de Anna resonaba por los pasillos vacíos de la mansión Salvatore, un eco desgarrador que cortaba el aire como un cuchillo invisible. Su llanto no era simplemente de tristeza, sino de desesperación profunda, el lamento de alguien que había cargado con una verdad insoportable durante demasiado tiempo. Axel, que había salido de la sala después de su confrontación con ella, escuchó ese llanto mientras avanzaba por el pasillo en busca de Charlote. Cada paso que daba se sentía más pesado, como si las revelaciones recientes hubieran multiplicado la carga que llevaba sobre sus hombros.
Anna había derramado su corazón en palabras que lo dejaron con más preguntas que respuestas. La historia de Bursus, el demonio que había sido más que solo un enemigo o un aliado, sino un ser enigmático cuya presencia lo envolvía todo. Y ahora, Axel no podía dejar de preguntarse: ¿cómo encajaba todo esto con lo que les había sucedido a su familia? ¿Qué había sido realmente de Bursus? ¿Y por qué, si él era tan poderoso, los había abandonado en su peor momento?
Axel apretó los puños mientras caminaba por el largo pasillo de la mansión, su mente luchaba por procesar lo que acababa de escuchar. Se detuvo brevemente, escuchando nuevamente los sollozos de Anna a lo lejos, pero no regresó. Sabía que ella necesitaba ese momento a solas. Ahora, tenía que encontrar a Charlote y contarle todo lo que Anna había revelado.
En otro lugar, en el centro de Ravenmoor...
Mientras tanto, en la plaza central del pueblo, Nikole y Marcela caminaban juntas, disfrutando del aire fresco de la tarde invernal. Las luces navideñas seguían decorando los árboles y las tiendas, y el ambiente festivo llenaba el aire con una sensación de calma que contradecía la creciente tensión que acechaba a Ravenmoor en las sombras. La víspera de Navidad había sido tranquila, pero las chicas no podían sacudirse la sensación de que algo oscuro se avecinaba.
—Ayer fue una noche increíble —comentó Nikole, mirando a Marcela con una sonrisa—. La mansión de los Salvatore tiene una manera especial de hacernos olvidar lo que pasa fuera, ¿no crees?
Marcela asintió, aunque su mirada estaba fija en las calles del pueblo. Algo la inquietaba, pero no podía precisar qué era.
—Sí, pero no puedo evitar sentir que hay algo más detrás de todo —respondió Marcela, un poco pensativa—. Como si algo importante estuviera por suceder.
Antes de que Nikole pudiera contestar, ambas se detuvieron en seco. Un joven de piel morena y cabello gris oscuro se acercaba a ellas. Tenía un aspecto diferente, pero no del todo fuera de lugar. Su cabello estaba peinado en puntas, y sus ojos dorados, casi como un tono miel, brillaban con una intensidad que no coincidía del todo con su apariencia tranquila.
—Disculpen —dijo el joven con una sonrisa amable, sus manos en los bolsillos de su chaqueta—. Mi nombre es Zen, soy nuevo en el pueblo y estoy buscando un lugar donde pueda quedarme. ¿Saben de algún buen hostal o posada?
Nikole y Marcela intercambiaron miradas brevemente, sorprendidas por la llegada del extraño. El pueblo de Ravenmoor rara vez recibía visitas de forasteros, y algo en Zen despertaba una mezcla de curiosidad y cautela en ambas.
—¡Claro! —respondió Nikole, su sonrisa regresando—. Hay un hostal muy bueno cerca de aquí, lo conocemos bien. Si quieres, te podemos llevar.
—Eso sería genial —dijo Zen, su sonrisa encantadora pero contenida—. Estoy intentando conocer el lugar, pero parece que no hay mucha gente dispuesta a ayudar a un extraño.
Marcela lo miró con un poco más de atención, como si tratara de leer algo más allá de sus palabras, pero decidió no presionar. Mientras caminaban hacia el hostal, Zen mantuvo una conversación casual, preguntando sobre el pueblo y los lugares interesantes para visitar. Sin embargo, Nikole notó algo extraño: aunque Zen parecía amigable, había una cautela en su tono, como si estuviera midiendo cada palabra que decía.
Cuando llegaron al hostal, Zen les agradeció con una inclinación leve de cabeza.
—Gracias, chicas. Este lugar parece perfecto —dijo con una sonrisa suave—. Tal vez nos volvamos a ver pronto.
—Es probable —respondió Nikole, devolviéndole la sonrisa—. Este pueblo es pequeño. Es difícil no toparse con la misma gente más de una vez.
Marcela, que aún sentía una ligera inquietud, asintió con la cabeza en silencio mientras Zen entraba en el hostal.
Ya dentro de su habitación, Zen dejó caer su maleta sobre la cama y cerró la puerta con un clic suave. Su actitud relajada cambió de inmediato, y con un movimiento rápido sacó de la maleta un artefacto metálico, brillante y pulido, que parecía completamente fuera de lugar en el modesto cuarto. El artefacto se encendió, proyectando una luz suave que iluminó la habitación.
Frente a Zen, una sombra se materializó lentamente en la pared. La figura, enorme y sin rasgos definidos, tenía la forma de un hombre lobo, con colmillos que sobresalían en la oscuridad, pero solo como una silueta negra, temblorosa en la penumbra.
—He llegado a Ravenmoor —informó Zen, con una voz más seria, completamente distinta a la que había usado con Nikole y Marcela—. Estoy en posición. El objetivo aparecerá esta noche en la fiesta de beneficencia de los Salvatore. Solo espero a que nuestro "amigo en común" haga su jugada.
La sombra asintió levemente, pero no respondió con palabras. Zen apagó el artefacto y la habitación volvió a su oscuridad habitual. Se dejó caer sobre la cama, sus ojos dorados brillando en la penumbra, mientras una sonrisa torcida se formaba en sus labios.
—La partida acaba de comenzar —susurró para sí mismo, con el tono de alguien que disfrutaba de un juego peligroso.
Fuera, la nieve seguía cayendo suavemente sobre el pueblo, mientras las luces navideñas continuaban parpadeando. Pero algo oscuro y retorcido se estaba tejiendo en las sombras de Ravenmoor, y esta noche, en la fiesta de beneficencia, los primeros hilos de ese peligroso plan comenzarían a desentrañarse.
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Sangre de Demonio: El Legado de los Salvatore
CasualeNovela de Sangre Y Fuego En el oscuro y misterioso pueblo de Ravenmoor, un joven llamado Axel Salvatore descubre un legado que cambiará su vida para siempre. Tras la muerte de sus padres adoptivos, Axel recibe una carta que lo conduce a este pueblo...