Capítulo 22: El Murciélago del Alma

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El silencio envolvía la mansión Salvatore mientras Axel y Nathaniel caminaban hacia el imponente edificio. La luna llena brillaba intensamente en el cielo, iluminando su camino con una luz fantasmal. Kul, siempre vigilante, caminaba al lado de Axel, su pelaje blanco reluciendo bajo la luz plateada. A medida que se acercaban, Axel comenzó a notar algo extraño. Sobre el hombro de Nathaniel, había una figura que no había visto antes.

Un majestuoso murciélago de color negro con tonos rojizos en las alas estaba posado sobre su hermano. Sus ojos verdes brillaban intensamente en la oscuridad, casi como si estuvieran hechos de esmeraldas. El animal irradiaba una presencia imponente, casi sobrenatural.

Axel no pudo contener su sorpresa y, con una mezcla de asombro y curiosidad, le preguntó a Nathaniel:

—¿Quién es ese murciélago? ¿De dónde salió?

Nathaniel sonrió levemente, acariciando suavemente al murciélago, que no mostró miedo ni inquietud, solo una calma imperturbable.

—Su nombre es Noctis —respondió Nathaniel, mirándolo con orgullo—. Es mi animal espiritual, al igual que Kul lo es contigo. Los animales espirituales nacen al mismo tiempo que nosotros, pero en su forma adulta. Ellos nos guían a lo largo de nuestra vida, especialmente en momentos difíciles como este. Su misión es mantenernos conectados con nuestra humanidad, evitar que perdamos el control.

Axel escuchaba atentamente mientras continuaban avanzando hacia la mansión. La figura de Noctis sobre el hombro de Nathaniel lo intrigaba, pero las palabras de su hermano lo cautivaban aún más.

—¿Mantener el control? —repitió Axel—. ¿Por qué perderíamos el control?

Nathaniel miró a Axel con seriedad, sus ojos verdes centelleando a la luz de la luna.

—Somos criaturas de la oscuridad, Axel. Nuestra naturaleza nos exige consumir sangre humana para mantenernos fuertes. El hecho de que podamos coexistir con los humanos no significa que nuestra naturaleza no intente dominarnos. Sin nuestra fuente de sustento, nos debilitamos, y sin control, somos capaces de cosas terribles.

Axel frunció el ceño, la idea de depender de la sangre humana lo incomodaba, pero no podía negar la realidad de lo que era.

—¿Y Kul? —preguntó, señalando a su lobo blanco—. ¿Él es mi animal espiritual?

Nathaniel asintió.

—Sí. Kul te ha acompañado desde que eras niño. Te protege y te guía. Aunque en tu caso, las cosas son más complicadas —continuó Nathaniel, su tono volviéndose más serio—. Tú no solo tienes la naturaleza vampírica, sino también la de un lobo y un demonio. Eso te hace mucho más poderoso... y mucho más peligroso.

Axel lo miró con los ojos entrecerrados, tratando de procesar lo que significaba ser tan diferente, incluso entre su propia familia.

—Es por eso que me sorprendió verte en el bosque y no acabar con ese vampiro que te atacó —admitió Nathaniel—. Con tu fuerza y poder, podrías haberlo destruido de un solo golpe, sin usar ninguna arma.

Axel no dijo nada por un momento, recordando el ataque y cómo había sentido que estaba fuera de su control. Pero ahora, al estar junto a su hermano, todo empezaba a cobrar sentido.

—¿Es esa la diferencia entre tú y yo? —preguntó Axel en voz baja—. ¿El control?

Nathaniel miró hacia el cielo, como si considerara sus palabras antes de hablar.

—Es más complicado que eso, Axel. Tú eres más que solo un vampiro o un lobo. Eres una mezcla de tres naturalezas poderosas, lo que te hace único. Pero también te pone en un riesgo mayor. Debes aprender a equilibrar esas tres fuerzas dentro de ti. Si no lo haces, podrías perderte en una de ellas.

Mientras se acercaban a la mansión, Axel reflexionaba sobre todo lo que su hermano le estaba diciendo. Sabía que enfrentarse a Bursus no sería fácil, pero ahora comprendía que la batalla más difícil quizás no sería con el demonio, sino con él mismo.

Kul se detuvo frente a la puerta de la mansión, como si supiera que se avecinaba un desafío aún mayor. Noctis, por su parte, desplegó ligeramente sus alas sobre el hombro de Nathaniel, como si percibiera algo en la distancia.

—Será mejor que descansemos —dijo Nathaniel finalmente, rompiendo el silencio—. Mañana comenzaremos tu verdadero entrenamiento.

Axel asintió, sintiendo que el peso de su destino estaba más cerca que nunca. La presencia de Kul a su lado le daba consuelo, pero sabía que necesitaría más que eso para enfrentarse a lo que estaba por venir.

Y con esa oscuridad inminente, los hermanos Salvatore entraron en la mansión, sabiendo que la batalla, tanto interna como externa, estaba a punto de comenzar.

Sangre de Demonio: El Legado de los SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora