Capítulo 37: Un Confesión Bajo la Luz de la Luna

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Axel corría tras Nikole con desesperación. Cada paso que daba lo acercaba más a ella, pero también sentía cómo su corazón latía con fuerza, sabiendo que estaba a punto de arriesgarlo todo. Las ramas crujían bajo sus pies mientras corría, y la luna brillaba alto, iluminando el sendero que ambos recorrían.

Finalmente, logró alcanzarla. Nikole estaba parada frente a un árbol, respirando agitadamente, con la vista fija en el suelo. Axel, jadeando, se detuvo a su lado.

—Nikole... —dijo con la voz entrecortada, tratando de calmarse—. Ese beso... No significa nada para mí.

Nikole levantó la mirada, sus ojos reflejaban confusión y dolor.

—¿Cómo puedes decir eso, Axel? —replicó, aún tratando de asimilar lo que había visto—. Todo lo que está pasando en tu vida es un misterio. Es demasiado para mí... Hay demasiadas sorpresas, y no sé si puedo manejarlo.

Axel dio un paso adelante, sin apartar la mirada de ella.

—Lo sé... Sé que no ha sido fácil para ti —dijo con un tono más suave—. Pero no puedo dejarte ir. Desde el primer día en que llegué a este pueblo, lo único que tengo claro, lo único que me hace sentir seguro en medio de todo este caos, es que quiero estar contigo. No importa el riesgo, no importa lo que tenga que enfrentar... —Axel tomó la mano de Nikole con firmeza y la jaló suavemente hacia él, atrayéndola más cerca—. Tú eres la única con la que puedo ser yo mismo.

Nikole se quedó en silencio, sorprendida por la intensidad en la mirada de Axel. Sus mejillas comenzaron a sonrojarse, y no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas. Las palabras de Axel le llegaban al corazón, derritiendo todas las barreras que había levantado.

—Axel... —susurró, sin saber qué más decir, mientras una lágrima rodaba por su mejilla.

Axel, al verla tan vulnerable, levantó las manos y le tomó el rostro con suavidad, secando sus lágrimas con el pulgar.

—No puedo dejarte ir, Nikole —repitió en voz baja.

Con ese último susurro, Axel inclinó su rostro y, con una delicadeza que no solía mostrar, la besó. Fue un beso lleno de emociones contenidas, un beso que expresó todo lo que las palabras no podían. Nikole, aún con lágrimas en los ojos, correspondió al beso, rodeando su cuello con sus brazos y dejándose llevar por ese momento.

Entre los árboles, no muy lejos de donde estaban, sus amigos habían decidido seguirlos para ver qué ocurría. Davon, con una sonrisa de satisfacción, miró a Emiliano y susurró:

—Te lo dije, págame mis $50 dólares.

Emiliano, claramente molesto por haber perdido la apuesta, sacó su billetera, entregándole el dinero a Davon mientras ambos reían en silencio.

—Sabía que terminarían juntos —dijo Maria, quien también los observaba de cerca, sonriendo de satisfacción.

Marcela, aunque más reservada, no pudo evitar sonreír al ver la escena. Sabía que, a pesar de todas las complicaciones, Axel y Nikole estaban destinados a estar juntos.

Pero en ese momento, todo lo que importaba para Axel y Nikole era que, por primera vez desde que todo comenzó, estaban siendo completamente sinceros el uno con el otro. Y en medio del bosque, bajo la luz de la luna, sellaron ese sentimiento con un beso que ninguno de los dos olvidaría jamás.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora